Una noche no loca, si no descabellada
Lombardi vio como aquellos se llevaban lejos a la joven, borracha y con cara pálida estaba, los cuatro se miraron entre ellos y se cuestionaron sin hablarse.
Decidieron caminar hacia donde se les había visto por última vez, y allí se encontraban todos, o por lo menos la mitad, esperando afuera de la puerta del baño de mujeres.
—Estoy muy preocupado, ¿Y si le sucede algo estando así?
—¿Quieres que entre? Yo no le tengo miedo ni mucho menos a las mujeres que se lleguen a encontrar allí —se escuchó decir el capitán Jones.
—Ninguno de nosotros sabe lidear con una persona alcoholizada —dijo Davis, quien movía su pie con rapidez y nerviosismo.
—Disculpen, pero éste hombre sabe atender muy bien a criaturas locas, dementes y rabiosas —la voz de George sonó y su palma estaba detrás de Steven, encima de su hombros la posó, quién al saber que hablaba de él se giró rápido.
Los otros tres de su equipo estuvieron de acuerdo, asistiendo antes las palabras de su compañero, dejando a Lombardi bastante impactado.
—Él tiene un hijo muy rabioso, a tratado con vómitos —prosiguió James.
—¿Lo dicen en serio? Ella nos preocupa demasiado, si le llegase a pasar algo... el equipo estaría de luto todos los años que vengan y estén por venir —dramatizó Alexander mirando al equipo inglés.
—Bueno... —trató de hablar Steven pero sin más sintió como lo empujaron hacia la entrada.
—¡Ay, vamos hombre! Éste tío tiene un hijo, un bebé es casi lo mismo que un borracho, déjalo pasar —el más risueño llegó a la escena, Joshua estaba apoyado sobre los hombros del conocido Jack.
Todo el equipo inglés estuvo de acuerdo e insistió a que dejarán pasar a el número cinco. Todos alzaron las manos hacia arriba y le desearon suerte.
—¡Ten cuidado con tu cara! Puede que esté borracha pero es muy buena muchacha! —le gritaron pero no sabía si aquello era verdad.
Entró con pasos tímidos pero al no escuchar ninguna voz, provocó que salga con pasos firmes, no más se acercó y la vio.
Tirada y apoyando su espalda sobre la pared, piernas no abiertas si no cruzadas, manos a los costados de su cuerpo y cabeza alzada, se vio que estaba media cuerda, ya que al escuchar que entraban había levantado su mirada, hablando y con una sonrisa.
Los ojos de Steven pasaban por todo el cuerpo de Genesis, no de mala manera, si no que estaba buscando la manera en la que la chica no se sienta acosada por la manera de agárrala y ayudarla.
—Mi nombre es Steven, así que... podríamos empezar por allí —dijo con un tono algo seguro—. Me han enviado a ayudarte porque-
—Bueno Steven, te enseñare a como debes jugar mejor sobre el campo —Gen trataba de pararse agarrándose de una de las puertas del cubículo.
Ésta puerta apenas se abrió, se volvió a cerrar fuertemente junto con un quejido.
—¡Oye! Que está ocupado, tía, ya te lo he dicho —se quejó una mujer.
—Disculpa, chica, que me he tratado de levantar —trata de disculparse rápidamente—, como te decía-
—Niña estúpida, mira que por estar borracha no te doy tu merecido —se abrió la puerta dejando ver a aquella mujer un tanto enojada.
Aquella, al ver a Gen, decidió ignorarla pero le fue inevitable no sorprenderse cuando sus ojos cayeron sobre el famoso Steve Lombardi, estaba conmovida y Genesis trataba de no bufar, o por lo menos, aguantaba los puños pálidos que quería soltar sobre aquella mujer.
Steven sin saber que hacer y al ver las expresiones de las dos, avanzó hacia Génesis para esconder sus puños y sonreírle a esa mujer.
—E-eres el-
—Lo siento mucho por ese mal momento que le hizo pasar... mi novia a usted, se nos han ido de las manos las copas —soltó una risa nerviosa.
Sinceramente la mujer podía ir a quejarse sobre que se encontraba un hombre en el baño de mujeres, pero ésta solo sonrió traviesa y se fue luego de lavarse las manos.
Genesis no dejaba de mirarle, podría estar borracha pero estaba muy consiente y es buena oyente en estados como este.
—¿Cómo que novia? Apenas y sabemos el nombre de los dos —cuestionó zafándose del agarre de Lombardi.
—Ven, moja un poco tu rostro —éste sin saber que hacer intentó recordar sus momentos de adolescente.
Recordó la borrachera más fea que pudo tener, y quien lo cuidó fue su difunta esposa, trataba de recordar como ella había manejado la situación.
—Moja tu cara y yo te mojaré tu nuca, luego te meterás en un cubículo para vomitar, le diré a los chicos que traigan agua si no logras hacerlo —informó luego de cruzar recuerdos por su mente.
—Che, escúchame una cosita —Gen habló en español encontrándose el ceño arqueado de éste, confundido por el idioma.
Ésta levantó el rostro, lo miró y luego sus ojos miraban al espejo, y luego cayeron en él.
—El amague de pases no funciona —esta vez habló en ingles—, no podrían llegar a nada más que un estúpido choque donde pierden el balón, deben hacer pases con todo el equipo, tener mas defensas, tienen un portero bastante bueno pero... que no cambie su rostro, da miedo cuando se coloca serio.
Steven la miraba extrañado, ¿Qué mujer se pondría a hablarte de ésta manera estando borracha? De fútbol más que nada.
—Él es así —se encogió de hombros y presionó el botón de la canilla para que salga el agua fría.
Pasó su mano por debajo y luego la colocó sobre la nuca de ella, quien pegó un salto y comenzó a insultar en diferentes idiomas.
—¡Sos un hijo de puta! ¡Gilipollas! ¡Merda! ¡Vaffanculo! ¡Figlio di puttana! ¡Pendejo! —con rapidez protegió el botón para que éste no volviera a presionar.
Steven había quedado con los ojos muy abiertos al escuchar aquellos insultos, más el italiano, que entendió a la perfección que le estaba maldiciendo y que estaba siendo una malhablada.