Hoy Jillian volvería a hacer lo que más le gusta, cuidar y ayudar a los niños.Al llegar al centro de enseñanzas especiales todos/as la recibieron con los brazos abiertos y con una gran sonrisa llena de contención, pasaron los días, semana tras semana todo fue mejorando en todo los sentido, pero aun su corazón permanecía roto.
Richard, un joven practicante dos años menor que ella ingresó para aprender sobre el acompañamiento a los niños con capacidades especiales, su química era innegable, todos en el centro incluidos los niños creían que si Jillian volviera a abrir su corazón él podría sanar sus más profundas heridas.