-Despierta, dormilona -una voz ronca en mi oído me saca de mis sueños, provocando que dé un bostezo.
-¿Hmmmm? -gruño.
-Vamos, son las once -susurra Dylan.
Me incorporo como si de un resorte se tratara, y me visto rápidamente con unos pantalones cortos rosas y una camiseta de mangas cortas blancas bajo la atenta mirada del rubio.
-¿Puedes dejar de mirarme? Me pones nerviosa -farfullo.
-Qué amable eres por las mañanas -ironiza.
-Y tú qué pesado eres siempre.
Me dedica una sonrisa y, cuando acabo de vestirme y meter todas mis cosas en la maleta, salimos hacia el hall del hotel. Allí nos encontramos con Charlie y los otros dos chicos, y un taxi llega para recogernos y llevarnos al aeropuerto.
Después de pocas horas de viaje, llegamos a Santa Bárbara. El paisaje es veraniego y entramos a un hotel bastante lujoso, aunque no tanto como el anterior.
-Aquí tendréis una habitación para cada uno, espero que esta vez no haya ninguna objeción.
Los tres chicos esbozan una sonrisa de felicidad.
-Perfecto -dice Alex.
-Pues podéis instalaros ya, mañana empezamos a las ocho de la tarde.
-Valep -contesto.
Subimos en el ascensor a la cuarta planta, donde se encuentran nuestras habitaciones.
Entro a la mía, y me sorprendo al ver que es más grande de lo que esperaba, incluso más que la del hotel de Malibu. Las paredes son de un claro celeste, mientras que la cama tiene sábanas blancas y los muebles son blancos y azul oscuro. Después de desempacar mis cosas y colocarlas en los armarios, me dirijo al hall del hotel para investigar un poco.
Entonces noto como todo el mundo comienza a mirarme y a cuchichear. Me remuevo incómoda y la veo. Veo la revista que algunos tienen en sus manos, y abro los ojos al ver que se trata de SummerStyle, y que la imagen que adorna la portada no es nada menos que Dylan y yo besándonos en la playa de Malibu. El enfado me recorre por dentro y subo a la habitación de Charlie, furiosa por haber puesto esa foto. De todas las que me hice, ¿tenía que ser esa?
Pego con los nudillos en la puerta, y un Charlie adormilado la abre con una sonrisa que se desvanece cuando nota mi enfado.
-¿Qué pasa, Lily?
-¿Cómo que qué pasa? ¿Cuando ibas a contarme sobre la portada de SummerStyle?
La boca del director se abre para decir algo, pero con las mismas se cierra.
-Creía que no te importaría -dice al fin, y ruedo los ojos.
No voy a discutir con mi jefe, así que lo dejo estar, por mucho coraje que me dé.
-Da igual, Charlie, no pasa nada -repongo esbozando una sonrisa un tanto falsa.
Me meto en mi habitación, cansada, y, tras abrir la cama, me tumbo en ella y no tardo en dormirme.
Los rayos de luz que entran por la ventana son jodidamente molestos, y me coloco la almohada en la cabeza para que no me den en la cara.
Después de un rato más acostada, decido levantarme y me visto con un mono blanco y el bikini debajo, ya que he decidido ir a la playa un rato.
Cojo lo necesario y me dirijo primero al comedor, necesito mi desayuno. Tras zamparme un cuenco de cereales de trigo, salgo del hotel y ando hasta la playa, que está algo más lejos que en el hotel de Malibu.
Es raro, no veo a los chicos desde ayer, y, aunque me cueste admitirlo, me lo paso mejor con ellos que sola. Pero entonces, como si mis pensamientos se manifestaran, atisbo a lo lejos tres siluetas que reconozco al instante. El problema es que no están solos, sino rodeados de chicas ¿con ropa hawaiana? Dios. Conforme me voy acercando, me entra la risa al ver a los tres bailando a lo Lilo y Stitch.
-¿Qué demonios hacéis? -pregunto entre risas, y los tres dan un salto cuando me ven.
-¡Lily! ¿Qué haces aquí? -dice Ethan con las mejillas coloradas.
-¿Cómo que qué hago aquí? ¿Pues será que venía a la playa y os veo bailando así?
Dylan no puede reprimir la risa y comienza a llorar a causa de esta.
-Ay, es que estábamos tan tranquilos tomando el sol, y ha venido una de esas -explica señalando a unas morenas- y nos invitaron a la fiesta. No nos podíamos negar.
-Uf, cómo están -susurra Alex mirándolas.
-Oish, mira que estáis desesperados.
-Oish, que pijita te has vuelto ¿no? -dice Dylan, y le enseño el dedo del medio.
-Pues, chicos, me voy de aquí, que al parecer soy la única persona decente.
-Eh, eh. Tú te quedas -me ordena Alex, cogiendo mi bolso y dejándolo en una silla-. Ala, ya podemos bailar.
Frunzo el ceño pero aún así accedo, y me dejo llevar por el ritmo de la música.
Después de un rato bailando, Dylan me coge de la mano y me lleva a un lado de la multitud.
-Supongo que habrás visto la portada de la revista.
Su comentario me pilla por sorpresa, y niego con la cabeza, a pesar de que, como ya sabéis, es mentira. Lo que pasa es que no tengo ganas de hablar de esto precisamente con él. Cuando ve mi gesto, su sonrisa se hace pícara y se lleva una mano al mentón.
-¿En serio? -pregunta divertido, y esta vez asiento-. Pues es bonita...
-Ya. ¿Volvemos con los demás? -digo echando un vistazo a cómo los chicos se desmadran.