Havre, Montana
Una lluvia torrencial caía desde el cielo, como si el universo supiera lo que sentía su roto corazón.
Pese a la pronta oscuridad del cielo antes del crepúsculo y la humedad del clima, las luces de navidad brillaban en su máximo esplendor en aquel pueblo.
Todo a su alrededor detonaba vida y alegría, menos ella. Ese día una parte de su vida se rompería para siempre, una parte por la que lucho tantos años y aun así termino perdiendo.
La canción "All I want for christmas is you" de Mariah Carey se escuchaba en el vestíbulo del juzgado familiar del condado de Berth.
¿Por qué todos siempre estaban felices en navidad?
¿Acaso no entendían que aquella época también dolía en el alma?
Lexie Parker, quien dentro de pocos minutos volvería a ser Lexie Mitchell, entró a la sala dónde la esperaba ya su abogado.
— El señor Parker no se va a presentar hoy, señora Mitchell, su abogado está aquí en su representación — escuchó decir al juez en la sala.
Ella sintió a su abogado tensarse a su lado.
— ¿Algún motivo especial que amerite su ausencia? — preguntó este, a lo que el juez respondió;
— El señor Parker está en el hospital, su hijo nació esta mañana — aquellas palabras fueron un duro golpe para la mujer pelirroja, sentada con las manos temblorosas.
«Jeremy tuvo un hijo» se repetía una y otra vez Lexie, llorosa. Mordió sus labios para evitar soltar las lágrimas que ya se acumulaban en sus ojos.
— Veo que ambas partes han llegado a un acuerdo justo, para proceder con el divorcio — declaró el juez, observándola —. El abogado de la señora Mitchell, ¿tiene algo que agregar o disputar?
Omar Ortega, su abogado y amigo, tocó su mano para preguntarle, a lo que ella respondió sacudiendo la cabeza de forma negativa.
— No su señoría, no hay nada que disputar — afirmó.
Lo siguiente que procedió fue la lectura de los acuerdos de ambas partes y la firma del divorcio.
No supo cuantas veces se le resbaló la pluma de entre sus dedos. Hasta que finalmente hizo un garabato en forma de firma y le pasó el papel un tanto apresurada al abogado.
La pelirroja necesitaba salir de allí, sentía que se ahogaría en cualquier momento, se despidió en tono cortés de su defensor y este le prometió que la casa y las propiedades al noroeste del país que ella había ganado en el acuerdo, estarían bajó su nombre a más tardar la semana siguiente.
Con un asentimiento y un corazón destrozado, abandonó la sala para salir hacia la lluvia gélida, que le daba la bienvenida a su nueva vida como una mujer soltera.
Jeremy Parker, su exesposo de años, la había engañado con su secretaria.
— No puedo estar con una mujer que no me puede dar hijos, Lexie — se lo había dicho sin remordimiento alguno, mientras las piezas de su alma crujían ante el dolor —. Tu vientre está seco y yo soy muy joven para... lo siento.
Se había ido dejándola sola en el porche, para jamás regresar y ahora él tenía una vida feliz, mientras a ella se le arrugaba de poquito el corazón como una pasa.
No abrió el paraguas, dejó que todo cayera sobre ella sin pestañear siquiera, a su alrededor familias y parejas se cubrían de la lluvia entre risas y villancicos.
Una navidad perfecta para muchos... otra navidad rota para ella.
Tomó las llaves de su auto.
— ¡Feliz navidad!— le gritó una sonriente señora —. Te estás mojando toda, hija. ¿Necesitas ayuda?
Lexie negó, incapaz de pronunciar palabra.
La mujer la escudriñó con tristeza, era obvio que algo pasaba con aquella hermosa joven.
Ella entró las llaves en la abertura y se metió a su viejo auto.
Condujo varias millas, hasta que finalmente se rompió en llanto.
Su vida era dura, por muchos motivos. La perdida de sus padres, la rotura de su matrimonio y su imposibilidad de tener hijos.
De niña, cada año, desde su ventana soñaba con una navidad inolvidable donde el amor sea el protagonista, donde ella horneara galletitas para sus pequeños, mientras su esposo encendía el fuego de la chimenea.
La joven no tenía nada de aquello.
Su auto se detuvo después de horas conduciendo hacia las montañas, con el único objetivo de llegar al "puente de los deseos"
El puente más alto de toda el área boscosa.
El indicador de gasolina mostraba el tanque vacío.
Ya no llovía, ahora nevaba y la oscuridad cubría el cielo.
Vio el puente de lejos y decidió caminar.
Salió del auto, dejando todas sus pertenencias dentro. Sus pasos no eran apresurados.
Ya no tenía una vida que vivir, ni nadie que esperara por ella.
Los copos de nieve caían como en aquellas películas románticas, solo que en aquel escenario no había besos, ni sonrisas, ni villancicos.
Sus botas de nieve tocaron la orilla y no se permitió mirar, solo cerró los ojos...
— Si se echa a un lado sería mejor — gruñó una voz autoritaria y cruda a su lado.
Un copo cayó entre ellos y Lexie, observó a una versión bastante gruñona y atractiva de Clark Kent.
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Editado: 03.01.2024