Mi cerebro tardo un rato largo en procesar lo que estaba pasando frente a mí. No es como si fuese la primera vez que veía a un hombre desnudo. O sea quiero decir mi relación con Toby había sido bastante larga y por supuesto que habíamos tenido sexo en más de una ocasión.
No había sido el mejor pero algo era algo y prefería eso a la sequía que había experimentado hacía tiempo atrás.
Y esta sin dudas no era la primera vez que veía a Dalton desnudo después todo nos habíamos acostado, sin embargo había una gran diferencia entre esa vez y esta.
En la primera ya sabía a lo que me afrontaba en cambio ahora me había tomado completamente desprevenida y por esa misma razón no sabía muy bien cómo reaccionar ante algo así.
— ¿Disfrutando de la vista? — pregunto con expresión arrogante.
Parpadee un par de veces y me obligue a mí misma a dejar de verlo.
—Tomare a tu silencio como un si— afirmó y llevó una mano a su cintura posando con el "David".
Tome un almohadón y lo arrojé en su dirección.
—Tapate, por favor—exclame y lleve mis manos a mi rostro para ocultarlo detrás de ellas.
—Vamos, no es como si no hubieras visto uno así— colocó el almohadón sobre su miembro— En especial el mío, si mal no recuerdo esta sería la segunda vez aunque si quieres puedo hacer que sea una tercera— agregó corriendo un poco el almohadón.
—DALTON—grité.
—Estoy bromeando, estoy bromeando—dijo riendo.
—Me alegra saber que esto te causa gracia.
—No es para tanto — bufó y se agachó para recoger la toalla y así envolverla en su cintura nuevamente— Es algo natural— añadió sentándose a mi lado.
Gire mi cabeza hacia él. No podía decir que me sorprendía la naturalidad con la que se tomaba estas cosas, como para él el sexo no era tabú, al fin y al cabo hacia unos minutos atrás había sido el quien sugirió hacer un trío conmigo y con mi prima.
—Lo sé— respondí— Es solo que no estoy acostumbrada a hablar del tema con tanta libertad como tú.
—No me digas que eres de las que cree que venimos de las cigüeñas—bromeó—No preguntaré si eres de las que piensa en llegar a virgen al matrimonio porque los dos conocemos la respuesta a eso.
—Claro que no, Dios. Aunque si soy de las chicas que piensa que el sexo es algo serio. No es como si me fuese entregando así como así a la primera persona que se cruza en mi camino a excepción bueno...
—De esa vez que te salve en la fiesta de que murieses o te quebrases todo los huesos de tu cuerpo y como agradecimiento pasaste la noche conmigo.
—Vaya noche que fue esa— reí y sentí como por un segundo el ambiente se alivianaba un poco.
—Ni que lo digas, fue lo que nos llevó hasta aquí— afirmó y colocó un brazo por detrás de mí—No todas las cosas que sucedieron ese día fueron malas.
Pensé en eso último que dijo. No lograba comprender que consideraba que era bueno y que era malo.
—Claro salvo por el hecho de que me acosté con mi jefe y este me engaño a la hora de firmar un contrato y ahora debo fingir ser su pareja para que su padre no le quite todo lo que tiene. Fuera de eso, todo fue bastante bueno—conteste sin ocultar el sarcasmo en mi voz.
— ¡Oye!— me dio una palmadita en la espalda— Que tú también sacarás algo bueno de todo esto. Más de una cosa buena en realidad— me aseguró.
— ¿Ah sí?— inquirí— Ilumíname, ¿cuéntame qué es lo que se supone que obtendré de todo esto yo?
—Para comenzar si haces las cosas bien podrías convertirte en la nueva autora de nuestra editorial sin contar que habrás hecho una obra del bien al salvar a un hombre de acabar en la miseria. También podrás conseguir despojarte de todo eso que te retiene y no te deja disfrutar de tu sexualidad como se debe. Eres joven deberías divertirte más.
Enarque una ceja ante sus palabras. Quien se creía que era para decirme todo aquello.
—Gracias por el consejo que jamás te pedí— dije poniendo los ojos en blanco.
— ¿Puedes dejar de ser tan cínica, una vez? Sabes, soy consciente de que para ti no soy más que un patán que te engañó y que te recuerda que tuviste sexo con él solo por despecho pero soy algo más que eso.
— ¿Lo eres? Lo siento si no te creo, es que no te has esforzado mucho para demostrarme lo contrario.
Dalton se movió un poco más en el sofá y su pierna chocó contra la mía haciendo que mis jeans se humedecieran.
—Ya, entiendo. No importa cuánto me esfuerce jamás podré sacarte de tu cabeza la imagen que te has creado de mí y tomo la culpa de eso, siento que en cierta forma me lo merezco—admitió—Eso no quita que no pueda hacer algo para hacerte cambiar de opinión.
— ¿Qué es lo que se supone que harás para borrar la terrible imagen que tengo sobre ti?— pregunté y no me pare a pensar si mis palabras lo lastimarían.
— Bien para comenzar ahora que los dos sabemos que viviremos juntos podrías aprender mucho de mí como yo puedo hacerlo de ti— sentenció— Más que ver a esto como una tortura podríamos usarlo para conocernos un poco mejor. ¿No crees?
Por mucho que odiara reconocerlo lo cierto es que no estaba tan equivocado.
—De acuerdo, te daré la razón en eso. Y prometo no ser un dolor en el trasero siempre y cuando tú prometas no serlo tampoco.
—Juro que te evitaré la mayor cantidad de dolores de cabeza en la medida que pueda. A partir de mañana.
— ¿A partir de mañana? ¿Por qué dices eso?— pregunté confundida.
Una gran sonrisa apareció en su rostro y se me quedó viendo por unos minutos en silencio, sin decir una sola palabra.
— ¡Dalton! Habla de una vez, por favor. Me estoy volviendo loca. Juraste que no me darías dolor de cabeza y estás por romper tu promesa a pocos segundos de haberla hecho.
—No te desesperes, linda Lena— levantó una mano y acaricio mi mejilla— ¿Nunca escuchaste el dicho que dice "Todo lo bueno se hace desear"? ¿No crees que me queda bastante bien? Quiero decir yo estoy bastante bueno y a veces me hago desear— recorrió su torso desnudo con su mano.