– Haber si entendí, tú me estás diciendo que este chico tan atractivo, perdón galán, es la verdad– Ximena miró a Oliver y el asintió tímidamente– ¿Es tu perro?
Oliver y yo afirmamos con la cabeza.
– ¿No me crees verdad?– pregunté desanimada.
– No es que no te crea, en realidad. Suena demasiado fantasioso para ser verdad Cattleya– se acercó su café y bebió un sorbo– Además, no tienes ni una sola prueba, ¿Cómo puedo estar seguro de que es Oliver?
Es verdad, si lo veo de ese modo sería difícil de creer también. Pero tampoco quiero quedarme sola con Oliver en esta locura, si estaré envuelta en este enrolló quiero llevarme a alguien.
– X-ximena – Oliver empezó a hablar entrecortadamente, lo miramos atentamente ya que se notaba sumamente nervioso, debe ser por la cafeína, ¿Los perri-humanos pueden consumir cafeína? No lose.
– ¿Quieres mejor un té de limón Oliver?– pregunté.
– Ximena fue quien ensució tu vestido de graduación– Oliver habló rápidamente– Aquella vez que fuiste de compras al supermercado, Ximena se probaba tus vestidos en la casa, segundos después ví como su malteada de cereza caía en la prenda, intentó lavarla, pero no pudo con la mancha, así que escondió el vestido en el fondo del cajón de medicinas– dijo y enseguida su rostro se tornó completamente rojo.
– ¡Oliver! ¡Eres tú!– Ximena saltó sobre Oliver desviando la conversación.
Sabía que mi vestido no pudo haber desaparecido así como así.
– ¿En cierto eso?– pregunté enmarcando una ceja.
Ximena se separó de Oliver lentamente, tomó su café y se lo empino.
– Jamás pensé que Oliver fuera tan soplón– se quejó y miro a Oliver decepcionada– ¡Confiaba en ti! ¡En tu silencio de perro leal!
– Tendrías que haberme dado más carne de hamburguesa ese día– respondió sacando la lengua.
¿Cuando este ambiente se volvió tan infantil?
– Bien ya, olvidemonos de eso– suspiré y miré a Ximena– ¿Qué hago? ¿Qué haré con él?– las dos miramos a Oliver quién ahora se encontraba jugando tiernamente con el popote de su café.
Debió pedirlo sin él, contamina el planeta, lo pasaré por esta vez.
– Es demasiado bonito para dejarlo – comentó Ximena.
– No pienso dejarlo, solo quiero saber qué haré con toda esta situación. Es demasiado raro, dime ¿Qué tan probable es que tu perro se convierta en un humano?
– En mi caso cero, en el tuyo cien porciento– Ximena río estruendosamente.
– Puedo dormir en el sofá del sótano– opinó Oliver, su rostro se mostraba sincero y comprensivo, lo que ocasionó en Ximena y en mi un gesto de ternura.
– No cariño, tu dormirás en la mejor de las camas– respondió Ximena tomándolo del hombro– Es solo que esta insensible tiene que analizar las cosas, tranquilo– extendió su mano y le dió unas monedas– Ve y juega un momento ahí, hablaré con ella.
Oliver asintió y dejó su café en la mesilla, se levantó y enseguida partió hacia las máquinas de juego.
– Como crecen– Ximena se pegó las manos al pecho dramáticamente.
– Basta ya, ahora que se ha ido ayúdame a planear algo– insistí– Mis papás no vendrán dentro de varias semanas, necesito ayuda– bufé y golpeé ligeramente mi frente contra la mesa.
Ximena sorbio su café y suspiro.
– No veo por qué exagerar las cosas mujer, no hay nada que Oliver no conozca de ti. Solo debes seguir el hilo de la corriente, déjate llevar.
– ¿Encuentras normal esto?
– Para nada, pero talvez la vida te está dando una oportunidad de cambiar el rumbo, expande tu mente y deja de lado las cosas que creías conocer, quieras o no está pasando, debes aceptarlo y disfrutarlo– tomó su mochila y guardo su celular– ¿Quién no desearía que la persona más leal de tu vida estuviera a un lado tuyo?
Lo se.
Creo que entenderlo, es solo que jamás pensé que algo así me pasará a mi.
– ¿Te dijo algo acerca de ello?– interrogó– Me refiero a su repentino cambio de imagen.
– Está aún más confundido que yo– negué con la cabeza– El solo sabe que tiene que cumplir una misión, aunque jamás le dieron detalles de ella.
– Pobrecillo, debe de estar asustado. No imagino lo difícil que debe ser cambiar totalmente de ambiente, aún así parece adaptarse– nos giramos y lo miramos, estaba meneando la máquina de pelotas, parece que no se ha dado cuenta de que no ha puesto la moneda– Bueno, algo es algo– rectificó.
– Debo ir con él, luego te contaré cómo me fue– dije y me coloqué la mochila en los hombros– Por cierto, no pienso dejarlo en casa. Tal vez lo inscriba al instituto, le haría bien cambiar de aire, si no se adapta no dudaré en sacarlo, solo quiero darle una nueva oportunidad de vivir.
– O tal vez él te la de a ti– dijo y se colgó la mochila también.
– Probablemente, te llamaré en cuanto pueda, tengo que enseñarle algunas cosas– me despedí y fui hacia donde estaba Oliver.
Golpee mi frente con la palma de mi mano.
– ¿Que intentas hacer Oliver?– pregunté colocando un brazo en mi cintura.
– La pelota no quiere volver a su sitio– se notaba algo angustiado– Lo intenté pero no pude, ¿Qué estoy haciendo mal?– noté como su voz se empezaba a quebrar.
Ay no.
– No no Oliver, tranquilo– lo abracé rápidamente– La pelota es tuya, has pagado por ella tranquilo– se quedó quieto mientras intentaba regularizar su respiración.
Fue ahí cuando me di cuenta de otra cosa, Oliver es demasiado inocente para este mundo.
Horas después.
– Aquí dormirás tú, puedes tomar las cobijas que quieras del armario– dije extendiéndo la cobija de la cama.
– ¿Dónde dormirás tú?– preguntó con las almohadas tapando su rostro.
– En el cuarto de mis padres, supongo que estás más acostumbrado al mío, así que dormirás aquí– dije y retiré dos de las almohadas que cargaba.
Oliver pareció entender y se sentó en la orilla de la cama.
– Si necesitas algo estaré ahí– señale la puerta del cuarto de mis padres– No te afligas, pronto enfrentaremos mejor la situación.