Que Amelia se quitara los lentes estaba bien, cuando se quitó la peluca me quedé anonadado. Su cabello era realmente hermoso. En cuanto se sacó esa maraña de pelo negro un cabello castaño caía lacio con ondas en las puntas. Eso me dejó estupefacto, pero cuando se acercó demasiado y me besó… no supe cómo reaccionar.
Excepto que no me había besado, si se acercó mucho y puso una mano en mi mejilla, pero puso su dedo pulgar entre nuestros labios así que no llegaron a tocarse. Decidí seguirle el juego y cerré los ojos, como si fuera real.
Luego ella se separó y yo aún no sabía cómo reaccionar, ella me ayudó con eso.
-Solo asegúrate de que ella se lo siga creyendo.
-Tu cabello…
Estaba estupefacto… pero del buen modo.
-Sí, mi cabello no es lo único lindo que tengo pero prefiero no hablar de eso, adiós.
Ahí estaba otra vez, estaba siendo brusca, quería decírselo pero tomó su peluca y se largó antes de que pudiera decirle nada más. Me quedé mirando el techo unos segundos y luego cerré los ojos. Justo en ese momento sentí un fuerte golpe en la mejilla y cuando abrí los ojos tenía a Stella enfrente en un mar de lágrimas. Me había olvidado de ella.
-¿Qué te pasa?- le grité
-¿Cómo te atreves a hacer una cosa así?- me exigió.
-¿Hacer qué? ¿Besar a mi novia? Porque hasta donde sé, eso es bastante normal.
Al parecer ella no supo que replicar porque se largó. La mejilla me escocía y decidí volver a clases.
Tres horas de clase después, todos estábamos fuera y me encontré con Hernesto en el pasillo. Se quedó mirándome raro.
-¿Qué te pasó en la cara?
-¿Qué tengo?
-Está roja, de hecho, parece como si tuvieras dos dedos pintados.
-Prepárate para sorprenderte, Stella me golpeó.
-¿Pero por qué?
-Porque me vio besándome con Amelia.
-Espera, ¡¿Tú y Amelia se besaron?!
-¡No! Ella solo fingió que lo hacía, puso su pulgar entre nosotros, pero antes… Dios mío, se quitó la peluca y yo…
-¿Se la quitó? Eso me impresiona más que si te hubiera besado.
-¿No crees que estoy loco? Pensaba que alucinaba.
-Ella es mi mejor amiga, la conozco, y te conozco. Si crees que su cabello es hermoso espera a ver su cuerpo, te va a dar un infarto.
Seguimos hablando todo el tiempo libre y luego volvimos a clase. El día había transcurrido normal, no me había encontrado ni con Amelia ni con Stella durante el resto del día y al llegar la hora de la salida, en vez de ir al parqueo por mi auto, quise ir a la entrada y allí estaba Amelia, otra vez con un libro en las manos… y la horrible peluca puesta.
-Sé que no te importa mucho mi opinión, pero deberías deshacerte de esa cosa y no volverla a usar jamás.
-Tienes razón, no me importa tu opinión y tampoco…
-Lo sé, solo quería que lo supieras, ¿te llevo?
-Gracias, pero ya vienen por mí.
-Ok.
Me puse a su lado para también ver la calle de frente, ella volvió a leer pero al ver que no me iba me miró raro.
-Ya que no puedo llevar a mi novia a casa por lo menos esperaré hasta que vengan a recogerla- le expliqué.
Ella no dijo nada, pero creo que sonrió un poco.
Nos quedamos en silencio por unos cinco minutos, casi todos se habían ido, igual que el día anterior y entonces un increíble Porsche se estacionó frente a nosotros. Me quedé tanto tiempo mirándolo que no me di cuenta de que Amelia estaba del otro lado y había abierto la puerta trasera y casi estaba dentro. Al verla me dijo adiós con la mano.
-Nos vemos mañana Jonathan.
Le devolví el saludo con la mano y no entendía cómo era posible que el día anterior se fuera en un Jaguar y este día en un Porsche. Definitivamente tenía que descubrir quién era esa chica. Debía tener un novio muy rico… esperen, no podía ser su novio porque yo ya lo era, tal vez una tía rica o un abuelo, algo.
Fui al parqueo y mi auto era el único que quedaba. Me subí al auto y lo encendí, también llamé a Hernesto por el manos libres y al cuarto tono me contestó.
-¿Qué ocurre Jonathan?
-Dices que Amelia es algo así como tu amiga, ¿cierto?
-Mi mejor amiga, continúa.
-Bueno, ayer y hoy estuve con ella cuando alguien vino a recogerla, lo increíble es que el día de ayer la recogieron en un Jaguar y el día de hoy en un Porsche, ¿quieres explicarme?
-Escucha, no tengo por qué contarte la vida de Amelia y no lo haré. Solo te diré que, la mayoría de nosotros vivimos a cinco o seis minutos del instituto, quien más lejos vive es a quince, pero ella vive a cuarenta y cinco minutos. Le gusta guardar las distancias, no le gusta ser el centro de atención. Por eso usa la peluca y la ropa grande, los lentes si los necesita. En fin, si en algún momento ella quiere contarte algo, sabrás todo.
-La haces sonar misteriosa.
-Lo es, pero no soy quién para seguir hablando de Amelia, sé que no me crees y no voy a obligarte a ello, nos vemos amigo.
Y me colgó. Esta chica realmente me intrigaba y de pronto tuve la repentina y tal vez estúpida idea. Decidí seguir el auto. Solo tras quince minutos pude ver el auto, pero no estaba en la carretera, estaba estacionado en la compañía Help&Accounts.
Era una compañía que ayudaba a las personas con el control de sus cuentas y esas cosas. De hecho, Hernesto hacía prácticas ahí ocasionalmente desde el año sabático que nos daba el instituto antes del último año para descubrir nuestra vocación o una cosa así. Era por eso que mis padres lo habían contratado para controlar mis tarjetas de crédito, que pesado.
Estacioné el auto lo más alejado que pude, básicamente le di la vuelta al edificio, cuando volví al frente me quedé viendo el Porshe y vi que el estacionamiento tenía nombre. “Para la presidente”. Esto estaba cada vez más extraño. Decidí llamar a Hernesto.