Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 47

      -Porque no me quiero acostumbrar a tenerte cerca en momentos importantes. No quiero querer estar siempre contigo y empezar a quererte sabiendo que todo terminará pronto, yo…

       -Ya no sigas- me interrumpió- entendí bien. Adiós Amelia.

      “Yo quiero dejar de quererte”. Declaré una vez que escuché la puerta cerrarse. Una lágrima curiosa salió de mi ojo izquierdo y sonreí un poco ante la estupidez. Me la sequé y busqué mi celular para hacer unas llamadas.

      -Señorita Amelia, ¿En qué puedo ayudarla?

      -Hola Hall. Necesito un favor. Necesito que contactes al detective que ha hecho las últimas investigaciones de la compañía, quiero que investigues quienes han comprado un yate.

      -¿Un yate?

      -Sí y de paso has que investiguen a la familia Hills.

     -Cómo guste, señorita.

      -Gracias.

      Colgué y dudé unos segundos de si debía llamar a Hernesto o no.

      “No pierdas la cabeza Amelia-me dije- tienes que plantearte bien las cosas, no puedes permitirte dar un paso en falso en estos momentos”.

       Quince o tal vez treinta minutos después, escuché a mi madre llamándome.

       -¡Cariño! ¿Estás aquí?

       -¡Sí, estoy viendo un película!

      Ella llegó al salón de juegos un poco agitada y mojada por la lluvia que ya amainaba.

       -¿Llamaste a Jonathan?

       La miré extrañada.

       -Él trajo unas pizzas y sodas y se fue hace bastante rato.

       -Creo que deberías llamar a casa de los Hills, cariño.

       Su tono de voz no me agradó mucho y tomé el celular para llamar. La llamada se cayó dos veces y a la tercera contestaron.

       -Casa de los Hills, ¿en qué puedo ayudarle?

       -Hola, soy Amelia la… la novia de Jonathan. ¿Puede decirme dónde está?

       -Oh, señorita Amelia, ¿no se ha enterado? El amo Jonathan sufrió un accidente y los señores Hills han ido con él al Miuts.

      -De acuerdo, gracias.

      Al momento de colgar parece que mi madre estaba escuchando porque entró en seguida preguntándome qué había pasado.

       -Está en el Miuts, parece que ha sufrido un accidente.

      -Debes ir. Puedo acompañarte si lo deseas.

      -¿Segura? Ya se está haciendo bastante tarde.

      -No son ni las ocho de la noche y ya has llegado a media noche. No veo problemas. ¿Quieres que te acompañe?

       -No mamá, está bien. Seguro no es nada grave y solo es una contusión. De todas formas iré, pero estoy segura de que no es nada.

      Yo rogaba porque no fuera nada, pero no quería que mi madre se preocupara. Aprovecharía la oportunidad para hablar con los padres de Jonathan sobre ciertas cosas.

      Mientras iba de camino al Miuts, llamé a Hernesto para que supiera acerca de mis sospechas e investigara todo lo posible sin levantar sospechas. Cuando entré al hospital pregunté en recepción y me indicaron el tercer piso habitación 4-D. cuando llegué allí vi a una Callie desesperada caminando de un lado para otro. En cuanto me vio entrar fue a abrazarme.

      -Gracias a Dios estás aquí. Todavía no despierta y me estoy asustando, el médico dijo que no sería nada grave pero, ya sabes cómo es esto.

      -Comprendo Callie, pero todo estará bien. ¿Me explicas qué pasó?

      -Él había salido a dar un paseo y parece que cuando volvía a casa, ya sabes que toda la carretera estaba mojada, debió haberse resbalado y… no sé. Se fracturó la muñeca izquierda. Tuvieron que ponerle una placa y la anestesia más el golpe de la bolsa de aire…

      Callie rompió en sollozos. Podía ver su dolor e impotencia ante lo que estaba viviendo y no tuve fuerzas para someterla a un interrogatorio en esos momentos.

      Recibí un mensaje de Hernesto que decía:

“Descubrí algo que podría resolverlo todo, te espero en la parte trasera del Miuts en cinco minutos”.

      -Callie, debo ir a mi casa por unas cosas- no sabía si después de lo que escucharía tendría fuerzas para disimular- haré lo posible por volver y, si no es molestia, pasar la noche aquí.

      -¿Estás segura de que volverás?

      Por primera vez, miré a Jonathan, inconsciente sobre la camilla con un tubo en su boca conectado al respirador. Entendía la preocupación de Callie, si el accidente no había sido tan grave, ¿por qué lo tenían así?

      Me quité la pulsera que me había regalado Joanna y me senté en la orilla de la camilla. Tomé la mano de Jonathan y le coloqué mi pulsera junto a la suya. No sabía si volveríamos a hablar. Salí de la habitación sin hablar otra palabra con nadie y me dirigí a la parte trasera del hospital, todo estaba muy oscuro y encendí la linterna de mi celular.

       -¡Hernesto!-llamé- ¡¿Hernesto, dónde estás?!

      Escuché unos pasos detrás de mí y me giré para recibir a Hernesto, pero no era él. Sentí como me cubrían la cabeza con algo y me amarraban las manos detrás de la espalda. Empecé a gritar.

      -Si quieres mantenerte con vida más te vale guardar silencio o morirás aquí mismo.

      Sentí como me arrebataron el celular de la mano y luego un golpe sordo de él cayendo. Me subieron a algo que luego empezó a moverse y yo estaba realmente muy asustada. No sé cuánto tiempo pasamos en el trayecto, pero ya no sentía las piernas, finalmente, el vehículo estacionó, escuché voces fuera.

      -¿La trajeron?

      -Sí, está dentro.

      -Bien, llévenla adentro y espósenla en el lugar que habíamos acordado.

      Todo se hizo de acuerdo y como ordenaron. Cuando me esposaron entonces me quitaron la bolsa de la cabeza y frente a mí tenía a…

       -Joseph- pronuncié con desprecio en la voz.

       -Un placer volver a verte, Amelia Ricks. Increíble ver cómo haces que toda una familia cambie por ti.




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