Duncan
¿Quién diría que ese día seria de encuentros inesperados e indeseables?
Para Duncan, Austin no entraba en la categoría de indeseados, después de todo era su primo y pese a lo fue capaz de hacerle en repetidas ocasiones no podía dejar de justificarle, puesto que sin pensarlo el también actuó en el pasado de una forma que sin pretenderlo le dañó, cuando debió ser lo contrario al portar un cuantos años más que él.
Casi siempre se habían llevado bien, más cuando de alguna manera tras la pérdida de su padre, el hermano de este intentó ser esa imagen, que no pudo suplantar, puesto que ni con su hijo, destacando su rectitud y corazón noble nunca pudo conseguirlo del todo.
Eran muy unidos, pasaban temporadas juntos hasta que Duncan partió a Francia, residiendo en aquel lugar por un tiempo.
Siempre estando el uno para el otro, de alguna u otra manera hasta que le lastimó.
Por eso no podía simplemente dejarlo de lado, cuando fue quien lo inició, y aunque conocía los sentimientos que albergaba hacia su esposa, cuando supo de su regreso, también fue consciente que no volvió por ella.
Entre sus tantas razones, en una de estas entraba el estar probando su grado de tolerancia, dándole la satisfacción de que logró tocar un nervio, ese mismo que le gritaba internamente que, aunque quisiera ignorarlo aborrecía que respirase el mismo aire que su mujer.
¡Por Dios!
Si estuvo tan cerca de quitársela por culpa de sus malas decisiones, de los malentendidos.
No quería pasar por aquello de nuevo.
En esa zozobra constante de perderle, pese a que sabía que era enteramente suya.
...
Miró a Anika, aquella mujer que se le tornaba más que despreciable, sin poder creer como había podido sentir algo por una persona tan fría y sin corazón.
Sabía de buena fuente que había perdido todo lo que le cedió, pese a que de sus labios escuchó la forma ruin en que lo engañó por tantos años.
Posterior a vender la residencia que tenía en Escocia, no quiso que le informaran más de su entidad.
Inclusive, pensó que ya había partido a otro continente, pues a raíz del escándalo de la boda, entre otros sucesos, ningún caballero acaudalado la quería cerca.
Siendo Beaumont el primero en despreciarla.
—No eres bien recibida— se acercó a está poniendo su cuerpo como barrera para no exponer más a Ángeles—. Retírate, o no respondo por lo que pueda pasar— por un momento en sus ojos se plasmó el miedo, sin embargo, al mirar a su primo cuadro los hombros y esbozó una sonrisa fingida de suficiencia, que se tornó más un amago de mueca.
—En eso te equivocas, cariño— negó observándole descaradamente, mordiéndose el labio al cerciorarse que estaba más guapo que la última vez que lo avistó.
La paternidad sentándole de maravilla.
» Vine con un objetivo y no me iré hasta cumplirlo.
Estaba cansado de esos detestables juegos patrocinados por su familia más directa.
—Austin ¿Qué quieres confirmar con todo esto? — resopló con cansancio observando de reojo al nombrado—. Me resulta estresante ser tu idiota, cuando ya somos grandes para que afrontemos nuestro inconveniente como caballeros formados— se acercó a este entre dolido y decepcionado—. Harto de pretender que no me daba cuenta de que tienes a John como tú más fiel aliado informándote de mí paso a paso, que fuiste el autor intelectual de que Anika se pareciese en mi matrimonio— se pasó las manos por la cara, porque entre más nombraba sus errores, este sonreía de una forma más abierta—. Aunque no quiere decir que estoy culpando de mis errores, pues fui el único que los fomentó— aclaró para que no activara su lado dramático—, pero esto...— señaló a la pelirroja de ojos verdes con desprecio— es demasiado hasta para ti— negó con la guardia baja, sin ganas de luchar—. Sabes perfectamente lo que siento por Ángeles, fuiste el primero en percatarte de esto. Trate de razonar cuando me enteré de que sentías algo por ella— omitió el hecho de que se sobrepasó, porque era algo íntimo y no avergonzaría a su persona, la cual observaba la conversación un tanto incomoda, y más cuando Anika miraba todo sorprendida por saberse descubierta desde el principio.
No solo cuando rabiosa se lo declaró.
» Te justifiqué porque fui el que fomentó la situación, pero en vez de menguar, todo fue en crecimiento cuando la primera negación por mi parte salió a relucir— ahora los dos estaban serios—. Porque te cedía lo insignificante, pero esta vez me estabas indicando que querías al amor de mi vida— y eso sí que no—. A la madre de mis hijas, y por ella doy hasta mi existencia, pero no la intercambio como un objeto intrascendente— posó una mano en su hombro—. Y cuando creí que al fin lo entendías me sales con otra treta, ¿Qué deseas y te lo daré?, pero entiende de una buena vez que el pasado no lo puedo cambiar. Que se fue y no va a regresar por más de que le intenté persuadir, sencillamente dice que estar a tu lado es sinónimo de destrucción, y no pretende ser la salvación de una persona que lo único que le interesa es dejar caos por dónde camina— lo dijo.
Lo ocultó por demasiado tiempo, pero estaba cansado de sentirse culpable por algo que no había hecho.
Fue una solución que resultó daño colateral.
Salvó un alma, pero destruyó una vida.
Esa que le estaba cobrando con creces no ser indicado para esa persona que huía, solo para encontrar una salida a ese círculo en donde la hundió.
Ese que había dejado solo víctimas, ninguna con signos de salvación.
—Hasta que te enteras de que deje ser un puto crio— ¿Qué?
Le apartó la mano con brusquedad.
» Lo supe hace demasiado, pero quería...— salió de la sorpresa mostrándole la palma de la mano para frenar su perorata.
—Esta situación, aunque la promoviste, creo que estamos de acuerdo en que es una conversación privada y alguien en esta sala sobrando— miró en dirección a las mujeres.
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Editado: 22.04.2023