Botellita (ChanBaek)

—Agh… ¿En serio? —se quejó KyungSoo al ver que, otra vez, la botella lo estaba apuntando a él.

—Vamos, es el destino —bromeó Xiumin al volverá tomar la botellita transparente con tapa roja para hacerla girar de nuevo en el suelo. Él era el cupido designado y debía cumplir con su misión; hacer que todos sus amigos se besaran entre ellos.

El objeto comenzó a girar rápidamente a la vez que se desplazaba un poco de su lugar mientras toda la ronda de amigos observaba expectante.

La botella se detuvo dudosa entre Kai y Suho, pero finalmente terminó por apuntar al moreno, sacándole una sonrisita ladina. KyungSoo chasqueo la lengua, molesto.

—A mí no me engañan, este moreno le puso algo a la botella para que siempre me toque con él. ¡Ya mejor admite que me amas! —D.O se apoyó en una de sus manos en el suelo para estirarse hasta JongIn y el otro lo imitó. Sus labios se juntaron por solo unos segundos y todo el grupito vitoreó con silbidos y burlas.

—¡Ya, ya! Me vuelve a tocar y prendo fuego esa porquería —amenazó el más bajo de todos al volver a su lugar.

YiXing y Sehun lo codearon a la par que soltaban risitas tontas.

JongDae miró el reloj en su muñeca y suspiró.

—No quiero ser aguafiestas, pero esta debería ser la última. BaekHyun y yo debemos irnos pronto, le prometimos a mi madre que llegaríamos temprano esta vez. Nos arrancará la cabeza sino cumplimos.

Todos sisearon al unísono. Nadie podía cuestionar aquella verdad, la madre de JongDae sí que daba muchísimo miedo.

—¡Bien, preparados todos! ¡Va!

Xiumin hizo girar una vez más la escurridiza botella y, luego de dar muchas vueltas, se quedó quieta frente a ChanYeol. Finalmente le había tocado.

El más alto observó solo por unos segundos a BaekHyun y no pudo evitar sentir cómo su rostro quemaba al percatarse de que también lo estaba mirando. Tragó saliva. Esta podría ser su oportunidad.

—A ver, a ver. ¿Quién besará a don orejas? —bromeó Xiumin, ganándose un suave puñetazo en el brazo por parte de Yeol.

BaekHyun, nervioso, cruzó los dedos de ambas manos por debajo de sus brazos puestos en jarra. Deseaba con todo su corazón ser el afortunado de probar los labios de aquel gigante. Tuvo que contenerse con todas sus fuerzas para no chillar de alegría al ver como la botella se detenía frente a él.

Tímidos se acercaron el uno al otro apoyando una mano cada uno en el centro de la ronda y, al cerrar sus ojos, se unieron en un beso demasiado suave y húmedo. Por unos instantes no importó nada más, solo ellos dos y esa sensación maravillosa que les hacía acelerar sus tontos corazones. Ni siquiera se habían dado cuenta que sus amigos estaban en un silencio rotundo hasta que se separaron y se miraron embelesados.

Todos apretaban sus labios para contener las risitas divertidas, estaban seguros de que el plan inicial de Xiumin había resultado.