Celine
Los niños terminaron de cantarle a las niñas felicitándolas por su cumpleaños, entonces Lela me miro y una gran bola de nervios apareció en mi estómago. Mis manos temblaban y Caín se preocupó y las sostuvo.
—Sino quieres hacerlo le diré. — Lena estaba haciendo algo de tiempo para que me tranquilizara, pero sabia que tenia que hacerlo para darles un cumpleaños inolvidable a esas pequeñas.
Cerré los ojos e Inhale y exhale unas cuantas veces, poco a poco mi cuerpo se relajó y mi cabeza se sintió ligera. Abrí los ojos y miré a Lela asintiendo. Caín me abrazo fuertemente dándome apoyo y subí al escenario.
Pheope está esperando la señal de Lela para reproducir la canción.
—Buenos niñas, la directora nos contó cuál es su canción favorita y este es un regalo de nosotros con mucho amor para ustedes. — las niñas ya se imaginaban que sería el regalo y brincaron emocionadas.
—Tengo que hacerlo por ellas.
Carlo se acercó para darme un microfoneo extra y yo me incline para tomarlo. Cuando la música comenzó, Lela llego a mi lado y me miro e hice lo mismo. Mientras cantaba su parte tomo mi mano trasmitiéndome confianza.
Hice todo lo posible para concentrarme solo en sus ojos y recordé aquella vez que fuimos al karaoke, no fue esta canción la que cantamos juntas, pero al menos mi mente estaba en esa sala de cuatro paredes donde solo estoy divirtiéndome con mis amigos.
Fue suficiente para mí, logre cantar perfectamente mis partes y al sentir algo sostener mis caderas, baje de mi nube de imaginación y regrese al escenario. Una de las niñas me está abrazando y agradeciendo.
—¡Cantas hermoso! ¡Yo algún día quiero llegar a cantar como tú! — sonreí y me puse de rodillas para abrazarla.
Baje del escenario y Lela se quedo arriba dando instrucciones para romper las piñatas. Caín y Carlo serán quienes se encarguen de esa parte y Pheope es quien tiene el poder, hablo del palo con el que les pegaran a las piñatas.
Camine un poco aturdida, sin poder creer que en verdad canta frente a tantos niños y unas cuantas personas.
—¡Cantas hermoso Celine! — la señora Donovan apareció frente a mi y la mire un poco sorprendida. —¿Estas bien?
—Eh… sí. Solo quiero un poco de agua. — Larissa fue una mesa cercana y tomo una botella de agua.
—Toma, te vez cansada. — tome de la botella y mis piernas se doblaron, pero logre recuperarme.
—Perdón, es solo que ahora que estoy abajo es como si todos los nervios que aguante solo salieran por sí solos… — sonreí y ellas entendieron.
—Qué pena que Raiden no haya podido oírte cantar, el estaría encantado.
—Raiden me ha escuchado cantar. — me miraron sorprendidas. —Aparte de mi padre y amigos, él es una de las personas con las que estoy cómoda. Creo que, si el se hubiera quedado, los nervios serian mínimos.
Las dos se miraron y estaban por decir algo, pero vi a la directora acercarse a unos chicos. Chicos que deje atrás cuando regrese con Lela, ¿Qué hacen aquí?
—Hola de nuevo. — me acerque.
—Oh, ¿vienen con ustedes?
—Eso… — estaba por contestar, pero unos chicos en etapa adolescente del orfanato se acercaron.
—¿Son una banda?
—Oh, tocan la guitarra ¡genial!
—¿Puedo verla?
Los chicos mas grandes se acercaron a nosotros, los pequeños estaban entretenidos con la piñata y Lela se dio cuenta de que algo ocurría, pero no podía dejar su lugar así que me hice cargo.
—Chicos, ellos solo están aquí de paso, ya se van. — los mire y ninguno se movió. —Por cierto ¿Cuál es tu nombre?
—Elio. — contesto sin quitarle los ojos a Lela quien sigue animando a los pequeños.
—Elio, bueno…
—¿Puedo tocarla? — mire a un lado y uno de los chicos saco su guitarra de su estuche.
—Claro, no hay problema.
Unos gritos se escucharon, los niños por fin lograron quebrar las dos piñatas y ahora una guerra comenzó por los dulces.
—Elio… — sacudí mi mano para que me pusiera atención. —¿Suelen entrar a un lugar cuando ven la puerta abierta?
—Es casi una invitación, como sea ya nos vamos. — se dio la vuelta y avanzo, pero entonces alguien más lo llamo.
—¡¿Elio?! — se trata de Lela quien al verlo se acerco rápidamente. —¿Qué haces aquí?
—Solo un pequeño error, ya nos vamos.
—¿Te iras solo? — le pregunto Lela mirando a un lado donde sus amigos están presumiendo sus instrumentos musicales a los jóvenes adolescentes.
—Oigan chicos… — ninguno escucho las palabras de Elio y siguieron presumiendo.
—¿Por qué eres tan frio con otros y conmigo todo un sol? — pregunto la castaña con tono burlón.
—Joder Lela, tú sabes por qué. — ambos se miraron de una manera que me alerto debería intervenir.
—Bueno, si chicos... — aplaudí y me coloqué en medio de ambos. —Lela tenemos que continuar, es hora de que Caín y yo brillemos.
—¡Ah! ¡Cierto! — Lela estaba por volver con los niños, pero miro como los chicos están tan interesados en esas guitarras y volvió a mirar a Elio
—¿Te quedas? — pregunto con una leve sonrisa.
—No, ya me voy. — de inmediato tomo su brazo evitando que avanzara.
—Vamos, enseñen a los chicos a tocar un poco.
—Sera un fastidio.
—¡Elio! — hizo un puchero y cruzo los brazos. —Bien vete, pero tus amigos se quedan ¿verdad?
—¡Claro! — y en ese momento Elio sintió la traición y decepción.
No pude evitar reírme junto con Lela ganándome una mirada asesina.
—Anda quédate y presume tu guitarra y tu hermosa y sexy voz.
—Ja, pero si hace unos minutos no dejabas de decir que la voz de tu amiga es muy hermosa. — levante una ceja disgustada
—Si, obvio que Celine canta bellísimo, pero cuando hablo de ti es diferente.
—¿Diferente? ¿explica eso?
—Lo hare si te quedas. — lo reto y él suspiro derrotado.