Miércoles 3 de octubre de 2018
Espontáneamente me encontraba arrinconado en casa junto con mi familia, mi pareja y un par de personas más que desconocía racionalmente pero que en aquel momento me parecieron familiares. Mi pareja me abrazaba mientras todos observaban el televisor a expectativa de alguna noticia que diera sentido a la situación; ¿Cuál situación? Te preguntarás, en éste punto ni siquiera yo lo sabía, pero, para aclarar la mente decidí salir a observar el mundo. Era de noche y las farolas desprendían una luz tenue, la oscuridad se iba apoderando del lugar, pero por oscuridad no me refiero a la que observas todas las noches en el cielo, tampoco a la que miras cuando cierras los ojos…Aquello era una oscuridad tangible, inmensas esferas parecidas a una red de neuronas interconectadas que avanzaban en dirección a nosotros. El asombro me duró unos pocos segundos puesto que detrás de ellas divisé una ola enorme moviéndose a chorros agigantados, lo que sentí a continuación fue temor, temor a perderlo todo en cuestión de segundos.
Corrí rápidamente dentro de la casa y avisé lo que estaba por suceder, todos me miraron pero nadie hizo nada. Tomé a mi pareja de la mano y la llevé a que observara todo lo que pasaba afuera, pero la ola se había detenido, el flujo de agua continuaba pero la ola no podía avanzar; lo primero que vino a mi mente fue que aquello era causa de esa red de neuronas, sé que no eran eso pero se miraban como tales. Dejé de sentir su mano sobre la mía y al voltear ella ya no estaba, salí a la calle a buscarla, voltee a ambos lados y sólo pude ver las calles vacías, a excepción de un sujeto que gritaba y corría en dirección a mí, cuando estuvo a escasos metros pude reconocerlo, era un amigo y antiguo compañero de escuela que había caído en las drogas por causa de asuntos familiares, al llegar hacia mí dijo algo que no pude entender, tras de él se encontraban otros tres sujetos que no había visto anteriormente.
Lo rodearon y uno de ellos sacó una navaja y se acercó a él, yo sólo los observaba y mi amigo permanecía a un par de pasos de mí.
— ¿Tienes tachas? —Preguntó.
Abel contestó que no y entonces el sujeto de la navaja intentó ir directo al estómago pero él reaccionó a tiempo y saltó hacia atrás. En ese mismo momento yo voltee hacia un lado de mí y observé a un hombre con cara de desquiciado que saltó por encima para aferrar sus dientes en el cuello del atacante.
Abel tomó el cuchillo y a su vez cortó la cabeza de aquel caníbal.
— ¿¡Por qué lo matas!? ¡Te salvó la vida! —Grité.
— ¿Quién te asegura que no planeaba comerme a mí también?
El séquito del muerto salió corriendo hacia la oscuridad de la noche y unos segundos después escuchamos unos gritos desgarradores.
—Entra —Ordené calmadamente.
—Voy a regresar a mi casa, carnalito, mis hermanos me esperan.
Una vez dicho eso caminó hacia la misma oscuridad que había consumido a los otros dos, cuando me encontraba frente al portal escuché el metal de la navaja caer contra el pavimento. Tragué saliva, caminé hacia donde él se había dirigido y cuando mis ojos se acostumbraron a ella miré la cabeza de él clavada en lo que parecía ser una estaca mientras su cuerpo era devorado por otra de esas criaturas, volteó a verme y yo corrí sin parar hasta encontrarme dentro de casa.
Me encontraba solo. Mi familia no estaba y aquel televisor sólo mostraba estática.
Apilé las camas, tomé una pala para romper el techo y poder subir, tardé varios minutos en romperlo pero cuando lo hice vi algo que me heló la piel, La Red de Neuronas Oscuras ahora se encontraba encima de mí, y encima de toda la ciudad…