Una relación extraña

Capítulo # 2

Capítulo # 2

Al día siguiente.

En el departamento Morel Dupont.

Lucien se levantó un poco tarde, para disfrutar de sus semanas de vacaciones, cuando sintió un ruido en el baño, se levantó lentamente para saber. ¿Qué estaba haciendo su conejita?

Él tocó la puerta del baño.

—Conejita, ¿sucede algo?

Bárbara abrió la puerta del baño.

—Parece que la comida de ayer me cayó mal —contestó ella limpiándose la boca con una toalla.

Él observó la palidez de su conejita y eso no le gusto.

—Deberíamos irnos a la clínica —dijo él preocupándose.

—No, acuérdate que no es la primera vez —dijo ella con una leve sonrisa y salió de la habitación, al menos le dio una pista.

Lucien soltó un suspiro un poco, era extraño que Bárbara se sintiera mal, siempre estaba pendiente de ella en sus tiempos libres para que su compañera no se sintiera desplazada por su carrera, a veces tenía que irse de viaje por una semana entera, dejándola completamente sola. Después de platicar decidió llevársela para sus conferencias, mientras él estaba ocupado, su adorada Bárbara salía a disfrutar del viaje.

Bárbara intentó preparar un poco de comida para que Lucien desayunara, aunque tenía el estómago revuelto para comer algo, definitivamente su conejito estaba comenzando a dar señales de vida, con cuidado se acarició el vientre.   

—Conejito, ¿estás ansioso que papá sepa de ti?

Él salió de la habitación, se dirigió a la cocina, entonces vio a Bárbara que le paso corriendo de nuevo a la habitación, giró y se dirigió hacia ella para atenderla.

—Conejita —habló él al escucharla vomitar de nuevo—. Déjame revisarte.

Bárbara abrió la puerta del baño y se sentó en la cama, se sintió realmente mareada.

—Estoy bien, esto pasará en unos meses —le soltó con los ojos cerrados.

—¿Por qué en unos meses? —le preguntó desconcertado—. Voy por mi maletín, no dejaré que empeores.

Ella soltó una carcajada llamativa, él giró porque estaba por salir de su habitación para revisarla.

—¿Qué es tan gracioso? —le preguntó con seriedad.

—Analiza, mi querido conejito —dijo abriendo los ojos y sonriendo—. Me pondré gorda, tendré náuseas y vomitaré por un tiempo, tendré antojos y ya no seremos dos, sino tres en el departamento.

Lucien no entendió mucho y se llevó la mano en la cabeza.

—¿Por favor, háblame en cristiano?

Bárbara mirándolo mal y se levantó molesta de la cama. ¿Cómo era posible, que le dio tantas pistas y no se daba de cuenta?

—Aléjate de mí —le advirtió, al sentirlo cerca de ella—. Me voy a mi habitación.

—Pero conejita —habló desesperándose—. Tienes que decirme que tienes —insistió sin dejarla sola.

—Descúbrelo tú solo —le dijo cerrándole la puerta en la cara.

Lucien soltó un susurro de desesperación. ¿Por qué su conejita se había molestado tanto? Entonces decidió sentarse en el sofá y analizar tranquilamente las pistas que le acababa de dar su conejita.

El teléfono sonó.

—Buenos días —contestó él.

—Hijo, ven rápido, Thierry se cayó y parece que tendrán que enyesarlo. —le habló su madre asustada.

—Ya vamos para allá —dijo él levantándose, para dirigirse a tocar la puerta a su conejita—. Bárbara, ábreme por favor.

—Lárgate —habló desde su habitación.

—Mi madre, acaba de llamarme, parece que algo le pasó a tu padre —le habló con calma.

Bárbara abrió la puerta con preocupación.

—¿Qué le sucedió?

—No lo sé, cámbiate de ropa y no te preocupes por el desayuno —dijo Lucien con calma.

—Está bien —dijo ella asustada que su padre estuviera pasando por un mal momento.

En menos de cinco minutos, Bárbara iba acompañada con Lucien hacia el hospital, en el camino Lucien le explicó lo que había sucedido y poco a poco Bárbara fue calmándose y evitar exaltarse por su bebito.

.

.

En la clínica.

Florence al verlos llegar, no pudo evitar abrazar a Bárbara.

—Hija, todo fue tan rápido —comentó aún asustada.

—¿Cómo sucedió madre? —le preguntó Lucien, al ver como Florence se separaba de Bárbara.

—Estamos platicando y bajando las escaleras, entonces se le olvidó que estaba el otro escalón y se cayó —contó con preocupación.

—Ojalá que no sea grave —habló Bárbara con angustiada.

En pocos minutos se acercó un médico y les informó que Thierry solo tenía un esguince y que necesitaría de cuidado por par de semanas, cuando terminó de informarles, pudieron entrar a verlo.

Bárbara le dio un fuerte abrazo.

—No me asustes, papá —dijo ella en un tono nervioso.

Thierry le una palmadita en la espalda.

—Sé que los asuste, tampoco es para tanto.

—Yo voy a cancelar —habló Lucien alejándose de ellos.

Bárbara intentó tranquilizarse, pero no pudo y comenzó a llorar.

Alarmando a su padre.

—Cariño cálmate —le habló con dulzura.

Ella lo abrazó fuertemente.

—Eres lo único que tengo —le recordó sollozando.

A su padre le extraño que su hija estuviera tan sensible, normalmente cuando le sucedía algo, solo le sonría y bromeaba con él.

—Hija mía, no sé qué te sucede, trata de tranquilizarte.

—No puedo.

—Cariño, está asustada —habló Florence con tranquilidad—. Es normal.

Thierry negó con la cabeza.

—Claro que no, mi hija no es así.

—Debe ser algo hormonal —comenta Bárbara tranquilizándose.

—Hormonal o un bebito —soltó Florence casi en broma y miró a su marido, el cual estaba mirando a su hija con seriedad—. ¿Qué sucede?

—Bárbara, ¿Estás embarazada?

—Atinaste —confirmó con una leve sonrisa.

Florence dio un grito de emoción, la futura madre le tapó la boca.

—Lucien no lo sabe —le dijo asustada—. No digan nada.

Florence y Thierry, miraron a Bárbara con preocupación.




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