Estaba muda. Las palabras no podían salir correctamente de mi boca. La expresión en mi cara lo decía todo.
Sus ojos y boca se abrieron automáticamente.
Escuche como otra persona subía las escaleras, supuse que era mi padre. Ella cerró la puerta de inmediato.
-Daniel, Daniel- le susurre pero no parecía escucharme. Estruje su brazo varias veces hasta que al fin abrió los ojos.
-¿Qué pasa pequeña?- su voz tenía un aire de tranquilidad.
Antes de que pudiese explicarle empezaron a escucharse ruidos atrás de la puerta.
-Gamma, por favor hazte a un lado, quiero ver a mi hija.
En ese momento estaba segura de que Gemma le diría todo. Empezaba a practicar que haría para calmarlo hasta que…
-Pero Víctor- mi corazón latía a mil –no puedes pasar, ella no…- no lo podía creer ¿acaso Gemma estaba tratando de ayudarme?
-Es que ella…
Daniel con solo escuchar las voces lo entendió todo. Salió corriendo y se escondió en el armario.
-¿Ella que?- replico mi padre.
-Ella, pues…- antes de que terminara la frase abrí la puerta rápidamente.
Trate de poner mi mejor y más convincente sonrisa falsa pero mi pálido color me delataba totalmente.
-Leslie, hola- su sonrisa rápidamente se trasformó en un ceño fruncido – ¿porque estas tan pálida? ¿Te encuentras bien?- toco mi frente con la palma de su mano.
-E-estoy bien- asentí – ¿Qué haces?, pensaba que tardarías más tiempo en venir.
De nuevo sonrió ampliamente –tuve tiempo en el trabajo y quisimos visitarlos- pareció de nuevo recordar algo y otra vez frunció el ceño – ¿Dónde está Alex?
“Debe estar pensando en la tremenda fiesta que tuvo anoche, levantándose con una chica al lado y lamentándose por la resaca con que amaneció, eso es lo que hace tu hijo el santo”. Obviamente no dije eso, simplemente lo pensé.
-No lo sé, debe haber ido temprano a casa de un amigo o algo así.
Sonrió y dirigió su atención a Gemma quien me miraba extrañada –Gemma ¿tenías algo por decirme?
Ella lo miro desconcertada mientras negaba con la cabeza. Agradecí profundamente eso.
-Podríamos bajar- era hora de inventar una excusa para que no entrase por ningún motivo a mi habitación. –aún no he desayunado y de paso también puedo cocinar para ustedes.
Mi padre me abrazo con fuerza –Claro enana- si sé que suena raro que incluso mi papa me llamase así pero con el tiempo me había acostumbrado.
Ella se cruzó de brazos y me miraba como diciendo “en algún momento tendrás que explicarme todo esto Leslie Carpentier, en algún momento.
Un rato después subí pero esta vez no encontré a Daniel, él se había ido. Revise mi celular y tenía un mensaje.
Daniel: Me escape por tu ventana… estuvo increíble enana.
Una inevitable sonrisa se formó en mis labios.
***
Michel no podía creer lo que le estaba contando, su cara parecía más que sorprendida.
-No te creo, ¡¿Qué Daniel te pidió que?!
-Sí, es un poco raro. Nunca me imaginé siendo su novia. Esto es nuevo para mí.
Estábamos cansadas, el trayecto de instituto a casa era HORRIBLE, Alex tenía su auto averiado en el taller por lo que tenía que caminar todos los días unos veinte a treinta minutos… INFIERNO TOTAL.
Pero con ella todo era mucho más ameno.
-En otros casos te aconsejaría pero ya sabes lo que me paso con el imbécil de Jonathan y pues creo que no soy la mejor en el aspecto de los hombres, noviazgo, todas esas cursilería por las que estás pasando.
Me quede callada escuchando atenta cada una de sus palabras.
-Sabes odio eso de enamórame creo que es mejor pasarla bien con un chico y ya. Es menos complicado.
Sus palabras me dejaron pensando por un buen rato hasta que me decidí a cortar el silencio. – ¿Por qué?
-Luego de que te utilizan te rompen el corazón, y no estoy como para sufrir ahora. No quiero ni deseo que te pase algo así, es horrible.
Realmente no podría hacer un debate sobre si tenía o no la razón porque la verdad la cantidad de chicos a los que había besado alguna vez en mi vida habían sido solo dos.
Seguimos hablando de distintos temas hasta que llegue a casa y me despedí de ella.
Entre pero Alex aún no había llegado. Algo debajo de la puerta llamo mi atención, me agache para mirar mejor y era una carta.
La deje un rato en la mesa, supuse que no era nada importante.
Me puse una ropa un poco más cómoda y fui a la sala. La carta seguía ahí, intacta, el sobre perfectamente cerrado.
La tome, me senté y La rasgue.
Esa letra se me hacía conocida, que digo “conocida” cercana y familiar… muy familiar.
No aguante las ganas y la leí.
“No sé cómo empezar esto, es muy difícil para mí. No tengo las palabras suficientes y correctas para expresar todo lo que siento dentro. Sé que soy la peor persona del mundo, sé que los he hecho sufrir como a nadie, sé que me odian y para ser sincera no los culpo, sé que simplemente no quieren verme. Desde aquel día en que me fui, así sin más sin siquiera decir adiós mi mundo se desgarro y sé muy bien que el de ustedes también.
Hijos jamás quise abandonarlos, jamás quise decepcionarlos, jamás quise romperles el corazón. Tal vez nunca me perdonen pero de verdad necesito darles una explicación. Este viernes estaré en el centro comercial “Special” en una de las mesas justo frente al restaurante. Tal vez nunca me perdonen y de verdad los entiendo si no llegan a venir pero la esperanza es lo último que se pierde ¿verdad?
Su madre que los ama Luz.”
Mis ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas, el dolor en mi pecho ardía. Solo quería gritar, quería sacar lo que llevaba dentro todos estos años. Mi respiración se entrecortaba, es la peor sensación del mundo: rabia, dolor, enojo, miedo, confusión todo eso mezclado en un solo momento.
Alex abrió la puerta. Me pare y lo mire callada a los ojos.
Su ceño se frunció al verme.