Una sola verdad de varias.

Los primeros pasos.

 En las noches entrecierro los ojos y visualizo la imagen de un cachorro blanco con manchas marrones, escucho risas jóvenes, veo yerba crecida verde clara con algunos secos color marrón mezclados. Veo unas manos jóvenes teniéndome de un brazo y preguntándome que nombre le pondría al cachorro que retozaba en el césped. Escucho salir de mí una voz chillona, típica de un infante, sale las palabras y un nombre ... -¡¡Tomy!!-.

Vuelvo a girarme en la cama con una sonrisa, intento dormir, pero se vuelve a visualizar un recuerdo, un hombre adulto mayor con corona de pelo canoso y todo el resto pelado, con dentadura perfecta que me nombra como “monstruito” y me alza en sus piernas para ver un programa en la tv juntos, mientras tomaba mate y un cigarrillo se consumía solo sin ser fumado en el cenicero, y sí, era mi abuelo, creo que una de las personas que más me quisieron y cuidaron en esta vida. En la adolescencia su perdida fue una de las gotas que me hicieron quebrar del todo como ser humano ¿No sintieron nunca cómo que viven sin vida? No me quiero adelantar a lo que quiero expresarles con este relato, pero, debía hacerlos pararse en el sentimiento por un instante. Caminar por caminar, responder por responder, reír, pero sin ganas de reír, sentir cosas que antes te hacían feliz sin sentirlo… pero… no poder demostrarlo, en fin, continuar con la vida y dejar que esa sensación pase.

Volviendo a una de las miles de noches en las que respiro profundo e intento conciliar el sueño, recuerdo a mi madre con toda su juventud, gamas de vivir, su color, su delgadez, mucha delgadez, pero fuerte como ninguna. Recuerdo como me llevaba al instituto donde se formaba como docente, como se sentaba en el escritorio del cuarto a estudiar mientras yo jugaba con los gatos, su gato Valentina, o Tomy, como iba a una parte cerca de la puerta de la calle en el patio y escarbaba en la tierra y encontraba monedas “antiguas”, “ HUESOS DE DINOSAURIOS” y trozos de “vasijas” de los egipcios, nada de esa felicidad era real, mi abuelo escondía esas cosas para que yo las encontrara, mientras mi abuela, si se la puede llamar así se encontraba sentada observándome en el sol de media tarde en la otra punta del jardín… La felicidad que recuerdo de estar en ese lugar era inigualable, esas personas me hacían muy feliz, no me voy a olvidar de nombrar a mi tía, que me consentía con chocolatadas y cosas dulces, con las que escuchábamos música y me hacía dibujos hermosos que yo luego coloreaba. Tenía una familia completa, a ojos de un niño feliz, recibía amor por doquier y atención absoluta.

Un día de tantos, como cualquiera, se abre la puerta principal de la calle, esa puerta trajo con la persona que ingresó, el duro golpe de la vida real, de la verdad a los 3 años de vida para ser exactos. Todavía siento en mi pecho el frio y el miedo en mi cuerpo. Un hombre altísimo ingresó, con cabellera rubia bastante crecida, le tapaba las orejas, me llamó por un nombre que yo no reconocía “Hola Yamila” y apoyo su mano en mi cabeza y me despeinó, mi abuela me alzo en brazos y se sentó en la mesa y yo en sus piernas. Mientas yo coloreaba no recuerdo la charla que mantenían, pero si recuerdo el nerviosismo del hombre en sus manos frotándose entre sí sobre la mesa, mi madre dijo; - Dáselo, seguro le gusta-. El hombre me nombra; - ¡Yamila! Tengo un regalo para vos-. Yo no reaccione al nombre, en mi casa jamás se había dicho ese nombre, pero si levanté la vista al mencionar regalo ¿Qué niño no reacciona a esa palabra? Mi abuela con un tono desaprobador dice que ese no es mi nombre y que con regalos no se compran a las personas, recuerdo que en ese mismo instante el hombre me dice, quiero que nos conozcamos, soy tu papá. No sé porque no acepte el regalo y me fui al cuarto ¿Qué era papá? ¿Quién era ese hombre? Ahora como adulto puedo mencionar algo que sentí en ese mismo instante una sensación de conocerlo pero que sea un completo extraño. Mi tía entro al cuarto con una mamadera llena de chocolatada y vimos un programa infantil, con el volumen bastante más alto que lo habitual.  Luego de un rato largo un portazo se escuchó y ese día no volví a ver a mi madre, dormí acurrucada con mi tía y mimos de mi abuela en la frente. Al día siguiente o… quizás más tiempo ¿quién sabe? Es confuso en ocasiones. Mi madre a los tirones y dándole unas explicaciones rápidas a mi tía, juntó algunas cosas y me subió a un auto en el asiento delantero cuando observo bien estaba ese hombre que me dice hola serio y arranca el coche sin mi madre en él. Yo con voz temblorosa le dije solo – ¿Mama? - a lo que respondió que luego vendría, observaba con terror toda la situación y el camino, el hombre agarra un aparato enorme y se pone a hablarle al aparato; - Sí voy con la pendeja, ¡qué se yo, lo que quieras, seguro comía solo pure y salchichas! ¡Bueno te dejo, que estoy manejando y en cualquier momento se larga a llorar! - dejo el aparato enorme a un lado del asiento y me miro serio a través de sus anteojos grandes y ojos serios, no dijo nada, pero tampoco hizo ningún gesto.

El coche se frenó frente a una casa con un pequeño porche que lo separaba de la calle unas rejas altas negras. Había dos casas en ese frente, pero entramos a la que tenía puerta marrón y unos escalones para llegar a ella. La puerta se abre y había una señora de pelo blanco y algo rubio aun, con muchos rulos bien chiquitos, con cachetes rosados y voz muy aguda y eufórica me alzó y me nombraba como “Yamilita”, decía muchas cosas, pero yo observaba el lugar. Era un espacio amplio con un sillón con estampas extrañas, pero en lo general con tonalidades marrones, había una cuna y una bebé sentada muy blanca con cabellera rubia. Y un perro bastante grande negro. Solo pude decir – ¡¡PERRO!!- Y forcejeé para bajarme de los brazos de esa señora. Ellos charlaban cosas que no recuerdo, y fui a tocar al perro, este se despertó de su sueño y me gruñó yo me caí y senté en el piso y el perro se acercó a olerme mientras me seguía gruñendo, sentí miedo, más del que ya sentía por toda la situación ¿y mama? ¿Por qué me dejo con estas personas?



#2388 en Detective
#1373 en Novela negra
#16062 en Otros
#4674 en Relatos cortos

En el texto hay: superacion decepcion empezar de nuevo

Editado: 16.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.