Una vida en su interior

CAPÍTULO 5: En los ojos de los demás

La muchacha torció un gesto preocupada.

-Matt…- volvió a llamar tirando de su brazo. - Matt por favor…- repitió el acto, sin embargo, esta vez, el muchacho retiró el brazo con fuerza.

-Déjame. - espetó cruzando los brazos.

-No… Matt, por favor, lo siento… enserio lo siento, prometo que no volverá a ocurrir…- pidió cogiendo con ambas manos su brazo.

-Peish…

-Matt…- le cortó. - ¿Qué pasaría si hoy es la última vez que pudieras verme? ¿Te gustaría que acabáramos así? - preguntó con rostro triste.

Matt se dejó hacer luego de unos segundos, volteando la mirada vencido.

-No vuelvas a decir eso. – dijo duro, presionando su mandíbula.

-Es por eso…- le dio a entender Peish. - Si hoy fuera el último día de mi vida no quisiera irme sin al menos saber que me recordarás…

-Cállate. - espetó cubriendo los labios de la muchacha con una mano. - Deja de decir cosas absurdas, no vas a morir. - mencionó mirándola a los ojos. - No dejaría que te suceda algo. – le hizo saber riendo de lado.

Peish rio convencida, quitó la mano de su primo para darle un abrazo, enredó sus brazos por encima del cuello del muchacho mientras que éste pasaba los suyos alrededor de la cintura de su prima.

- ¿Vas a cuidarme? - interrogó la muchacha con una sonrisa en los labios.

-Prometo que serás feliz hasta la muerte así tenga que sacrificar mi propia vida. - prometió alzando el meñique, Peish lo tomó con una gran sonrisa.

Su primo siempre estaría con ella.

Llegaron a la universidad luego de un transcurso rápido, Peish se posicionó en el medio como cada mañana, con toda su familia alrededor.

-Hagámoslo. - habló Jaxon comenzando a caminar, ingresando a la escuela.

¿Cómo podían ser tan perfectos?

O al menos eso era lo que los estudiantes pensaban al ver entrar a la familia Hedley y Sey, Peish, con la cabeza gacha, avanzaba junto a sus primos por los pasillos de la escuela, los que se encontraban en medio del camino se hacían a un lado, dándoles espacio, era lo que ellos llamaban respeto, respeto y admiración. Pero... ¿Cómo no admirarlos? Eran tan perfectos desde cualquier punto de vista, desde los cabellos de diferentes tonalidades de cada uno, hasta la sincronía de sus pisadas, todos lograban caminar al mismo tiempo, pero no parecían esforzarse en lograrlo, era algo que parecía más bien propio, algo ya dictado, algo que, no se rompería.

Sus ojos…los ojos matadores de cada uno de ellos, tan claros, tan profundos, tan todo… las sonrisas, las sonrisas que enviaban al pasar, a las chicas, miradas de respeto a los varones, porque, por más perfectos que fuesen…o al menos…parecerlo, ellos guardaban respeto a los demás y no se aprovechaban de su hermosura.

La piel, la piel de cada uno de ellos, blanca, clara, rosada, tan pulida y perfecta, sin ninguna marca de imperfección, en los que los zafiros que llevaban como ojos y la brisa sedosa que llevaban por cabello se complementaban a la perfección. Sus quijadas, las de todos…varones al menos, alineadas a la perfección, como si algún pintor se hubiese detenido específicamente a crearlos, porque no parecían ser de este mundo.

Llegando al cuerpo…

El cuerpo bien formado de cada uno de ellos a pesar de tener entre 1 y 20 años, era un cuerpo realmente digno de admirar, ellos, todos ellos eran dignos de admirar.

-Bueno…- comenzó Marcus arreglando la mochila al terminar su elegante entrada- Lástima que no tenemos las mismas clases, supongo que nos veremos luego. - se despidió tomando del cuello a su hermano y a Peish- Vamos Jaxon. - le llamó, este sonrió al ser mencionado.

-Ustedes váyanse. - alejó a la pareja de primos abrazando a Marcus, las miradas curiosas de los hombres en los pasillos y los susurros de ternura que emanaban las chicas, hoy en día no veían tanto cariño entre hombres, pero los Hedley y Sey parecían no molestarse en detener su ternura completamente natural.

Peish rio estando al lado de Matt

- Llegaremos tarde, otra vez, cinco dólares a que Jaxon nos culpará a todos en el almuerzo- retó siguiendo a los dos de adelante, Matt puso cara pensativa, llevó su mano al mentón fingiendo concentración, ella rio tímidamente mientras veía las miradas de las chicas del pasillo sobre ambos.

-Un helado a que no. - retó él de regreso

-Hecho- dijo ella colocando la mano frente a él

-Hecho- devolvió él tomándosela, mientras que todos en el pasillo les admiraban, algunos celosos, otros curiosos, si no fueran familia, harían la pareja perfecta, la forma en la que Matt la trataba, la miraba, le hablaba, era de una manera que nunca antes habían visto que realizara con alguien más.

Matt Hedley se caracterizaba por tener la impresión de la ternura, el encanto, claro que eso no le quitaba lo apuesto que era.

Matt era rubio, de ojos azules, cuerpo trabajado y piel clara, además…de esa sonrisa encantadora, él era ideal perfecto para soñar cada noche. Titular en el equipo de lacrosse, muy buen atleta y nadador, había participado a los cinco años en un recital de los tres cerditos, que, sin querer, se había transformado en siete cerditos, actuando de lobo, los espectadores no sabían de qué lado ir, pues el lobo había sido tan tierno con caperucita, quien había sido Peish, al punto de apreciarla con la mirada en vez de asustarla.




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