Narra Ariana
En efecto la información de Nick es verdadera. Harry se encuentra arrimado en el umbral del balcón mirando quien sabe a dónde.
Me acerco a él tratando de ser silenciosa pero los tacones no me lo permiten. Me pongo a su lado pero no me mira. Tal vez aun no nota mi presencia.
O tal vez te está ignorando — dice mi subconsciente.
Harry ya no trae puesto su blazer negro, y su camisa blanca esta desabotonado en el cuello.
No quisiera ser la primera en hablar, pero su indiferencia me está haciendo incomodar.
— Hola — le digo.
— Hola — réplica.
— ¿dónde has estado? — pregunto.
— por ahí — responde.
— ¿has bebido?
— un par de tragos. ¿Y tú?
— igual. ¿Estás así de raro por lo que dijo Jordán? — pregunto mirándolo. Al ver que no da una señal de que va a responder, decido continuar hablando — será mejor que me vaya — me doy media vuelta y me dispongo a marcharme de aquí.
— no espera — me dice agarrándome del brazo y me obliga a volverme de nuevo de un tirón — no quiero que te vayas. Quédate conmigo, por favor — me mira y yo asiento con la cabeza.
— creí que estabas enojado.
— claro que no bonita — una de sus manos acaricia mi mejilla. Automáticamente cierro mis ojos disfrutando de su caricia — estaba pensando en lo que dijo Jordán y creo que esa es la razón del porque no quieres tener una relación conmigo — sus caricias se detienen — ya que vas a conseguir a alguien mejor en París.
— pero a nadie como tú, que tan solo con tu sonrisa me haces sentir fuera de lugar. — pone su sonrisa de creído pero luego se pone serio.
— entonces ¿por qué no quieres ser mi novia?
— ya hemos hablado sobre eso Harry — lo miro — además recuerdas que una vez tú me dijiste que no era necesario estar en una relación para demostrar que nos queremos — le digo.
— ahora me arrepiento de haber dicho eso — arrima su cabeza hacia el barandal.
— Harry solo debes saber que me importas y que has sido lo mejor que me ha pasado en todo este tiempo — acaricio su cabello.
— en serio — se pone a mi altura y me mira. Yo asiento lentamente con mi cabeza — me has hecho sentir especial — le sonrío y él pega su frente a la mía — tú también eres lo mejor que me ha pasado — sus manos se posan en mi cuello y sus dedos acarician nuevamente mis mejillas.
Justo antes de que nuestros labios puedan tocarse, escuchamos las arcadas de una persona desconocida. Volteamos a mirar y vemos a un chico que sostiene su barriga mientras vomita.
— mierda que asco — Harry lo mira asqueado.
Aquel chico desconocido nos mira avergonzado y continúa vomitando.
— deberíamos ayudarlo — trato de acercarme al chico pelirrojo pero Harry me detiene.
— no, mejor vamos a mi habitación para no seguir viendo esta escena desagradable — dice haciendo una mueca con su boca.
— pero Harry, el chico se ve fatal — miro al chico preocupado.
— no le pasara nada, así que no te preocupes y en unos minutos sus amigos lo han de venir a buscar. Además esa es la consecuencia de ingerir mucho alcohol, él está así por su propia culpa — Harry me dice y yo pongo los ojos en blanco.
— ¿estás bien? — le pregunto cuando nos acercamos a la puerta corrediza. El chico asiente.
— ya ves está bien, no hay de qué preocuparse — me agarra de la muñeca y me saca de allí guiándome a su habitación.
Harry abre la puerta y tira de mí despacio para que pase.
— iré a ver a ese chico, me preocupa que se ahogue con su vómito — le digo.
— él estará bien — vuelve a repetir — cerrare la puerta con seguro para que no puedas ir a ver a ese chico — dice poniendo el seguro a la puerta.
Camina a su cómoda y busca algo entre sus cosas.
— si ese chico se muere — me siento en su silla giratoria del escritorio y el entra al baño — me sentiré culpable de su muerte — me saco los tacones.
— eres exagerada — me dice desde el baño.
Luego de unos segundos aparece en la habitación y se sienta sobre el filo de la cama quedando frente de mí.
— ¿aún sigues pensando en ese chico? — pregunta y lo miro asintiendo. Harry se ha puesto de nuevo el piercing en su labio inferior.
— Harry — lo llamo.
— mande — me mira esperando que diga algo.
Quiero decirle que me gusta más su boca cuando trae el piercing puesto, pero sé que si digo algo así, él se burlara de mí y me hará sentir avergonzada.
— eh no nada — decido decir.
— sabes se me acaba de ocurrir una gran idea — me dice.
— ¿Qué idea? — pregunto con curiosidad.
— porque no te vienes a vivir aquí, así ya no tendrás que irte a París — me dice. Espero unos segundos para que me diga que está bromeando pero no lo hace.