Ya estábamos en mi casa, mi tía estaba descansando, le veníamos contando por el caminó todo lo que nos había pasado. La cuestión es que por más que le insistimos a Haniel de que debería ir al hospital él se negó, dijo que estaba bien y que los médicos con mediocres a lo cual no nosotros y tampoco los paramédicos pudieron hacer nada, la Policía le hizo varias preguntas a Arturo el cuál no dudó en responder nada, un taxi nos llevo y nos trajo hasta aquí, el auto quedó obviamente destrozado y aparte de Haniel, Arturo sólo sufrió una pequeña partida en la cena derecha y unos rasguños en el brazo, yo no sufrí de nada, Haniel mientras veníamos él sólo se quedó mirando a un lugar, no dijimos nada sobre lo que él dijo, ni siquiera lo intentamos mencionar o por lo menos de mi parte, la cosa es que no me volvió a hablar desde ese momento. O desde el chiste malo que se tiró.
En este momento estamos sentados en el mueble de la sala, menos mi tía y Haniel, uno está durmiendo y el otro está dándose una ducha, Arturo, se encuentra a mi lado zapeando los canales para ver si encuentra algo entretenido mientras yo miro a otros lugares de la casa, el aburrimiento puede conmigo. Amy, no he llamado a su madre para saber o informarme de algo. No sé si la enterraron y en este momento no tengo ganas de nada y menos de asistir a algo así.
—Voy a subir, Arturo — Le informó y él sin siquiera mirarme asiente.
Subo las escaleras hasta llegar al segundo piso, miro la puerta de mi habitación y luego miró la de Haniel, muerdo mi lengua y me acerco a esta para tocarla con los nudillos, la toco varias veces pero nadie responde, Carraspeó y abro la puerta con mucho cuidado, y la cierro detrás de mí. Miro la habitación que sigue perfectamente arreglada, no se encuentra nadie en esta, me acerco a donde se encuentran los estantes y todo estos, la madera es buena, me dirijo a la cómoda y la abro encontrándome con un látigo y ropa interior de Haniel.
—¿Qué buscas? — Una voz hace que cierre rápidamente y me de la vuelta — Eres muy curiosa — Susurra, sólo para que yo lo escuche, miro su cuerpo que tiene gotas de agua cayendo por su abdomen, la toalla se cuelga de la cadera y su cabello mojado lo hace lucir, sexy. Cierra la puerta detrás suyo y le pone pestillo. Se queda donde mismo esta sin emitir ningún ruido, lo único que se escucha en esta habitación son nuestras respiraciones que aunque estamos un poco lejos uno del otro, se siente como si estuviéramos corriendo un maratón — ¿No piensas decir nada?
—¿Qué quieres que diga? — Le preguntó, mi vista no está precisamente en sus ojos, está en todos lados menos en su rostro — Yo... Sólo quería saber si ya habías terminado.
—Y ahora es así como se pregunta — Se acerca a pasó lento, detengo mi respiración y el corazón me empieza a latir como loco — Hubieras..., No sé, esperado a que yo terminará.
—Sí, lo siento — Intentó pasar por su lado para salir de la habitación, pero cuando le doy la espalda pasando por su lado una de sus manos se aferra a mi cintura para pegarme a su cuerpo — Haniel... Haniel, ¿Qué haces? — Suelto como puedo, pero él no me responde.
—No sabes cuánto quería que vinieras a mi habitación — Su voz está cargada de deseo y lo puedo sentir, puedo sentir que su cuerpo quiere y el mío no se queda atrás.
Me da la vuelta para quedar cara a cara, subo mi vista para fijarla en sus ojos, posó mis manos en su pecho tocando su fría piel y haciendo que mis dedos tiemblen con tan sólo ese contacto, miro sus labios que no les falta mucho para tocar los míos, me sujeta con fuerza de la cintura pegando más mi cuerpo aunque creo que ya es imposible, abro Mis labios por la espera y por lo nerviosa que me encuentro, sus ojos brillaban y sus pupilas estaban totalmente dilatadas, poder tocar su piel me hace sentir bien, es como si el agua con su fría piel hicieran algo en mí que es impresionante, me siento tan bien, pero tengo miedo. Me lleva hacia atrás hasta que mi espalda choca con una pared, sus dedos dejan de sostener con fuerza mi cadera para pasar a mi cuello y tocar este con sus dedos curiosos.
—Eres tan suave — Su voz ronca hace que cierre los ojos y muerda mi labio inferior — Me gustaría, es más, me encantaría hacerte un montón de perversiones.
—No-no — Digo entrecortadamente, aunque yo diga algo mi cuerpo quiere otra cosa.
Haniel sin hacerme caso sigue tocando mi cuello con toda la delicadeza que puede, abro Mis ojos para verle y los suyos que están totalmente oscuros me sonríen, acerca su boca a mi cuello y lame este con tal delicadeza. Lo muerde provocándome, arqueo mi espalda pegándola a su pecho y alejándola de la pared, despega su boca de mi cuello y la mueve hasta mi mejilla.
—No podemos — Le susurró con la poca fuerza que me queda.
—No podemos ¿Qué? — Muerde mi mejilla y yo gimo.
Me pega con fuerza a la pared y yo subo mis manos para colocarlas en su cuello y llevar su boca a la mía, se reclaman como si hubieran querido esto desde hace rato, su lengua entra en mi boca buscando mi lengua la cual le entregó sin protestar, sujeta mis caderas con fuerza, él sonríe en mis labios siguiendo el beso sin siquiera interrumpir lo que estamos haciendo, sólo tiene una toalla y lo estoy empezando a sentir. Baja sus labios hasta mi pecho para besar este, sus manos suben mi sudadera y me hace pasear cuando su lengua y sus manos frías hacen contacto con mi estómago.
—¡Oh! que bien se siente — Suelto con una gemidos acompañado pero inmediatamente me avergüenzo y mis mejillas se ciñen de un color rosado.
—Que pena que no podemos — Suelta, Haniel, alejándose de mí con una sonrisa cínica. Respiro con dificultad cerrando mis ojos para acostumbrar a mi cuerpo a estar lejos del auto — Que esperas para irte. Me tengo que cambiar.
Maldigo y salgo de la habitación cerrando su puerta muy fuerte, entró a la mía rápidamente y me tiró en la cama, te maldigo, Haniel.
Busco mi portátil y la enciendo, abro la barra de mensajes, frunzo el ceño ante uno y abro este.