“Finales y Comienzos”

Mudarse de país suele ser difícil, sobre todo cuando has vivido siempre en el calor de la familia, pero la oportunidad de crecer en lo profesional es atrayente, un reto que sin lugar a dudas quieres tomar. Aquello motivo a Sarah a viajar de la comodidad de su hogar, a un país Europeo, además de su trabajo, su motivación era conocer sus ancestros, su abuelo paterno había emigrado desde Berlín siendo apenas un muchacho de 17 años, aquella historia le había fascinado desde niña, dejo a Sarah la idea de algún día ir allá, ver los lugares que con tanto amor relataba su querido abuelo. Una de las principales cosas que haría sería pasar por el puente Glienicker, y disfrutar de la vista.

Ella había estudiado ingeniería de software, se había enfocado en el área administrativa, su tesis fue el comienzo de hacer una propuesta para empresas del país, manejo optimizado de big data, para empresas de importación, entre las cuales se encontraba una de origen alemán, estos le propusieron viajar a Berlín, y ser parte en el equipo de desarrollo para implementar un nuevo software. Ella había aprendido alemán motivada lógicamente por su abuelo. Así que luego de discutirlo con la familia acepto. Los trámites no fueron tan engorrosos como imagino, a las pocas semanas tenía un  permiso laboral, además de haber presentado un examen del idioma el cual lo pasó con excelente puntuación.

Una semana antes de partir, su madre Ana le dio varios consejos maternales, aunque confiaba plenamente en su buen juicio, insistió en la idea no involucrarse con cualquier tipo en aquel lugar, que la soledad resulta asfixiante y hace que tomemos decisiones estúpidas para no estar solos. Que no dejara que nadie le hiciera menos y esta frase se coló en su subconsciente: "Nadie es más que tú, ni menos que tú".

Se reunión con sus amistades, se despidió de su mejor amigar Alicia, quien le insistió que le contara todo, que se conectaran diario, y que cualquier eventualidad no dudara en avisarle, que comiera bien y que se enamorara las veces que pudiera, esto último recalcando que no perdiera tiempo y lo hiciera apenas llegara. Haciendo que Sarah se sonrojara un poco por esa imaginación tan voraz que tenía su amiga.

Sin más la fecha de embarque llego, con una maleta grande y un poco de miedo abrazo una vez más a su madre, a su hermana Sofía, y su padre Joel, quién le dio un abrazo largo, algo que no era usual en él. Camino con lágrimas pero respiro y fue al cheking.

***

El vuelo resulto sin ninguna novedad, llego al aeropuerto, mostro su permiso, pasaporte y salió, afuera le esperaría Kerstin, la asistente de recurso humanos, era alta, delgada, de cabellos castaños, y ojos grises, tendría unos 30 años. Sarah había estado en contacto con ella desde unos tres días atrás, por tanto no fue difícil localizarla cerca la puerta de salida, ella le sonrió y le estrecho la mano, luego le pregunto cómo le había ido en su viaje a lo que Sarah respondió: - Sin ninguna novedad - caminaron hacia un estacionamiento, luego de caminar por unas filas, finalmente sonó la puerta de un auto Audi, el maletero se abrió, dejando la maleta de Sarah acomodarse a duras penas, pero se logró el cometido. Sarah traía consigo una mochila y su cartera. La mochila la dejo en el asiento de atrás, y procedió a sentarse en el asiento de copiloto. Kerstin le había ya hablado de los horarios, del piso donde iba a trabajar, por tanto durante el viaje le indicaba que lugares eran buenos para comprar, donde vendían buen pan, el sistema de transporte y si iba adquirir un auto, podría solicitar un auto asignado de la compañía, era parte de los beneficios. La carretera hacia Berlín, fue para Sarah tranquilizante, en pocos minutos diviso los primeros edificios de la ciudad, y después ya estaban recorriendo las calles, edificios antiguos acompañados de los modernos, hacían un contraste interesante, cuando pensó que podría seguir disfrutando del recorrido llego a su fin, Kerstin se detuvo frente a un edificio de 5 pisos beige, allí le dijo que sería su residencia, para ser más exactos en el 3er piso, apartamento b, entre ambas mujeres lograron bajar la maleta y caminaron la entrada, Sarah Respiro y pensó: - Aquí es que comienza todo, solo es un día más -

***

No muy lejos de allí en un suburbio, había un hombre elegante de nombre Dedrick, este estaba parado al lado de una carretera observando el horizonte, en eso la luz de un auto deportivo parpadeo al verlo, este sonrió. El auto se detuvo, y de allí bajo alguien muy parecido a él, aunque vestido de forma más deportiva y con las cabellos más largos, su cara estaba bronceada a diferencia de Dedrick, quien lucía un aspecto pálido pero sano. Ambos lucían unos radiantes ojos azules, Dedrick los tenía un tono más oscuro, mientras que el otro hombre tenía algo de gris en el iris. Finalmente el primero en hablar fue Dedrick:

- Al fin llegaste Carsten -

- No faltaba más hermano, hoy es día se celebración, no todos los días se celebra un exitoso divorcio - esto último lo dijo esbozando una gran sonrisa.

Dedrick, lo empujo diciendo: - Cállate y vamos a la casa, necesito terminar de desocupar mi oficina -

- ¿Y la ropa, y las cosas que tienen más de un año encerradas allí? - le pregunto Carsten, con un tono de burla.

A lo que Dedrick le respondió: - No pienso tomar eso, solo unas cosas del escritorio, pienso vender con todo y ropa, todo el lugar me da asco, y eso incluye el contenido del vestier, todo lo que hay en esa sucia casa -

- Bueno, sucia no debe estar si aún pagas por ese servicio-  hizo una pausa y continuó - ¿Por qué te tardaste tanto en ir por ello? - esta vez el tono de Carsten había cambiado y se sentía preocupado.

- Realmente no quiero estar solo ahí, tú estabas de viaje, algo que es usual en ti, eres el único que podría venir conmigo sin sentir lastima, o complicarme las cosas - esto último lo dijo mirando a un lado con cierto desagrado por haber dicho eso.