—¡¿Dónde está?! — sus gritos desesperados retumbaban por los pasillos del hospital mientras caminaba apresuradamente — Mi hijo, ¡¿Dónde está?!
—Sr. Park, por favor tranquilícese — dijo uno de sus trabajadores al acercarse a él.
—¡Cierra la boca si no quieres perder tu trabajo! — exclamó furioso ante el pedido de su guardaespaldas — ahora dime dónde está mi hijo, ¡maldita sea!
—Lo siento, señor — hizo una reverencia avergonzado y le mostró el camino hasta la habitación de su hijo.
Al entrar a la habitación, vio lo que todo padre teme; ver a su hijo agonizando. Su hijo yacía en la camilla, conectado a unas máquinas, se notaba que estaba muy débil para respirar ya que una máquina le ayudaba a hacerlo.
—Disculpe, Sr. Park — entró el médico a la habitación, el Sr. Park no hizo ningún movimiento, permaneció mirando a su hijo mientras sentía que su corazón se rompía —. Necesito hablar sobre su hijo... En privado — aclaró y en silencio se retiraron de la habitación—. Sr. Park quiero que sepa que hicimos todo lo que pudimos, puede que hoy no sobreviva — dijo finalmente.
— Entonces, ¿así terminará? — tragó con dificultad ya que su garganta estaba seca — No permitiré que mi hijo muera — balbuceó.
— ¿Disculpe? — pregunto al no escuchar lo que había dicho.
—¿QUÉ CLASE DE HOSPITAL NO PUEDE SALVAR A UN PACIENTE COMO MI HIJO? — gritó ofuscado — No me quedaré ni un minuto más escuchando su ineptitud — dio media vuelta para irse, pero la voz del médico le detuvo.
—Si trata de trasladar a su hijo en su estado... apresurará su muerte — el sr. Park apretó su mano con tanta fuerza que sus nudillos se hicieron blanco, comenzaba a faltarle la respiración y sentía que su presión le subía.
—No me dirá que hacer — quiso dar un paso y tambaleó perdiendo el equilibrio.
—Sr. Park, necesita tranquilizarse — corrió hasta él para ayudarlo a mantenerse en pie —. Será mejor que le examine.
—No, solo salve a mi hijo — le tomó del cuello de la bata del médico — ¡Sálvelo!
—Ambos sabemos que ya no se puede hacer nada, lo lamento — bajó la mirada y el anciano bajó su mano para reincorporarse —. Sr. Park debo llevarlo a revisar su presión
—Si ya no hay nada que hacer, quiero permanecer al lado de mi hijo — caminó saliendo de la oficina en dirección a la habitación de su hijo —. Llamen a Yang Mi, puede que sea la última noche para pasar con su padre — dijo a las personas que permanecían de pie cerca de la habitación.
Pasaron varias horas y no había rastro de su nieta, el Sr. Park permaneció sentando en el sofá que tenía la habitación, esperando que su hijo recupere su conocimiento.
—Pa... pá — se escuchó una voz débilmente en la habitación, al escuchar esto el Sr. Park se acercó apresuradamente hasta la camilla — pa... pá
—Shhh — le calló y acarició su cabeza — hijo, no es necesario que hables — decía mientras reprimía sus lágrimas.
—Lo... Sien... To — su padre asintió comprendiendo que se disculpaba por todas esas veces que sus acciones le habían ocasionado amargura y dolor.
—No es necesario que te disculpes...
—Me... Equi... voqué —se quitó la mascarilla que le ayudaba con la respiración, aunque su padre le insistió que no lo hiciera —, nunca... debí... casarme... con... ella...
—Tranquilo — sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas —, gracias a tu matrimonio nació una bella niña — sonrió.
—Cuida... de... ella... — su respiración era débil — o... de... Él
—¿Qué? — frunció su ceño al escuchar eso.
—Tuve... un... hijo... Abandoné — la última palabra se escuchó como un susurro.
—Será mejor que te pongas el respirador — dijo su padre tratando de ponerle nuevamente la mascarilla, pero su hijo se negó.
—Dile... que... me... perd... Perdonen —su caja torácica se extendía y contraía por su respiración irregular —... Dile... A... su... madre... que... lo... siento
—Entonces era cierto que tuviste una amante — su hijo afirmó llorando débilmente.
—Me... Equivoqué... dile... diles que lo lamento — la máquina comenzó a sonar alertando a su padre — cuida...de...mi hijo...o ...hija
—¡Doctor! — gritó desesperado queriendo salir de la habitación, pero su hijo le tomó de su brazo deteniéndolo
—A... ella... la amé... Fui... un cobarde... al dejarla... — fue lo último que dijo porque su cuerpo se movió bruscamente convulsionando.
—¡Doctor! —salió corriendo, alertando a sus trabajadores quienes salieron en busca del doctor. Unos segundos después entró el doctor con enfermeras y trataron desesperadamente de revivirlo, pero todo esfuerzo fue en vano... su hijo ya había fallecido.