— ¿Y este es el colegio humano en el que trabajas? — Preguntó Yue sin poder creer lo que veía estando parada frente a la entrada del instituto.
Durante todo el trayecto de la casa al colegio, fue incómodo para los chicos, no por el silencio o las tediosas reglas que imponía el adulto con temor de que los príncipes provocaran algún alboroto entre el resto de estudiantes por un descuido; sino el poco espacio que tenían en la camioneta siendo ellos nueve adolescentes a excepción del adulto que iba conduciendo. Estando ya en frente del colegio, los chicos miraban curiosos la estructura grisácea mientras otros estudiantes pasaban por el lado de ellos un poco apresurados pues ya era tarde, la campana que indicaba la hora de entrada ya había pasado.
—Sí, ¿Acaso no es lindo? — Contestó Benjamín mirando a los chicos con una sonrisa en el rostro.
—Es muy... triste. — Opinó Iri acomodando su cabello de un movimiento de cabeza.
Sí, era cierto que las instituciones en la Tierra tenían una fachada triste y depresiva, sin embargo, dentro de ella hay muchas más emociones y personalidades que estarán encantados de explorar con el paso de los días. Benjamín vio la hora en el reloj de su muñeca, aún estaban a tiempo de llegar a las primeras clases.
—Vamos, deben llegar a sus clases. — Dijo el adulto mientras hacía una seña para que le siguieran por el pasillo de entrada donde algunos estudiantes les dedicaban miradas curiosas y llenas de recelo por ser un grupo aparentemente nuevo.
Los príncipes no se preocuparon por como los juzgaban pues estaban concentrados es las carteleras llenas de color, el ruido, las risas, variedad de cosas que contemplaban a través de las imágenes o hologramas que solía mostrarles Vega en una de sus reuniones. Conocían perfectamente los hábitos de vida de los humanos luego de devorar enciclopedias con su historia, libros como lo eran: <<Siglo XX: Tomo 1, 2, 3, 4 y 5. O Siglo XXI: Tomo 1>>, El más reciente que Lúa aseguraba que su hermana no había leído, o siquiera supiera de su existencia.
—Esta es la clase de Yue, por favor, ya hablamos de esto, no quiero verte en mi oficina a menos de que sea una emergencia de las que ustedes saben...— La amenaza de Benjamín quedó más que clara para todos, incluso para la menor que era más rebelde que todos juntos.
— Antes de entrar, quiero saber algo... ¿Hitler sigue siendo presidente de Alemania? — Los príncipes abrieron los ojos en demasía y negaron suficientes veces como para que la ahora castaña se arrepintiese de no leer los libros. — Mejor no hables con nadie por ahora y luego te pones al día con todo. — Benjamín sentía como empezaba a sudar frió de los nervios o quizás del próximo ataque al corazón que le provocaría la menor.
Abrió la puerta dando paso a la joven chica y detrás de ella iba él con su rostro serio, la máscara que solía mostrar frente a sus estudiantes, saludó con educación y como respuesta todos los jóvenes se levantaron de sus sillas hasta que Benjamín les hiciera una seña para que volvieran a tomar asiento. — Lamento interrumpir, será una presentación breve. La estudiante Yue Moon será su nueva compañera de intercambio, por favor sean amables con ella. — Luego del anuncio un par de chicas señalaron un asiento libre frente a ellas, no estaba muy lejos de la puerta y tenía buena iluminación, Benjamín se sintió aliviado de ver el efusivo recibimiento de las chicas con Yue, sin embargo, luego de despedirse de la profesora preparado para abandonar el aula, los brazos de la pequeña lo rodearon en un abrazo llamando la atención de todos. — Adiós Ben. — Susurró para luego volver a su puesto.
Benjamín salió de allí con el corazón grande, había olvidado ese sentimiento de cariño que le había transmitido Yue en una sola acción, y con más animo se dirigió al resto de príncipes que debía asignar que lo miraban expectante.
—Ahora ustedes tres, veamos... tercero de secundaria. — Decía mientras buscaba en el horario el salón de su clase, Lúa no estaba segura de lo que le podría tocar mientras que Iri y Elena murmuraban entre ellas las maravillosas cosas que podrían encontrar allí; chicos, chicos y más chicos. Nahir no paraba de observar a Elena reprimiendo el sentimiento de celos y amor que llevaba desde hace rato, la joven de cabellos dorados estaba muy linda desde esta mañana, su cabellera larga caía por su espalda con elegancia y su caminar tímido e inseguro la hacían lucir más tierna de lo que era. Los pensamientos del descendiente del agua se desvanecieron por completo luego de que Elián palmeara su hombro con fuerza, provocando que las gafas del más pequeño acabaran casi en el suelo de no ser que las atrapara en el aire.
— ¿Qué te pasa amigo? — Preguntó el alto con el típico tono burlón que usaba cuando hacía uno de sus gestos nerviosos, comenzó a reírse de la mala mirada que le dedicó Nahir, el chico que era más cercano a él. —Deja de ser un cavernícola con los golpes, un día acabaré muerto por tu culpa. — Nahir suspiró frustrado luego de que Elián lo uniera a él en un abrazo, una de las técnicas que usaba para que lo dejasen de reprender.
Estando ya en frente de lo que parecía ser un laboratorio de Química y sin decir palabra alguna, el trío de chicas se despidió del resto con un leve gesto para entrar a su clase detrás de Ben. Esta vez los estudiantes no lo recibieron de pie, estaban concentrados en diferentes ejercicios como para prestarle atención a los recién llegados.
—Señora Samanta, ¿Cómo está? —