Universo Heraldo: Alhelí

Jack

Bobby y yo enmudecimos al escuchar aquel canto, originado de un lugar algo lejano a nuestras espaldas. La fina voz era proyectada desde un camino de tierra poblado con matorrales y árboles silvestres. Nos giramos confusos, buscando al cantante y a unos sesenta metros lo vimos, parecía danzar con sus túnicas, las cuales se alzaban hasta sus rodillas al girar sobre sí mismo, al tiempo que avanzaba hacia nosotros. Era extraño, pero a medida que el volumen de su voz aumentaba, la luz de los postes del alumbrado público se atenuaba más.

—¿Qué diablos es… —Empezó a decir Bobby enmudeciendo cuando aquella sombra aceleró el paso para alcanzar nuestra posición.

Corrimos hasta llegar al jeep, entonces mi fornido compañero abrió la puerta del conductor sin previo aviso.

—¿Bobby qué te sucede? —empezó a decir mi hermano cuando él metió la mano debajo del asiento.

Un par de segundos después, sacó una llave inglesa plateada que debía medir más de medio metro.

Ralph entendió la seña más rápido que yo y metió la mano debajo de su asiento de donde extrajo una llave de cruz y un gran tubo, luego se bajó del wrangler.

—¿Qué sucede? —preguntó Alison llevándose una mano al pecho.

Bobby con su llave inglesa, Ralph blandiendo el tubo, y yo la llave de cruz, nos vimos esperando a aquel sujeto, que curiosamente redujo el paso y ahora caminaba de puntillas hacia el jeep. Peter y Alison seguían con preocupación los sucesos que acontecían desde el interior del wrangler.

—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó Bobby cuando lo tuvimos a diez metros.

—¡Quiero lo mío!—replicó con una voz rasposa y ronca, totalmente diferente a la que acababa de usar para cantar.

No fui capaz de distinguir su cara, sin embargo, aun con esa capucha cubriendo su rostro, se giró hacia mí, después dio cuatro zancadas hacia nosotros, Bobby seguido por su hermano salió al frente. Mis piernas empezaron a temblar por lo que me quedé de último, al tiempo que algo en lo más profundo de mí ser me imploraba que corriera.

Me armé de valor y blandiendo aquella llave de cruz decidí avanzar, pero antes de dar siquiera tres pasos Bobby y Ralph cayeron al suelo.

Aquello no tenía el más mínimo sentido, Bobby era fuerte, su hermano y él siempre habían trabajado mecánica. Y ese trabajo te hace ganar músculos, sin embargo aquel sujeto, delgado y andrajoso se los quitó de encima con un simple empujón.

La sombra lanzó un alarido y los bombillos de los postes explotaron, dejando la calle totalmente a obscuras. Sólo nos quedó la luz de los faros del wrangler, aunque estos empezaron a parpadear. Mientras tanto, Peter luchaba para que el vehículo encendiera.

—¡Tu tocaste lo mío! —anunció él extendiendo su brazo para señalar a Ralph. Segundos después el chico cayó de rodillas y empezó a vomitar en forma continua.

—¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? —preguntó Bobby retrocediendo un poco sin dejar de ver a la sombra que murmuraba.

Un líquido escarlata brotaba a chorros por la boca de Ralph, al tiempo que mis piernas estaban al borde del colapso, no podía creer lo que estaba pasando.

—¡Vamos, Jack! —rugió Bobby alzando su llave inglesa mientras corría de nuevo hacia la sombra, quien con cierta gracia, esquivó el golpe de mi compañero, al tiempo que extendía su pierna para hacerlo tropezar y caer al suelo.

—¡Bobby! —grité dispuesto a ir en su ayuda, pero la sombra me señaló.

Mis piernas se doblaron debajo de mí, provocando que me desplomara, entonces fue cuando en vano intenté levantarme, mientras ese asesino aplastó el cráneo de Bobby con un fuerte pisotón.

—¡Bobby! —gritó Ralph ahogadamente.

En ese momento fuimos capaces de ponernos en pie. Yo retrocedí, pero Ralph, con un manchón rojo en su camiseta avanzó hacia nuestro atacante, intentando herirlo de alguna manera

—¡Vámonos, muchachos! —escuché a mi hermano decir a mis espaldas. Él y Alison acababan de bajan del wrangler.

—¡Dame lo mío! —demandó la sombra viéndome con atención.

—¡Ven, Ralph! —grité esperando que el chico me hiciera caso.

Pero todo fue inútil, aquel joven encolerizado intentaba golpear al que había acabado con la vida de su hermano. Entonces nuestro agresor, habiendo esquivado dos de sus golpes, lo derribó.

La sombra avanzó y tomándolo del cabello tiró de él hasta que lo hizo quedar de rodillas. Ralph luchó golpeando los brazos de aquel hombre, sin embargo sus golpes no bastaron para liberarlo.

Apreté con fuerza la llave de cruz que tenía en mis manos y me encontré dispuesto a ayudarlo, pero fui detenido esta vez por Alison, la cual me frenó en seco al ver que nuestro atacante, en un acto tan barbárico como increíble, desprendió la cabeza de Ralph de su cuerpo, extrayendo con esta parte de su espina dorsal.

El cuerpo sin vida de Ralph cayó al suelo, y con Peter llevando mi bolso empezamos a correr por aquel camino negruzco, donde ya no quedaban vestigios de luz, mientras a lo lejos volvimos a escuchar la canción de ese homicida.

 

 

Mi gran Jesús, Mi bello rey




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