Untalented

10. El sueño del Sr. Adrich

Andrew no paró de pensar en cuál podría ser el trabajo de Carly. En su cabeza rondaba la misma idea «Si tiene un empleo, debe tener un talento». A la hora del almuerzo se dispuso a indagar un poco acerca del tema. No logró sacar mucha información ya que Gabe y Cloe se empeñaban en interrumpirlo cuando quería hablar. Pero aun así logró enterarse de que el empleo de Carly era relativamente nuevo, llevaba apenas una semana trabajando en una pequeña cafetería cuya ubicación estuvo a punto de revelarle cuando el timbre sonó , indicando el final de la hora de almuerzo. No la volvió a ver hasta la hora de salida, cuando divisó a la chica de cabellera roja irse a toda prisa con dirección a su casa.

Él la siguió a la distancia y decidió ocultarse para ver a dónde se dirigía. La observó mientras tomaba un taxi y se dispuso a seguirlo en su motocicleta.

¿Por qué no preguntarle a Carly directamente y ahorrarse todo el rollo de espía?

La respuesta era simple: Andrew quería hacerlo por su cuenta.

Si Carly no había aún notado que era buena en algo, quizá lo tuviese frente a sus narices y se negaría a aceptarlo de un modo simple. Pero, si Andrew lo averiguaba y se lo mostraba con pruebas irrefutables, no tendría otra opción, más que aceptar su talento (cualquiera que fuese), y el muchacho habría cumplido su parte del trato.

El taxi paró frente a un pequeño local en el centro de la ciudad. Parecía un lugar bastante pintoresco, pintado de celeste con franjas violetas. El letrero de la entrada fue lo que más le llamó la atención pues aparentemente estaba en otro idioma, decía: Pадость.

Carly se adentró en el lugar y esa fue la señal de Andrew para retirarse, con la certeza de que volvería al siguiente día y trataría de llegar antes que ella.

Al día siguiente, el muchacho se saltó la última hora de clases para cumplir lo que se había propuesto. Abrió la puerta del negocio y se encontró con una pequeña cafetería la cual tenía un olor bastante peculiar. La campanilla se hizo escuchar, de inmediato un hombre con el cabello completamente blanco y varias arrugas en el rostro, salió de la nada y se paró frente a él con una enorme sonrisa.

— ¡Bienvenido! —Dijo con suma efusividad que llegaba a dar algo de miedo— ¿Quieres un pastelillo? O quizás... ¡Quieras una docena de pastelillos! Si compras cincuenta te regalo una canasta y si compras cien te doy otra canasta.

—Buenas tardes, señor...

—Thomas —completó el hombre—, Thomas Adrich.

—Mucho gusto Sr. Thomas. Verá, en realidad no vengo a comprar pastelillos —comenzó a explicar.

— ¿Entonces vienes por la tarta de Shashlyk?

— ¿Tarta de qué? —dijo, confundido por el extraño nombre.

—Es un platillo tradicional de Rusia, hecho a base de carne y cebolla. Por lo general lleva solo eso, pero para hacerlo más americano lo he puesto en una tarta. —El señor Adrich parecía muy orgulloso de su creación, sin embargo, Andrew se convencía cada vez más de que ese era el hombre más extraño que jamás hubiese conocido.

—Estoy seguro de que es delicioso, pero en realidad vengo a hablar sobre Carly Robinson. La conoce, ¿cierto?

—Por supuesto que la conozco, es mi mejor empleada.

— ¡Escuché eso! —dijo un muchacho que se encontraba en la cocina.

— ¡Es la verdad, Ed! ¡No has vendido nada de Shashlyk desde que llegaste aquí! —contestó el señor Adrich.

Volviendo a concentrar su atención en Andrew lo invitó a sentarse, para que pudieran hablar con más calma.

— ¿Le ha sucedido algo a la pequeña? —preguntó bastante preocupado.

—No, para nada. Es solo que... ¿Ha dicho que es su mejor empleada? —cuestionó luego de procesar las palabras dichas anteriormente.

—Así es, desde que ella comenzó a trabajar aquí mis ventas se han incrementado notablemente. En estos cuatro días he vendido más de lo que había vendido desde que abrí mi negoció hace dos meses.

Andrew aún no salía de su estupor al enterarse de tal cosa. Al parecer Carly no solo era buena en algo, según el Señor Thomas, ella era maravillosa. Estuvo hablando con él durante un rato. El Sr. Thomas era el propietario de la cafetería, cuyo nombre traducido al español era Alegría, puesto que ese era el sentimiento que le producía.

Hubo un tiempo en que Thomas Adrich fue uno de los banqueros más respetados de la ciudad, incluso se ganó el sobrenombre de «El rey Midas». Para todos fue una enorme sorpresa que, a sus 63 años, decidiese dejar todo atrás para convertirse en el feliz propietario de una cafetería. Se había dedicado durante décadas a hacer algo que no le gustaba y estaba harto. Al morir su esposa, él le hizo una promesa, sería feliz. Muchos pensaron que se trataba solo de una crisis debido a la pérdida de su amada Doris, pero él sabía que no era así. Y aunque esto suene como la escena de una película en la que el protagonista renuncia a su trabajo, arroja los papeles por doquier; sale del edificio ante la atónita mirada de todos los presentes, cumple su sueño y les demuestra a todos que estaban equivocados, la realidad es muy diferente. El señor Adrich estaba teniendo problemas con los dos últimos pasos, su cafetería no tenía el éxito que esperaba. Al parecer eso de mezclar platillos tradicionales de Rusia, de donde su familia era originaria, y convertirlos en pies, tartas y panecillos, no resultaba agradable al público.

La plática fue interrumpida debido al sonido de la campanilla, la cual indicaba que alguien acababa de ingresar al local.

—Buenas Tardes, señor Adrich —dijo la pelirroja al entrar.

— ¡Eso significa que mi turno acabó! —Celebro el muchacho que salía a toda prisa de la cocina—. Nos vemos —se despidió y se fue como alma que lleva el diablo.

— ¿Andrew? —preguntó Carly, muy confundida por la presencia del chico en ese lugar.

En un intento por justificar su presencia, el joven dijo que pasaba por ahí y le dio curiosidad el lugar, luego se detuvo a conversar con el propietario y fu entonces que se enteró que ella trabaja ahí, por lo bien que el hombre hablaba de ella. El señor Adrich estuvo a punto de negar la versión del muchacho, hasta que su mente lo llevó a un momento en su juventud, cuando él inventaba cualquier excusa para ver a su amada Doris. Lo tomó como una simple cosa de adolescentes y prefirió no intervenir.



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En el texto hay: amistad chica y chico, talento, romance amistad

Editado: 31.10.2022

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