Las materias que tuve en ese día fueron diferentes a todo lo que había visto en mi vida, pero extrañamente similares por momentos. Lo cierto es que no estaba muy animada de volver al colegio, pero se suponía la única forma de salir de ese encierro, ¿verdad? Todo estaba vigilado 24/7 y su seguridad estaba muy controlada.
La puerta principal siempre estaba vigilada, y después de la puerta principal, sólo se veía una enorme jardín con el laberinto, que ni siquiera los más antiguos alumnos se aventuraban a explorar por completo. De vez en cuando entraban ahí parejitas a hacer quién sabía qué, pero nunca nadie había llegado a cruzarlo. Incluso algunos alumnos debían ser ridículamente rescatados. No sabía donde estaba situada geográficamente, y ni siquiera Esme, que parecía saberlo todo, sabía decir dónde se encontraba excatamente la Academia, al parecer estaba ubicada en una dimensión alterna al mundo Común... Ella me había contado que "el Universo conocido" era un montón de dimensiones que formaban los Mundos Mágicos, pero no logré entender todo.
Thomas entró justo cuando el hada se retiró al terminar sus indicaciones generales antes de iniciar las clases. Me quedó mirando con odio unos segundos parado frente a mi pupitre, esperaba que me dijera algo, pero cuando entró el profesor, sólo se dirigió a un pupitre en la parte de atrás.
Magia Natural, consistía en estudiar la magia en su estado puro, me explicó amablemente Esme a mi izquierda, aunque no entendí nada de nada. Marcus Ariete, un enano algo malhumorado y belicoso me entregó un papel con una lista de cosas que no entendí cuando la clase terminó. Me explicó que era lo que había pedido el director y, simplemente, doblé y guardé el papel en mi mochila, suponía que luego me lo explicaría.
Círculos Mágicos, me pareció una clase de arquitectura. Se suponía que nos tenía que dar las pautas para generar nuestro propio círculo, para así aprovechar nuestra magia empleando la menor cantidad de poder y generando el mayor efecto posible. En mitad de la clase, la profesora Sasha Galí, la arpía, me preguntó por el círculo de Utopía y pasó muy pensativa mientras le describía cómo lo hacía. También me entregó una lista al final de la clase, pero apenas llenaba media hoja, no como la de Magia Natural.
Historia y Geografía, tampoco podía entender la gran cosa, pero gracias al profesor Pim Rose, el duende, pude aprender que las Sirenas de Agua, Arpías de Viento, Enanos de Fuego y Elfos de Tierra; enseñaron a los magos de Silvanya a manejar la magia Elemental en sus inicios hace como 5000 años, cuando en la edad Común se lo atribuía al descubrimiento del fuego por un pequeño accidente que hubo. Pim era realmente el mejor profesor del mundo, te hacía aprender de una manera que era demasiado entretenida, y al igual que los otros profesores me entregó una lista, pero esta vez llenaba dos hojas.
Al salir al recreo, Esme fue a despertar a Maritte, que había estado dormida durante todas las clases. Niel y Richard, también se nos unieron y fuimos todos hacia la Sala de Juegos, la que estaba en la planta baja de la Torre de Dormitorios. Richard empezó a hablar de un concurso de deportes extremos de nieve que iba a haber cerca de los Alpes, una conversación que enseguida atrapó a Niel y Maritte. Al parecer eran bastante activos. Esme no participaba, pero se veía feliz por el simple hecho de que no la desplazaran...
Sentí un escalofrío y giré mi cabeza para ver. Me pareció ver una niña muy pálida de cabello casi blanco muy largo, casi flotando entrando a la Torre de Bibliotecas. No dije nada, porque me parecía algo vergonzoso hablar de mi miedo a los fantasmas, y tal vez para ellos era algo normal.
Cuando pasamos por la Sala de Profesores, seis maestros me rodearon y me dejaron un montón de ítems distribuidos en seis listas. Por suerte, pude sentarme y relajarme en el jardín junto a Esme, mientras los demás jugaban un partido de fútbol en el césped. Realmente, había muchísimos alumnos a los que no conocía y realizaban muchas y variadas actividades. Esme me presentó a una Vidente de segundo año de especialización de la clase A, Celeste Rivas, que también era española y muy agradable, ambas hablaban de lo bonito del día y sus teorías sobre una telenovela que veían. Nada del otro mundo, sólo otra ridícula comedia adolescente.
Cuando sonó la sirena, todos dejaron de hacer sus cosas y regresamos a clases, donde tocó Matemáticas, que fue lo peor, no por la materia, sino que la profesora encargada, que era el bicho. Quiso ponerme en ridículo sacándome a la pizarra, por suerte, no estaba atrasada, había estudiado Matemáticas hasta los 18, en el curso preparatorio de la Universidad, y despejar un par de ecuaciones, no era nada. Le sentó como una patada en su diminuto hígado que logrará sacar la respuesta. Odiándome como lo hacía, me dio una lista de 4 hojas. Ya me había dicho una profesora muy gorda mientras me daba su lista en el recreo, la señora súper amable y sonriente que había ayudado a Jazmín a levantarse cuando la había tirado al suelo de un manotazo, que eran temas que tenía que estudiar para igualarme al resto.
Le había preguntado a Esme por qué tenía que estudiar Matemáticas en la magia, y se suponía que era necesaria para otras materias y para tener nociones básicas y encajar en el mundo Común. No le encontraba la lógica a tratar de encajar siendo un fenómeno, pero en este mundo, nada lo tenía.
Tecnología era muy entretenido con Frank Stradella, el Centauro. Tenía un método muy bueno y, sorprendentemente, logré entender todo. Se supone que se podía utilizar elementos como móviles u ordenadores que fabricaban Comunes y Energéticos, de manera que era útil para almacenar magia o aumentar el efecto de ésta. La Magia era energía y si la tratabas como tal, se regía por leyes más lógicas que un simple Bibidi babidi bu.
Maritte me sorprendió mientras guardaba los libros detrás de mi asiento. Apenas cerré la mochila cuando me cogió de la mano y me arrastró junto a Esme. Resulta que era la hora de Educación Física, la única clase en la que participaba activamente. EF fue lo segundo peor del día después de Matemáticas. El profesor era Maximiliano Toubia, Max para abreviar. Fue el Minotauro que me salvó de la furia del bicho en mi examen práctico. Nos cambiamos en los baños del Gimnasio, que estaba en la primera planta de las Aulas de Prácticas, pero no nos quedamos en el edificio, sino que cruzamos la piscina olímpica, las canchas de baloncesto, los campos de fútbol, rugby y béisbol, la pista de ciclismo... definitivamente, había un lugar para cada deporte imaginable. Visto desde mi habitación no era tan impresionante como cuando lo veía desde el nivel del suelo.