Capítulo 25

Llego a la puerta de George, cogo aire rápido para que nadie me pare y me pregunté.

Abro la puerta, George está sobre la cama, me parece raro que siga acostado.

No está despierto aun.

—¿George? —me pongo a su par y comienzo a balancearlo para que se despierte pero no funciona.

—Está inconsciente, ha perdido mucha temperatura corporal —el impresentable de Andrew invade nuestra intimidad y entra en la casa.

Esa respuesta solamente significa que todo lo que pensaba que había es real.

—No tendrías que haber entrado en la sala secreta, ni mucho menos volver a comprobar lo que había dentro, ¿que buscabas? —me desafias o al menos su tono y sus palabras lo son.

—¿Por qué le estáis ocultando a todo el mundo ciertas cosas? —le devuelvo la misma moneda en forma de pregunta.

—La gente no está preparada para saber la verdad, y creeme que tú todavía tampoco —se pone de pie delante de mí mientras observa como trato de despertar a George.

—Se pondrá bien, pero tienes que dejarlo descansar. Esto ha sido solo un aviso, pero no doy terceras oportunidades, si os vuelvo a ver merodear por allí abajo la próxima vez os dejaré morir —me amenaza mientras desaparece de mi campo de visión.

Me doy la vuelta, y veo como George abre los ojos lentamente.

—¿Ha sido verdad no? —pregunta mientras afirmo con la cara.

—He escuchado todo lo que ha dicho Andrew, creo que después de esto es mejor que no merodeemos por .

—Es ya mediodía, el sol está en lo más alto, es mejor que vayamos a comer.

Llegamos hasta el templo, las bandejas ya están puestas sobre las mesas, hay un grupo en medio de la sala bastante resaltado.

—¿Que ocurre? —pregunta Andrew que entra para poner orden.

—Esto es una vergüenza, cada vez hay menos comida en los platos —es Oscar el que lleva la voz cantante. Cuando dice eso observo el plato y me doy cuenta de que lo que ha dicho es verdad. Los platos están casi por la mitad a como lo ponían hace una semana.

—Esta todo bien, somos mas gente, seguro que es un error de cálculo, mañana ya tendremos la ración de siempre, ya veras, ademas tenemos comida de ayer que sobro algo, quien quiera puede pedirme que yo se lo facilitare.

Da un gran discurso y se marcha por la puerta con cara de pocos amigos.

—¿Que estará pasando? —le pregunto a George.

—No lo sé pero sea lo que sea tiene pinta de algo muy gordo. Andrew no suele dar tantas explicaciones a cosas con tan poco importancia, algo está pasando con la comida.

Suelta George pero sin aclarar él que.

—Lo que no podemos hacer ahora es ponernos a investigar porque como aquellos dos nos pillen entonces sí que estamos muertos.