Capítulo 35

—No puedo creer lo que estás diciendo —le respondo a las palabras que acabo de escuchar.

Quiere dejar de dar de comer a George, dice que no le queda mucho tiempo y que si sigue alimentandole serán días que nosotros podemos perder, por una parte lleva razón pero mi yo interior no me deja hacer eso. Me lo impide el talante.

—No voy a dejar eso, mientras haya vida hay esperanza y aún podemos encontrar la solución. Si dejas de darle comida le daré yo de la mía —le confieso, se que no es momento para ponerme a Hector en contra pero no va a pasar por encima de nadie y si lo hace antes lo tendrá que hacer por encima mio.

—No te estoy pidiendo permiso, la decisión está tomada, desde esta noche dejaremos de darle comida —responde con sangre fría, una decisión que jamás hubiesen tomado Abraham ni Brayan, me estoy empezando a dar cuenta de cómo es Hector en realidad.

—No lo entiendes Jacob, voy hacer todo lo que está en mis manos para que podamos salir de aquí pero George tiene los días contados, no podemos contar con él. No voy a permitir que más gente muera aquí, George es un daño colateral pero cuando estemos fuera nos acordaremos de él —se sincera mientras me pone la mano en el hombro.

—¿Puedo despedirme de él? —le pregunto mientras tengo la mirada perdida.

Todavía recuerdo todas las cosas que he vivido con él, él fue la primera persona con la que prácticamente establecí relación. Con el me infiltre en el templo y nos quedamos atrapados hasta que estuvimos apunto de morir, me ha contado anécdotas, cosas de su familia que nadie más sabe, todavia no me creo que me vaya a tener que despedir de él ahora mismo.

Entro por la puerta, está postrado en la cama, mirando al techo casi sin pestañear, apenas se mueve, ha cambiado mucho físicamente, ahora está mucho más delgado, parece que tenga algo por dentro que le esté comiendo lentamente.

—¿Cómo estás? —le pregunto mientras me acerco a la silla que hay al lado de su cama y me siento en ella.

—Holaaa Jacob —dice casi sin aliento, seguramente esté gastando sus últimas fuerzas para poder hablar conmigo.

—¿Cómo te encuentras? —le pregunto, una pregunta un tanto estúpida viendo su estado ahora mismo.

Comienza a reírse, parece que al menos mantiene el sentido del humor.

—Dime la verdad. ¿Cómo me ves? —me pregunta a algo que es difícil de responder.

—Te veo te puta madre tio, creo que vamos a encontrar la forma de salir —le respondo devolviendole las esperanzas que quizás haya perdido estas últimas horas.

—Venga ya… —dice casi sin fuerzas, su rostro ya no se muestra alegre, es tristeza lo que permuta. Quizás sabiendo que el final del viaje de su vida se acerca.

—Te lo prometo George, te vamos a sacar de aquí y cuando lo hagamos te volverás a reencontrar con tu familia, igual que lo haré yo con la mia —le aclaro.

En ese mismo instante se me viene a la cabeza mi familia y no se porque ni por cual razón se me pasa durante varios segundos por mi mente Sheila. No se que querra decirme mi subconsciente, quizás sea más importante para mi de lo que yo pienso.

—¡Jacob! —dice Hector desde la calle, se escucha por todas las calles—. ¡Jacob! —de nuevo su voz interrumpe por toda la habitación.

Salgo para fuera, no se que querra decirme pero parece bastante apurado.

—Dime —le respondo nada más salir.

—Creo que he encontrado la forma de salir de aquí —dice Hector entusiasmado y casi pletórico.

—¿Como? —le pregunto con las mismas ganas que lo hace él.

—No te lo puedo decir de momento porque necesito una cosa, a ver si la puedo encontrar —dice musitando, su misterio me reconcome por dentro.

—Pero dime que necesitas, se nos echa el tiempo encima, ¿has visto como está George?

—Necesito un objeto, lo siento, pero si cualquiera se entera  se puede ir el plan a la mierda, confía en mí…—me dice mientras desaparece de mi vista rápidamente.

Está acelerado y nunca lo había visto así.

No comprendo que es lo que necesita y porque es tan importante para no decirme nada a mi.

Solo espero que lo consiga pronto y que podamos salir de esto todos con vida.