Valentina

Episodio 1. La noche de iniciación

La vida de Isabel Muñoz no ha sido una de las más destacadas que uno pudiera imaginar. Después de un desayuno junto a su padre, tomaría la parada de autobús más cercana a su casa. El mayor problema que ha enfrentado últimamente es encontrar una segunda ruta de transporte desde que se mudaron. Las calificaciones que ha sacado, si bien no son de las mejores, son lo más aceptable a los ojos de su madre. Luego de terminar su día de clases prestando atención a medias, regresaría a su casa un poco más tarde de que su padre fuera a trabajar, y poco antes de que su madre llegara del laburo. El resto de la tarde se resumiría en hacer tareas (a la vista de mama con una montaña de libros de preferencia), regar las plantas del jardín, ver televisión, y caer rendida en el sueño, reparándose para repetir el ciclo el día siguiente. Una vida promedio, como la de muchas persona; al menos lo era antes de aquella noche.

Previo a la puesta del sol, Isabel seguiría con su itinerario con el menor de los contratiempos. No tardo el primer autobús en llegar a la parada y permitirle abordar. Mientras los topes de la calle sacudían la vieja máquina, los pasajeros se las manejaban permaneciendo en sus propios mundos; en caso de Isabel, este era accesible a través de la pantalla de su teléfono celular. La noche anterior se había estrenado el nuevo episodio de “Galatea Unlimited,” pero las ecuaciones algebraicas le fueron un rival más fuerte de lo que esperaba, perdiendo la programación semanal que tanto ansiaba. Para la fortuna de ella, la nueva aventura de la astro-guerrera era descargable en un par de clics (al costo de un par de virus). Con un auricular de segunda mano en la oreja, y un celular heredado de su padre (gracias señor Ramírez por el acenso), el mundo alrededor de ella desaparece y las notas de entrada le dan la bienvenida al lejano y añorado mundo. “No tengo mucho tiempo,” se dijo a si misma mientras adelantaba la fanfarria semanal, lo importante venia después.

Previamente en Galatea Unlimited, la tripulación del crucero espacial Sófocles se vio embestida ante el ataque sorpresa de los agentes de la malvada C.I.R.C.E., quienes los toman de rehenes a cambio de que la Federación Titán les entregue el preciado compuesto Ípsilon; por su parte la grandiosa Galatea voló su cohete con su amado gato Minos con tal de salvar a los dignatarios y servidores civiles; lo que desconoce Galatea es que el teniente Vlachos, némesis jurado de Galatea, tuvo previsto la interrupción por parte de ella, formulando asi una trampa que la acabaría de una vez por todas. “Hoy les ofrecemos, Cuidado con la mano de Aracne,” exclamo el narrador de manera inquieto, implorando que la heroína lo escuche. La sonrisa de Isabel se extendió de mejilla a mejilla al oír estas palabras, ansiosa de presenciar cómo se libra su heroína.

Desde el modulo de mando del Sófocles, el teniente Vlachos detecta la presencia de una nave pequeña atravesar el cinturón de astroides con una gracia que solo él podía reconocer. “La mosca se acerca a la red,” — exclama el teniente Vlachos con arrogancia — “desactiven el seguro de la puerta de carga. Y que el sujeto Aracne tome su posición.” En las afueras del navío estelar, el cohete de Galatea reduce su velocidad y para en seco. “¿Cuál es el problema mi dueña?,” — pregunta Minos, — “¿Acaso tienen sus defensas activadas?” “Al contrario Minos, los sistemas no detectan ninguna acción ofensiva por parte de ellos,” responde Galatea con sospecha, “incluso tienen la puerta de carga desbloqueada.” Al felino genéticamente modificado se le erizan los pelos de punta, pensar que los malos hombres se sientan tan confiados de hacerla algo a su querida ama.

—¿No deseas reportar la situación a la Federación? Tal vez necesitemos algo de ayuda.

—Minos, sabes que se encuentran demasiado ocupados con el traslado de la fauna de Althar como para venir aquí, a ocho sistemas solares de distancia.

—Lo sé, pero si tú vas…

—Si no me encargo, pueden raptar a la tripulación del Sófocles y volverlos en sus lacayos. No me imagino peor destino que lavar los pisos de C.I.R.C.E.

Minos da una mirada triste a su compañera de toda la vida, baja las orejas, y se acurruca junto a ella. “Pero yo sí, y no quiero que te pase eso,” replico con afecto.

—Es por eso que necesito que tú te quedes en la nave, mientras yo me adentro en las fauces de la bestia — Galatea le da un beso al casco de su mejor amigo antes de abrir la escotilla.

Utilizando su mochila cohete, se aproxima a la compuerta de carga con una apariencia de seguridad que trata de ocultar el temor que siente dentro de sí misma. No había necesidad de hackear el sistema de seguridad, el coloso la estaba esperando en su morada. Cuando la gravedad artificial de la zona de carga se activó, y el flujo de aire comenzara a funcionar, Galatea pudo quitarse el casco y revelar sus largos cabellos dorados. Del mismo cinturón en el que alojo su casco en una dimensión de bolsillo, saco su confiada Arma de Golpe. De la nada, comienza a escuchar como el sistema de altoparlantes se activaba en el gran hangar, rompiendo el silencio con una voz que conocía muy bien.

—Nos volvemos a encontrar, Ídolo de la Federación.

—Teniente Vlachos — respondió Galatea, quien era imitada por Isabel desde otra realidad —, que tan bajo ha caído. De supervisar distintos equipos de C.I.R.C.E. en toda la galaxia a tomar mano un trabajo para “plebeyos,” si mal lo recuerdo.

—¡Tus intromisiones me costaron el preciado rango que ocupaba! — grito Vlachos con una ira que trataba de mantener a raya, cosa que hacia reír tanto a Galatea como a Isabel —. Ahora tengo que dirigir a estos bufones de manera personal hasta que vuelva a ganarme su confianza. Pero como en toda situación, siempre logro sacar lo positivo.



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En el texto hay: monstruos, superheroes, joven adulto

Editado: 25.09.2023

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