Observó como aquella chica salió por la puerta trasera del bar. Dispuesto a no dejar pasar la oportunidad, le siguió asegurándose de que su cabello estuviera decente.
Al abrir se encontró con un callejón poco iluminado y solitario. Vió a ambos lados buscándola y la encontró caminando bajo la luz parpadeante de la farola que estaba a unos metros de la puerta.
De pronto, un hombre salió de entre las sombras para sujetarla del brazo y empujarla contra la pared con brusquedad.
Royce sintió que debía protegerla así que decidido dió un paso para avanzar.
El hombre que en esos momentos parecía besarla, se despegó un segundo de ella para volver a alcanzar sus labios, pero se quedó inmóvil un instante y su cabeza giró en un movimiento brusco emitiendo un sonido espeluznante al tronar. Cayó de golpe al suelo frente a la chica.
Royce se quedó paralizado cuando vio lo que ella procedió a hacer a continuación. Se acercó al hombre y le dió la impresión de besar su cuello.
Algo en la cabeza de Royce le gritaba que saliera de ahí. Que se fuera. Que corría peligro. Pero talvez el mismo miedo lo dejó congelado en aquel suelo.
La poca luz reveló un escalofriante descubrimiento. La chica alzó el rostro y pasó su lengua por los labios. Un líquido rojo goteó desde sus comisuras.
—Oh Dios — susurró con una nota de histeria. Al instante los diabólicos ojos rojos de la criatura se concentraron en él.
Royce intento retroceder, pero con aquello sus pasos fallaron y terminaron haciendo que se cayera. La puerta se había cerrado y únicamente se abría por dentro.
Estaba atrapado. Si no se movía de ahí correría la misma suerte que el pobre diablo que estaba muerto.
Se levantó con torpeza golpeándose contra los basureros que había a su alrededor.
Algo lo golpeó con tal fuerza que emitió un fuerte quejido. Estaba contra la pared y algo lo sostenía contra ella.
—Te juro que no ví nada — decía a punto de llorar —. Por favor. Ni diré nada. No me mates — suplicaba.
La luz parpadeante le reveló las hermosas facciones de aquel monstruo. De inmediato entendió como aquel desconocido había caído bajo el hechizo de esa criatura. Su belleza era irreal.
Ella le reconoció de inmediato.
—Eres un idiota — farfulló molesta. Había cometido un error. De haber puesto más atención hubiera sido capaz de distinguir el aroma de un segundo humano a su alrededor —. Pero esto se puede arreglar. — Sonrió antes de acercarse peligrosamente a él y su cuello.
Royce vio como los ojos de la chica se volvían escarlata y lo mantuvieron retenido contra su voluntad. Era una sensación extraña. En su mente estaba luchando contra la fuerza que ella aplicaba con una mano contra él. Pero su cuerpo no se movía ni un centímetro.
En el instante en que sintió su aliento sobre su cuello ella retrocedió con el rostro alerta.
—Maldición. — Le escuchó decir. Lo soltó de inmediato y Royce sintió como recuperaba la conciencia plenamente —. Métete ahí. Y oigas lo que oigas no salgas hasta que yo venga por ti ¿Entendiste?
Royce intento procesar todo en el mismo instante, pero aún estaba consternado con lo sucedido.
En el segundo siguiente estaba dentro de un contenedor de basura que estaba vacío. El cajón de metal tenía un olor insoportable. Había en una de las paredes un agujero suficientemente grande como para tomar aire fresco sin ser descubierto.
Respiró por aquella ventana y se asomó para mirar.
Un segundo hombre salió del bar y se puso a la altura del cadáver en un instante. Luego una sombra borrosa hizo que apareciera otro.
Ahora los tres estaban alrededor del hombre muerto. Uno de ellos sujetaba su garganta mientras los otros se aferraban a sus muñecas.
Los sonidos eran asquerosos. Como si un coyote estuviera hurgando en las vísceras de un animal, buscando sacar el último trozo de carne, lamiendo sus huesos e incluso gruñendo a sus compañeros de cacería por aquel bocado.
Ella fue la primera en incorporarse. Se limpió las comisuras de la boca con los dedos como si solo se hubiera salpicado de helado. Aquellos ojos de fuego lo contemplaron un segundo en medio de la oscuridad.
Royce tembló de miedo, pero ni siquiera podía parpadear. Aquello debía ser un sueño, no había otra explicación para lo que estaba presenciando.
Uno de los hombres se volvió una mancha borrosa. Arremetió contra ella para mantenerla atrapada entre él y la pared fría. Comenzó a besarla por el cuello y manosearla sobre sus ropas.
Royce no entendía que clase de monstruos podían ser aquellos que después de asesinar podían tener deseos sexuales.
"Seguramente son unos enfermos" pensó desde su posición.
Ella seguía ahí dejándose hacer mientras volvía la vista constantemente hacia donde él se encontraba. Su mirada se clavó en él un segundo y Royce sintió su cuerpo pesado y sus párpados cerrarse.
Cuando Royce abrió los ojos se encontró con un escenario familiar. Reconoció las paredes blanco hueso y el viejo televisor. Los sillones de tapicería desgastada color marrón seguían en su sitio al igual que la mancha de cerveza y vino sobre la alfombra gris.
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Editado: 02.08.2018