Ven a mi

Capitulo 3: La chica del pelo morado

 

Al día siguiente llegué atrasado 10 minutos, me había quedado dormido porque mi celular se había descargado, caminé rápidamente por el pasillo que daba hacia los casilleros, me quité la chaqueta y el gorro y me puse el delantal. Comencé encendiendo los refrigeradores que contenían las cervezas y gaseosas y luego me puse a limpiar todo el lugar, Clement que trabajaba en el turno de noche nunca limpiaba al terminar su jornada. Lavando las copas y vasos de la noche anterior. Sentí que alguien me observaba desde la cocina, y mire de vuelta, había una chica con el pelo teñido de morado mirándome fijamente, no recordaba haberla visto el día anterior. Seguí lavando y noté que su mirada siguió observándome. De repente escuché a lo lejos que alguien me preguntaba me asomé para ver quién era, pero la pared no permitió que la viera.

–¿Estas utilizando la licuadora? Me preguntó una voz de mujer mayor, que no podía ver.

– No por el momento. Le grité

–Me la puedes prestar por unos minutos para hacer una crema. 

La desconecté y luego enrollé el cable para no enredarme con él, luego caminé unos pasos y llegué a las ventanillas que daban a la cocina, ahí pude divisar un rostro redondo, muy blanco, sus ojos eran rasgados y su pelo estaba recogido con un moño bien arriba de su cabeza y tenía dos mechas de cabello sobre su frente, su pelo seguía siendo morado al igual que sus cejas, sus labios eran carnosos, rosados y bien formados y me quedé viendo su boquita y recorriendo con la mirada de ahí hasta sus ojos lentamente, nuestras miradas coincidieron durante unos segundos, que para mí hubiese querido que fueran eternos, y luego cerró un poco sus ojos y se sonrió de vergüenza pero con una expresión muy coqueta y a la vez muy tierna. Todo esto pasaba mientras los dos sosteníamos el motor de la licuadora. La misma voz femenina en la cocina que no alcance a ver le dijo. 

–Rápido Steffi que estamos atrasadas con esa crema y se alejó rápidamente de la ventana.

Así que Steffi era su nombre. Y mientras desojaba la menta para los mojitos de Clement, pensaba en su rostro, en sus hermosos labios. En ese momento llegó Alexa a la barra, había terminado sus labores de aseo antes que llegaran los clientes a almorzar. 

–En qué piensas te veo medio distraído hoy.  Y entre cerró sus ojos.

–¿Cuántos años tiene Steffi? Le pregunte de forma desinteresada, sabía que Alexa sabia porque había trabajado por más de 8 meses seguidos en ese local y era muy amiga de Clement que era una de las hermanas menores de Steffi.

–Steffi debe tener la misma edad mía, porque cuando yo ingrese a trabajar al Maleville ella solo tenía 15 años, no perdón es la Clement que tiene la misma edad mía la Steffi es mayor que la Clement por un año.

Así que con la explicación bastante clara de la Alexa supe que Steffi era un año menos que yo, se veía mayor, siempre pensé que era mayor. Tenía cara de mayor pero no de vieja, tenía algo que le daban un aire de adulta. No sé, solo la había visto por unos segundos y pareciese que la conocía de toda la vida. 

Ese día me fui solo caminando hacia el departamento, Alexa la había venido a buscar su novio. Pensé todo el rato en ella, en sus ojos, en ese color hermoso de su cabello en sus labios, quería que estuviese Dani conmigo para contarle de esta hermosa chica. Si Dani estuviese aquí me hubiese dicho que hablase con ella, que le pidiese el número del celular. Estando en mi habitación practiqué varias veces preguntarle a Steffi si tenía celular, después practiqué que me diera su número y ¿por qué me iba a dar su número? Pensé. Entonces decidí escribir una nota en mi celular un: Hola, ¿Me das tu WhatsApp? Dije que por mi incapacidad de hablar claro y tendido, se me hacía más fácil comunicarme con imágenes, aunque nunca lo había hecho simplemente lo había imaginado, tal vez pareceré tonto y algo inmaduro pensé, pero no se me ocurría nada más en ese momento y pensar en todo eso me ponía nervioso. 

Al día siguiente llegue media hora más temprano, esta vez pase por el pasillo lentamente, tratando de ver a la chica de cabello morado atreves de la ventanilla. Su mirada y la mía se cruzaron esta vez había un brillo en sus ojos, ¡sonreí un poco y dije en voz alta BUENOS DIAS! y ella respondió Buenos Días y sonrío.

Después de terminar mis labores de aseo y verificar que en los refrigeradores las gaseosas las cervezas y los vinos y licores que faltaban, me dirigía todos los días a la bodega, esa era mi rutina. La bodega quedaba al lado de la oficina de Michelle. Sacaba de los estantes los vinos y licores que faltaban y los llevaba en los brazos hasta la barra, luego volví a la bodega y vi que Steffi estaba agachada frente a un estante donde guardaban los condimentos, me sorprendió verla ahí porque no la vi entrar. Le pregunté

–¿Está muy frio acá no? Y me tapé la cabeza con el gorro de la chaqueta.

–Si, está un poco frio. Su voz era tan suave que casi no la escuche.

–Me fui a donde estaba ella, acercándome sigilosamente para que no se diera cuenta mi interés.

–No encuentro el comino. Asintió con la cabeza

Bajé a su nivel, me arrodillé y comencé a ayudar a buscar el comino en todos los potes que estaban ahí almacenados. La miré y vi sus mejillas muy cerca y sonrojadas. Saqué mi celular del delantal y lo abrí en el texto que había guardado la noche anterior y se lo mostré. 

 

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Y ella se sorprendió y bajó la cabeza tímidamente, luego esbozo algo que no entendí en ese momento. Luego me miró y se sonrío. Y me dijo.

–64739923 y luego lo repitió 64739923. No pude encontrar el tarro del comino. Dijo con voz nerviosa y se fue rápidamente.




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