Me sentía nostálgica al pasar cada parte de las habitaciones, no era una mansión grande, pero cada parte tenía algo demasiado importante para mí, la sala del baile y fiestas. Fue un regalo de mi padre para mi madre por su aniversario de amor, no era boda, no era nada fundamental, era solamente una muestra de amor que hizo mi padre por mi madre.
Ahora se encontraba roto, todo estaba roto, y de una ventana entraba la luz de la noche, la luz nocturna que hacía que me diera cuenta de que tener a alguien no era sinónimo de sentirse acompañada, estaba demasiado cansada, limpiando todo con la escoba demasiado vieja.
—Su alteza, la esperé por mucho tiempo. Pensé que se la había comido los lobos si me permite bromear con usted — El conde Sutton estaba delante de mí con una canasta de donde sobresalía las botellas de alcohol, mientras en su otra mano tenía las flores que estaban por marchitarse. Sabía que él era demasiado mayor que yo, e incluso mucho más grande que Ethan, pero no entendía como alguien mayor, podía conservar ese toque de romanticismo sin verse ridículo.
—Nunca dije que iría, si mal no recuerdo usted no me dio tiempo de contestarle a su petición Conde — Este extiende las flores, pero no soy capaz de aceptarlo por más que quiera, por más que mi corazón pide que acepte la muestra de su afecto.
—¿Licor? — Me abre la botella, le doy un trago y este sonríe dejando de lado las copas que había traído, toma la otra botella para beber ambos en sus respectivas botellas.
—¿Qué es lo que me quería decir? — Le preguntó, él cambia su rostro obligando a que deje la escoba y la botella para tomar mi mano —. ¿Conde Sutton?
—Baile conmigo — Me pide tomando mi mano, a través de la tela sentía el tacto firme de su mano enguantada, le tomó la mano para aceptar su tacto. Su mano en mi cadera me acerca lo suficiente a él, para bailar con música imaginaria, pero por alguna manera podía seguirle el ritmo y bailar con él, contonearse de una manera algo diferente, era apresurado pero al mismo tiempo tan diferente.
—¿Su alteza? — Le digo extrañada.
—Richard, soy Richard Simón Sutton, así que por favor llámeme por mi nombre señorita Sofía — No entendía por qué él se miraba tan vulnerable conmigo, no entendía por qué el escogía el ser vulnerable conmigo —. Subiré al trono a finales del mes.
Eso hace que nos detengamos a mitad del baile.
—No te proclamarían el emperador del norte, si supieran que tienen la batalla ganada ¿No es así? — Este ni siquiera trata de negarlo, me quedó conmocionada al saber que cuando habitualmente creo que estoy cerca de ganar terminó perdiendo, el juego se acabó, tan siquiera antes de iniciar.
—La nueva monarquía no cree necesaria la religión, por lo que un grupo de nobles rebeldes ya están haciendo sus movimientos dentro de la iglesia, en menos de un mes las cosas cambiarán de rumbo.
—¿Por qué me lo dices? — Le pregunto sin entenderlo.
—Ni yo mismo sé que tienes que me haces tan vulnerable a ti, que no sales de mi cabeza ni por más que intente detenerme — El calor de su aliento golpeó mi cuello, sentía demasiada tensión entre nosotros —. Desde el día en el que te vi fui preso de las memorias de tu sonrisa, desde el momento en el que me encontré contigo soy lacayo de la mirada desafiante que me entregaste al considerarme tu rival. No pediré que te me unas, porque el pedírtelo es demasiado atrevido, pero no quiero lastimarte…
—¿Sería capaz de lastimarme, Richard? — Le preguntó tomándolo de la parte en la que podía sentir su piel, trataba de distraerlo lo suficiente para tomar la daga que guarda entre las telas de mis prendas, solo quería un momento, pero este me acerca más a él, para detener cada intento que tenía. Tocando mi muslo, sintiendo lo mismo que yo, la daga.
El me empuja cayendo de trasero a la mitad del salón, sin duda estaba sorprendida, él era una persona capaz de profesar amor al mismo tiempo que se podría atrever a golpearme, estaba sorprendida.
—No sé de qué lado estás Sofía.
—Cómo puedes pedirme que este de un lado alteza cuando es capaz de lastimarme, cuando se que si tiene la corona condenará a mi esposo y a la familia de mi cuñado a la muerte sin piedad — Le digo levantándome por mí misma —. ¿Por qué quieres la corona? Pudiste tomarla cuando quisiste, pero eres como una hiena que se alimenta de carroña, tomarás el reino cuando este débil.
—Al igual qué tú.
—No te atrevas a decir eso, porque yo he luchado por este imperio desde que tengo 16, crecí en este imperio y si es necesario moriré con él — Le digo alzando la voz, pero él me miraba desde su lugar —. Creo que ya no deberíamos de reunirnos, mi esposo el EMPERADOR podría malinterpretar todo esto.
—Dice que no somos iguales, pero ambos estamos atados a alguien. Usted se encuentra enredada en la prisión de Sebastián y yo a la familia Sutton.
—Buenas noches — Le hago una reverencia para marcharme, pero él me sostiene del brazo.
—Perdone, perdí el control de mí. Permítame más tiempo.
—No hay nada que me interese escuchar de usted — Él tenía quemaduras redondas en sus brazos, me intrigaba tantas cosas, pero sabía que estaba en la cuerda floja con Sebastián, uno más de las cosas que descubriera terminaría de acabar con la relación que teníamos.
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Editado: 13.08.2023