Siempre la curiosidad me ponía en peligro lo debí de haber aprendido, pero parece que perpetuamente caía sobre el mismo error, esquivo el espadazo, mientras lo pateo, sacando mi daga. Golpeando su cara, odiando realmente mi existencia, era maña para mi hacerlo.
—Hola papá — Lo saludo, lanzándole la daga al hombre que tenía de rodillas a Alexander en la cara, para que este se ponga de pie y le corte el cuello —. Pensé que querías ver a tu hermosa primogénita.
—Puta madre, mi nariz — Este aún trata de tomar su espada, pero sin pensarlo golpeo su cabeza para desmayarlo.
—Hay que acabar con él — Me dice Alexander.
—No. ¿Tienes cuerda? — Arranco un pedazo de tela del vestido para ponerlo en la boca, y atarlo de pies y manos. No tenía idea de cómo iba a explicar cómo es que en una ida a una panadería había conseguido esto —. Tu ve por tu esposa, yo iré directo a la casa.
Nos separamos chocando la espadas, para ponerlo arriba del caballo. Galopo con demasiada prisa, le pongo algo en la cabeza para que no sea identificado, llego por la parte de atrás del burdel, había gente, pero no la suficiente, cualquiera que me viera pensaría que era una caza recompensa con alguien importante como rehén.
El Conde Douglas era pesado, pero no lo suficiente como para no cargarlo sobre el hombro.
—Sofía… ¿Qué demonios hiciste? — Me pregunta Ethan a mis espaldas —. Dime que no es lo que creo.
—No lo es — Le digo mientras él se acerca para checarlo.
—Demonios, si lo es — Este termina de quitarlo de mi hombro para llevarlo él. Entramos hacía el sótano, mientras que lo ponemos en la silla, le quito la capucha para limpiar el sangrado de su nariz, este comienza a despertar así que pongo nuevamente la mordaza en su boca —. ¿En qué estabas pensando?
Este se agita en el sitio lo tiro al piso de espaldas para que su único movimiento sea de aun lado a otro.
—Él es la cabeza de todo — Le digo a Ethan, mientras que el Marques Edisto entra mirando la escena.
—Emperatriz… Fue muy mala idea… — Ni siquiera ponía en duda quien era la causante de esto —. Si quería inmovilizarlo tiene que atar también su pecho.
Al contrario de lo que creía este apoyaba mi idea.
—Deje al barón Ciro y a mí que le saquemos información — Me dice atándolo bien.
—Nadie sacara la información sin mi autorización — Sebastián estaba en el marco de la puerta, sus brazos cruzados indicaban que estaba molesto, le desata la boca mientras le da agua a nuestro enemigo.
—¿Dónde lo encontraste? Pensé que habías ido a ya sabes donde — Me habla en clave para no relevar mucha información.
—Cerca de allí — Le contesto. Este toma una bocana de aire, al parecer le había quebrado la nariz y eso le impedía respirar correctamente.
—Dile como te andabas revolcando en el cuarto del Conde Sutton, dile como te metes entre sus cobijas — Me acerco para darle un puñetazo que ni siquiera fue detenido por Sebastián.
—¿Qué tal si cierras la boca? Y comienzas a contarme todo sobre como subirán al Conde Sutton al trono — Le pido jalando su cabello —. Entre más rápido hables más rápido cumpliré lo que te prometí.
—Sofía — Me habla el Marques —. Necesitas calmarte.
Asiento con la cabeza saliendo un poco, me encuentro en el camino a Alexander quien tenía sujeta la mano de su esposa, eso significaba que habían hecho las pases. Habían hablado.
—Sofía ven para acá — Me dice Sebastián tratando de detenerme —. De seguro tú sabes algo. Alexander habla.
—Lo siento su majestad, mi lealtad esta con la emperatriz, por lo que no puedo decir nada que mi señora no me lo permita — Dice este en modo automático.
—¿Raquel?
—Lo siento, yo no tengo ni la menor idea de lo que está pasando. Y si me disculpa tengo que ir a mandarle una carta a Nadia para saber cómo está mi hija, permiso.
Le asiento con la cabeza a Alexander para que salgamos, pero Sebastián en un acto desesperado parece ignorar todo lo que construimos para volver a las mismas mañas de siempre.
—Sofía, ordeno que te detengas — Le sonrío, mientras este me toma del brazo. Alexander lo aleja de mí provocando que este caiga sentado. Este le extiende la mano para ayudarlo, pero el coraje de Sebastián era notorio.
—Más vale que te alejes antes de que te parta la cara.
—Te he dicho mil veces que no obedezco tus órdenes. Y, por cierto, Alexander es mi caballero cualquier ataque directo a mi GENTE será tomado como un ataque directo. Cuando te calmes ven a hablar.
Le digo haciendo que este me mire incrédulo. Subo al cuarto con Alexander.
—Debes tener cuidado con cada cosa que hagas. Sebastián no es tu amigo, es el emperador y si te sobrepasas no podré salvarte de con él.
—Soy tu caballero como tú dices que cualquier ofensa hacia mí es una hacía ti, lo mismo digo, te protegeré como protejo a mis hermanas… — Golpeo el brazo de Alexander haciendo que entre en razón —. Maldita sea, duele.
—Idiota, podemos usar el vestuario de tu padre para mandar cartas con los nobles que si nos apoyan — Le digo y este sonríe. El sale del cuarto mirando a Sebastián en la entrada.
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Editado: 13.08.2023