Mi hermana me mira extrañada desde el otro extremo de la habitación. Al llegar solo le dijeron que me casaría y por eso había venido.
— No voy a usar vestido de novia — repetí por quinta vez.
— Es lo adecuado — trató de mediar mi madre.
—Cuando es un matrimonio por amor, este no lo es — espeté, al ver salir a Anne de la habitación. Culpaba a mi madre por esto, aunque ella no era la que me había obligado, tenía parte de culpa.
Ella me miró con pesar ante mis palabras —Hija...
—No digas nada, mamá. Ahórrate la palabrería. Se que estas de acuerdo con mi padre, siempre lo estas — dejé a un lado el vestido de novia pomposo que mi madre había comprado.
— Quiero que por lo menos tengas una boda decente – se defendió. Miré a Clare con incredulidad, cómo es posible que pueda decir eso.
—Si, eso es posible. Primero porque retrocedimos muchos años atrás y me están vendiendo y yo no puedo hacer más que resignarme— tomé una de mis maletas que estaban al lado de la puerta para sacar un vestido común y luego colocarmelo. Mi madre me observaba sentada desde la cama dolida. Robert había mandado a hacer mis maletas desde el día anterior ya que no volvería del juzgado a esta casa, desde ahí me iría con mi supuesto esposo a donde sea que quiera llevarme, un esposo que no conozco por cierto. Ni me interesa conocer porque ya lo odio, como hacer una negociación de estas, eso dice mucho de su persona.
—Lo siento —sus ojos rojos de tanto llorar me miraban con arrepentimiento. Estaba descargando mi enojo con ella, y lo más probable es que sería la última noche que la vería, pero aún así no podía perdonarla.
—Ya lo dijiste. Y entiendo que me hayas elegido a mi, soy la que está dañada. Es mejor deshacerse de mí, con mi hermana seguro lo hacen mejor. — no voy a tener un matrimonio religioso, se puede caer el cielo pero no pasará, mi única condición es que solo me casaré por lo civil.
Salí de mi habitación con destino al auto que se encontraba encendido, mi padre ya estaba dentro impaciente como siempre.
—Vamos, rápido. No tengo todo el día — puse los ojos en blanco.
Guardaron mis maletas en el auto.
Tenía todo planeado, iba a fugame cuando llegara a la casa del extraño que sería mi esposo, ya que mi padre me vigilará hasta entregarme en el juzgado, no había de otra. Al salir se su casa viajaría en autobús lo más lejos que el poco dinero que tenía me lo permitiera luego vería que hacer.
Recuerdo los planes que tenía meses antes de que todo pasara, este sería el mejor día de mi vida, el más feliz donde empezaba otra etapa, pero ahora solo era un recuerdo doloroso.
—¿Aceptas? — el juez me miraba impaciente al no responder, mi padre se aclaró la garganta.
Asentí, sin mirar al hombre que está frente a mí — Sí — luego de eso no recuerdo mucho, solo tomarme un par de tragos en la "celebración" donde solo estaba mi familia y el novio, que a decir verdad poco había mirado, ¿para que? Para mi daba igual, como si me estuviera casando con él hombre más guapo o como con cualquier otro. Jamás iba a olvidar el trato que había hecho con mi padre, de hecho podría decir que odiaba a este hombre por haberme quitado la opción de elegir qué hacer con mi vida.
Al terminar este mediocre evento me despedí de mi hermana, la única persona que me importaba de ahora en adelante, Clare lloró hasta el cansancio pidiéndome perdón por la decisión de mi padre, pero ya era tarde. Un perdón no solucionaba nada. Luego fui llevada a un auto que condujo por mucho tiempo, me sentía tan mareada, cosa que no explicaba por qué unas cuantas copas no me podían producir esto.
Lograba abrir los ojos por momentos, lo que me hizo darme cuenta que no sabía para dónde iba ni estaba mirando el camino, me tensé al pensar que esa podría ser la idea, por lo que traté de mantener los ojos abiertos en todo el transcurso del viaje pero me fue imposible.
Iba sola en un auto. Mi "esposo" se había quedado reunido con mi padre, de seguro pagando la dote.
No pude aguantar más hasta que mis ojos se cerraron y entré en un sueño profundo.
#903 en Novela contemporánea
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Editado: 17.11.2024