Phil
—Monique… que bueno verte por acá— le digo a esta parejita que me repugna, es la verdad.
Se ven tan felices que honestamente me molesta, hay algo en ellos algo totalmente diferente. Es verdad que siempre han dicho que han estado comprometidos y desde que el día número uno que la conocí y la vi y ella me propuso su plan, me había dicho que él era su novio. Pero, sin embargo, siempre me parece algo extraño, especialmente de parte de ella se veía... Insegura.
En cambio, el muy estúpido francés es el primer momento, la veía como si ella fuera oro, cómo si él entendiera… lo única que ella es,, como yo la veo, Monique es otra cosa una mujer totalmente diferente, tanto así que francamente tengo meses intentando, buscando, y prácticamente rogando por saber cómo acercarme a ella. Sin resultados positivos, como ya sabrán.
Es decir, ella me lo puso en bandeja de plata, ella fue la que me buscó, yo ni sabía que una mujer de este calibre existía. Necesitaba de mí, de mis contactos, de mi ayuda, de lo que yo, con años de experiencia, negociaciones, conocimientos y perdidas, logré hacer: Crear una red de contactos, hacerme un nombre. Yo era Phil Heller.
Solo mencionar mi nombre ya me abría puertas por todas partes, no era un cualquier hijo de vecino y francamente tampoco importaban mis orígenes.
Y ella lo sabía, es verdad tenía un plan interesante, tenía las agallas y vaya que sí. No tenía miedo, lo cual era increíble y francamente impresionante, pero necesitaba de mí. Había algo que su noviecito francés, pintor y sin duda nada pobre, no la podía ayudar. Y esa era mi única ventaja e iba a explotarla tanto como podía. Porque si hay algo que soy… es un mal perdedor, principalmente porque no sé perder, yo no pierdo. Punto.
Pero por más que yo intentaba, por más que yo la invitara, la llevara a cenar lujosas, le ofreciera dinero, la invitara a viajes, eventos... Cualquier cosa a Moni simplemente no le importaba. Le podías dar un anillo de diamantes y le era igual… pero si te aparecías con un dato del fraude del puerto, alguno que a ella le interesaba… eras dios.
Estaba tan enfocada en su plan, en su venganza que yo realmente ya la admiraba, es decir, me molestaba terriblemente, pero sí, tenía que reconocerlo, era una mujer que no se dejaba llevar por nada, ni por nadie. O al menos eso es lo que yo pensaba.
Más aquí estaba ella, muy sonriente, resplandeciendo de belleza, delicada y a la vez fuerte, acompañando a su prometido, como una buena novia, haciendo ese papel que antes no hacía. El de la novia, totalmente orgullosa de estar de la mano de su hombre.
Moni no era nunca una segundona, ella llevaba siempre el papel principal, no es que le gusta estar bajo el foco, más bien, se podría decir todo lo contrario. Le gustaba estar en la sombra, y ahí... ahí, demonios... Era terriblemente peligrosa. Como si fuera un pequeño insecto, o peor, un pequeño fantasma qué te fuera a saltar en cualquier momento.
Y si de algo podías estar seguro es que no sabía qué rayos ella iba a hacer, generalmente lo más improbable. Lo que la hacía muy efectiva y temible. ¿Qué mujer te encuentras así? Les digo que es raro, muy raro.
Debo decir que es una de las cosas que más me gustaba de ella, yo nunca lo imaginé, pero era algo relacionado con el control. Cuando eres un hombre como yo, que tiene todo lo que quiere, que prácticamente se ha ya cansado de ganar, qué la lucha ya no es tan emocionante, y que ya puedes adivinar todos los giros de las situaciones.
Cuando encuentras algo así difícil de prever, de anticipar… es el tipo de sorpresa que te quieres encontrar en la vida. Y ya ni siquiera importa si son buenas o son malas, te quieres sentir sorprendido. Y algo me decía que Moni, iba a ser así toda la vida. No sé qué demonios le pasó antes y que la llevó a ser lo que es ahora, ese plan, esa loca venganza. Pero algo me dice que no iba a volver a ser la de antes. Esa Moni de antes, murió.
Pero por alguna razón, ahora no tenía el papel principal ni tampoco se quedaba entre las sombras, sino que dejaba de dar un paso al frente, específicamente por él. Era obvio que él siempre la ha tomado del brazo, por la cintura, cómo reclamándola, como para que todos supieran que ella era de él y de nadie más.
Lo más sorprendente aquí es que este francés, no tiene ese tipo de personalidad, todo lo contrario. Es un tipo que no es empresario, francamente creo que ni le interesan los negocios, es como esos hombres que viven felices, sin preocupaciones. Me lo imagino pintando descalzo, sin importar si se ensucian las paredes ni nada. Quizás ni siquiera tenga servicio de limpieza, ni nadie que lo atiende, debe ser él solo, sin ayuda.
Imagino a los artistas estando, un día cualquiera, mientras todos estamos en las oficinas vestidos con traje y corbata, este desgraciado debe estar sentado tomándose un vaso de whisky viendo la ventana pensando cómo sacarnos más dinero, con sus estupideces pinturitas.
Que para remate nosotros nos matamos en comprar. O quizás está reflexionando en tonterías existenciales, filosóficas o cualquier ridiculez qué piensan los artistas. Me queda claro que tiene un equipo que se encarga de la lógica, de lo terrenal, de las ventas, de lo obvio... Pues para lo que trabajamos todos, ¿no? Dinero, sucio, asqueroso y muy deseado dinero.
Algo había pasado entre ellos dos y me molestaba, demonios me molesta más que nunca. Moni se veía gloriosa incluso y bien su papel de segundona, de estar apoyando a su noviecito, de estar alabando su obra, de estar recibiendo de la mano a los invitados que ni conoce y estoy seguro de que ni le importa.
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Editado: 19.02.2023