Venganza Millonaria

Capítulo 46: Anagrama

Monique

La adversidad crea alianzas inesperadas y en la oscuridad de nuestras más desesperadas horas, frecuentemente las lealtades nos dan fuerza para hacer lo que tenemos que hacer. No me gustaba pensar que el fin justifica los medios, pero desde el día uno de este plan de venganza sabía que iba a tener qué hacer cosas que no quería hacer, con las que no me sentía cómoda, y ya había hecho varias. 

Tenía diferentes tipos de lealtades, unas por deber, porque había sido una negociación y yo necesitaba algo y dado algo a cambio; y otras más relacionadas con la amistad. En un caso u otro tenía que responder a ambas, de diferentes formas y con diferentes motivaciones; pero entre más personas involucradas en este proyecto, más complicado se volvía.. 

Pasamos casi toda una semana encerradas en el departamento de Caro, simplemente revisando información. Todavía recordaba esa excursión al departamento de Charlotte y me impresiona de lo que habíamos hecho. Sé que a veces uno espera ver los resultados inmediatamente, pero la vida no es así.

A veces tenemos una acción y una reacción casi seguido, pero en la vida real, en esta qué yo sufrí, y que ahora busco vengarme, la preparación es clave, no puede haber defectos y tiene que ser todo tan natural, tan real, que casi ni se entienda cómo se hizo. 

Habíamos dejado información clave en el departamento de Charlotte, pero ahora teníamos que relacionar eso para que el gran Jefe de ella, Robson,  se diera cuenta ¿cómo hacerlo? Ya habíamos dicho que Robson era prácticamente inalcanzable. Y para eso necesitaba de mis alianzas, puesto que más allá de su trabajo en el casino, para nosotros él era prácticamente un fantasma. 

En ese tiempo revisamos muchísima información que teníamos de la caja fuerte, Caro le había pasado una primera revisada y en pocos días teníamos la mesa y el piso lleno de papeles. Parecía que la pared que yo tenía con toda la información había quedado insuficiente y solamente nos deteníamos para comer, bañarnos y a veces dormíamos y ahí mismo en el sofá. 

Baptiste venía a visitarnos y afortunadamente nos traía comida, se queda conmigo un rato, nos hacía preguntas y nos ayudamos sus discusiones, honestamente estábamos tan medidas en esto que hay cosas que no podíamos ver. Yo lo extrañaba inmensamente, y aunque había pasado una semana desde que nos habíamos separado de mentiras, yo me sentía tranquila, pero básicamente porque no habíamos salido de aquí. 

La exposición de él había sido un completo éxito, tenía pedidos hasta de lo que no había pintado. Un museo estaba inclusive interesado en sus primeros bocetos, y su nombre había alcanzado cifras extraordinarias. Estaba feliz evidentemente y a la vez no podía dejar de pensar en este mundo paralelo en que vivíamos dónde no era solo éxito, sino que buscábamos derrotar a personas.

El único cuadro que no vendió, más que todo porque no quiso, fuese mío que estaba publicado en la galería. Tenía un par más qué había hecho de esa ahora, célebre sesión, que nada más de recordarla me hacía sonrojar. 

—Esos cuadros son míos y solo míos—  me decía orgulloso. Y ya le explicaba que podríamos tener cuántas sesiones él quisiera, especialmente con esos mismos desenlaces tan placenteros, siempre que lo deseara, al fin y al cabo yo era su Musa y de nadie más. 

Pero mi francesito insistía en que hay momentos irrepetibles, y que eso era parte del arte. Que todo se puede replicar, qué un mismo artista puede hacer el mismo cuadro dos veces, pero jamás es igual, por más que lo intente.

Que la historia de una obra es tan importante como la obra misma,  a veces hasta más. Parecía muy serio en todo lo que decía y la idea me parece bastante romántica, así que jamás se lo discutí. Los pocos momentos en que nos veíamos esta semana lo disfrutaba y los guardaba en mi corazón. 

A los pocos días empezamos a ver alguna información que se repetía y nos parecía extraña. No era información específicamente de ninguna de las personas involucradas, tampoco para lo relacionado con Charlotte, simplemente seguían apareciendo una y otra vez unos nombres qué no entendíamos a qué correspondían. Parecía información referente a Robson, eso era lo que me decía mi instinto. 

Charlotte era una mujer que no me agradaba, qué despreciaba y que no me caía bien, pero sin duda alguna no era tonta. Es decir, estaba con Felipe, pero no dejaba que él se aprovechara de ella como yo si dejé, ya de por sí eso le valía un poco de mi respeto. Yo tenía la intuición de qué esta rubia malvada tendría una especie de protección, una carta bajo la manga que la protegiera en caso de las cosas se fueran al garete. 

—Compra de propiedades, seguros, papeles viejos... Documentos de hace más de veinte años, ¡inclusive uno de hace treinta y dos años!—  dice Caro sin entender absolutamente nada. Yo tampoco. ¡Demonios! Sentía que la teníamos agarrada y ahora... Estamos como desde el principio en cero. 

—Tiene que haber algo aquí Caro no puede ser que no tengamos absolutamente nada, es decir, tenemos algunos nombres— 

—Si sí es verdad, pero los paso por la base de datos, nacional, internacional y no sale absolutamente nada, es como que esta gente no existiera—- dice ella casi derrotada. Lo cual es muy raro porque jamás le ha visto así. 

—Ummmm me salen dos nombres muy muy repetidos, me di cuenta por que no son muy comunes, tengo, por una parte, a B. Karlson, y por otro a una Corina. Pero si mayor detalles—  y Caro revisa la información que ha estado almacenando. 




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