Venganza Millonaria

Capítulo 68: Primeros encuentros

Caro

Debo reconocer que por un par de segundos lo pensé, aborrecía estar cerca de él, la simple idea me causa un malestar en el cuerpo.

Pero aunque yo era una mujer qué siempre me había considerado fuerte, qué había experimentado y sobrevivido un montón de cosas, a situaciones en las que ningún ser humano debe haber pasado... yo tenía mis debilidades.

Una era no tener hogar, que por cierto no son cuatro paredes ni una dirección, tenía un departamento pequeño y abandonado a las afueras de la ciudad, pero ese no era mi hogar. 

Un hogar es ese dónde alguien te espera, dónde tienes una historia agradable, es a dónde quieres volver, es estar junto a otras personas, a una mascota, a un recuerdo, a algo. Yo no tenía nada de eso hasta hace poco.

Pero podría decir, sin temor a exagerar, qué mi vida eran estas chicas, mis amigas. Y, sin embargo, con todo su cariño y amor… había un dolor dentro de mí que era imposible de sanar, y eso era no saber de mi pasado. 

De lo que me proponía Robson, no me importaba el poder, el dinero, la posibilidad de hacer todo lo que yo quisiera ni siquiera aprender más. Sin duda este hombre sabía hacer cosas con las que yo ni sueño. A mí nadie me enseñó nada, yo lo aprendí todo por ensayo y error, metiendo la pata y arriesgando mi vida. 

Pero esa última frase, esa propuesta de conocer sobre mi madre... me jalaba como si fuese un hilo de acero. No sabía nada de ella, no tenía nada de ella, y ese era un hueco que pensaba en mi corazón. Yo que ni pensaba tener corazón. 

No obstante, rápidamente me di cuenta de algo, mi madre había sido sometida y maltratada por él, no me queda la menor duda. Por lo que me dijo Douglas, ella me alejo de él, me salvó.

En la terrible situación en que ya estaba, dónde seguramente ni siquiera quería tener un hijo con él... ella hizo lo mejor que pudo. Yo no podría hacerle eso a Corina. Y como mi cuerpo mismo me hablaba, el rechazo que yo sentía por él me hace imposible, siquiera verlo, estar cerca de él. 

Era una persona abominable, qué había hecho cosas terribles, y que a diferencia de Douglas o inclusive de la misma Charlotte, no había ni siquiera una pizca de remordimiento, de buscar redimir sus errores. Y yo no era así. 

Yo no buscaba hacer daño, busca evitarlo a toda costa. Si, tenía un lado vengativo tal cual como el de Moni, pero era porque había sido llevada al extremo, casi que era una reacción. 

—¿Por qué haces lo que haces?— fue lo que le respondí, era una pregunta para él, pero también yo misma me hacía esa pregunta. 

—¿Qué?— preguntaba él, mirándome, sorprendido, arrugando los ojos - —¿A qué te refieres, muchacha?—

—¿Qué ganan los poderosos con engañar a otros, con maltratar, con arruinar la vida de otros? ¿Qué hacen con aprovecharse de los débiles?— pregunto y me acerco a él, con la intención de intentar ver si algo esconde, cómo si las respuestas a mis preguntas estuvieran dibujadas en la cara de él. 

Era quizás estas las preguntas más importantes que yo había hecho en toda mi vida, y no es usual en mí demostrar mis sentimientos o abrirme a los demás. Esto era algo realmente sincero, cómo pocas veces he sido.

—¿Por qué es tan importante para ti ser mejor que otros? Dominar a otros, colocarles un pie encima y aplastar, aplastar, aplastar. Hacerles entender que tú eres mejor o qué tienes esa posibilidad, destruirlos. ¿No hay suficiente dolor ya en el mundo?— le pregunto y él parece desequilibrado con mi pregunta. 

Seguramente porque él es un hombre de, digamos negocios, de acción. En cambio, estas eran preguntas un poco más de la vida, si se quiere existencial. Y suponía tener que pensar, tener que ver para dentro y ver nuestras propias mentes y los monstruos que ahí subyacen. 

Y eso era algo que no era fácil de hacer para nadie. Menos para alguien como el cuyos monstruos deben casi comérselo entero... Si él les da la oportunidad. Que por supuesto no se las daba 

—No entiendes nada niñita... n sabes nada de la vida— decía él casi con desprecio. Oh sí, mi pregunta lo molestaba, tanto casi como mi respuesta a su propuesta, que estaba ahí entre líneas. 

—Pero tú más que nadie sabes exactamente lo que yo he vivido, ¿no es verdad? Sabes claramente los golpes que recibí, las quemadas, las jaladas de cabello, las heridas y lesiones, las fracturas, el dolor, los abusos y maltratos... lo sabes todo, debes hasta tenerla documentado, pero simplemente miraste a otro lado. No te importó— digo y él da un paso atrás.

La pelea a nuestro alrededor continúa y escucho algunos disparos, pero no me detengo a ver exactamente qué es. El helicóptero parece haberse ya detenido y ahora puedo escuchar un barullo abajo, supongo que siguen sacando gente y la policía haciendo su trabajo. Así como yo hago el mío. 

Necesito saber, quizás esta sea mi última oportunidad, la única que tenido en toda mi vida de tener respuestas. Necesito saber sobre mi familia, y lamentablemente este hombre, lo es. 

—Eso no es nada mocosa... la vida es terrible y la gente va a querer destruirte, si tú no lo haces primero, en el momento en que vean tu debilidad van a querer pasar por encima de ti— dice él, pero yo le contesto. Siento como una rabia resurge desde el centro de mí, como una ebullición que no se detiene. 

—Pero sí sé... ¿Crees que no he vivido terrores suficientes? ¡Todo gracias a ti!— digo gritando y temo llamar la atención de los otros, pero no lo puedo evitar, estoy fuera de control. 

—Gracias a mí te hiciste fuerte, eras una pequeña debilucha que no iba a sobrevivir nunca, sí era cuidado y protegida. Tal como dices te he estado vigilando, he visto todo lo que has hecho, qué es mucho. Pero créeme cuando te digo que... te vas a enfrentar a mil cosas peores… Los escorpiones, no sabes nada de ellos. Ellos hacen cosas que te helarían la sangre. En comparación, lo que nosotros hacemos es un juego de nenes. Y aquí estoy ofreciéndote una opción. La única que te va a permitir vivir, ¿acaso no lo entiendes? Estás metida en esto tanto como yo, eres una Karlson quieras o no, y así es como vivimos— dice él mirándome con odio, pero siento que habla desde la verdad, por lo menos desde la verdad de su corazón.




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