Me desperté porque escuché las gotas de lluvia chocar contra el cristal de mi ventana, no tenía muchas ganas de ir al colegio, bueno, casi nunca, pero hoy menos, es mi cumpleaños número 18, me imagino a mi mamá diciendo "ya eres toda una mujer Soka", como cuando cumplí 15.
Voy a levantarme antes de que la cama me trague, agarro una remera negra y un jean, necesito una ducha que me despierte, bajaré lo antes posible.
— Hola, hija feliz cumpleaños, no puedo creer que ya seas adulta, mi pequeña adulta
Decía mientras me abrazaba con alegría
— Gracias mamá, te amo, quiero ir a ducharme porque apesto, me puedes preparar el desayuno que me estoy muriendo de hambre
— claro mi amor, vamos a desayunar juntas, tengo que decirte algo importante.
Me pareció extraño lo último que dijo, pero bueno, supongo que será el sermón de la típica madre preocupada por su hija.
Fui al baño y me puse bajo la ducha, el agua recorría mis mechones rosados, esperando que no se me cayera ningún pelo por el tinte, mientras me miraba en el espejo me quedé pensando como si de la nada estuviera disociando
Pensé en él otra vez, en papá hace mucho tiempo no lo veo y no sé por qué en todos estos años no se le ocurrió hablarme, mandarme un mensaje, llamar, algo que me diera la señal de que le interesaba un poquito
mientras salgo del baño rumbo al living, tengo visita (mi mejor amiga) o mi única amiga
— HOLA, ¿quién es legal en este momento?, feliz cumpleaños, te quiero muchísimo, te traje un pastelito con una vela, no es un pastel, pero quería traerte algo
— dame un abrazo, amiga, gracias por el pastelito me encanta. Ven, vamos a desayunar con mamá
— lo siento, pero tengo que ir a buscar algo que dejé en casa, regreso en 2 horas
— está bien, no te preocupes, nos vemos al
Rato.
Yo sabía que Saya en realidad iba a buscar un regalo, pero no me lo quería decir, la conozco tan bien que no es capaz de engañarme, hasta en los reflejos de sus lentes me doy cuenta.
Mi mamá me llama indicándome que está listo el desayuno, una taza de café con leche y medialunas calentitas
Nada más me pone de buen humor que comenzar el día con una taza de café
me acomodo en el sillón mientras mamá coloca la comida en la mesita enfrente de mí
con una sonrisa de oreja a oreja que pareciera que ocultara algo
— ¿Qué pasa mamá?, ¿de qué querías hablar?
Se sentó alado mío sin decir una palabra
— quería contarte algo que nunca esperaba decirte, pero ya cumpliste 18 años y creo que eres lo suficientemente madura como para poder soportarlo y entenderlo
— ¿de qué hablas mamá? Me estás asustando, ¿es sobre papa?, ¿por qué se fue?
De la nada sentía que mi garganta se cerraba cada vez más y me temblaban las manos.
— verás, hija, tu papá no se fue porque no te quisiera, yo me escapé de él y estuve todo este tiempo ocultándome, ocultándote
— qué me estás diciendo mamá, como que te escapaste, por qué, y si él me quiso, por qué no lo dejaste verme
comencé a llorar, tenía mil preguntas para hacerle, pero sentía que cada respuesta era un cuchillo más que me cortaba la piel
— sé que te duele, pero lo hice porque...
—¿POR QUÉ LO HICISTE, EN QUÉ PENSABAS?
Mamá se quebró, empezó a llorar y juntabas sus palmas como si estuviera rezando
— hija, yo lo amaba, nos conocimos en la secundaria, pero mi enamoramiento se esfumó y él no soportaba la idea de que yo estuviera con otro. Me pegaba y me mantenía encerrada, le dijo a mi familia que yo me drogaba y que era una prostituta, me alejó de mi familia. Un día yo traté de huir, pero él fue mucho más rápido, mis esfuerzos eran en vano, él era mucho más fuerte que yo y también tenía un cargo en la policía. Yo estaba aterrada, no podía escapar e hizo algo mucho peor, me sujetó a una cama toda golpeada y me amarró para después violarme y denigrarme, estuve 2 días en esa cama. Mientras él trabajaba llegó el repartidor y escuchó mis gritos implorando por ayuda y me ayudó. Escape lo más lejos que pude y me cambié de ciudad. De ese entonces él me busca, pero logré cambiar mi imagen para que no me reconozca.
Sentí un frío helado en mi espalda, poco a poco me fundía en el suelo y las lágrimas dejaron de caer, como si algo se hubiera roto.
— Y de esa violación naciste tu hija mía, lo siento tanto mi vida
decía mientras se arrodillaba
— mamá, no sé qué decirte
me abrazó con fuerza queriéndome consolar
Entre tantos secretos revelados y los llantos se hizo tarde, le dije a mamá que se recostara un rato porque yo me iría a la cama, se resistió, pero la convencí.
Rumbo a mi habitación, como si de una película de terror se tratara, le mande un mensaje a Saya para que no venga y que mañana le avisaría.
Me acosté con mi mente vacía desconcertada mirando el reloj hacer tic tac
Pero en mí se despertó algo que nunca sentí, recorrió todo mi cuerpo calentando mi corazón helado y solo pensé en una
Cosa...
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