Silas
Las calles abrumadas de despojos de su gloria que era hace unos instantes dificultan la movilidad del pequeño grupo, tenemos que saltar o movernos ágilmente para llegar a nuestro destino. Los jardines se incendian como una gigante antorcha expulsando un humo abrumador que nos evita respirar y cegando el paso, el ladrillo blanco ahora está manchado de negro tras las cenizas junto al rojo en grandes cantidades gracias a los cadáveres de pobres seres que estaban en el peor momento y lugar equivocado. Me lamento por ellos pero no podemos hacer nada, lo importante ahora es extinguir el caos antes de que se cobre más vidas. Desde lejos se escucha el disparo de un arma, segundos después uno de los soldados cae inerte con un hoyo en su cabeza, todos comienzan a gritar que ha cubiertos, corro terminando detrás en una de las pilastras aún de pie, de reojo comienzo a tratar de buscarlos pero cada que intento llueven las balas.
-Deben estar usando metralleta, desde mi posición no logro ubicarlos- poco a poco la pilastra va perdiendo masa con cada impacto.
-Hay dos a su derecha y tres pisos arriba, General- anuncia el que está más al fondo bien cubierto. - Hay otros cinco pero no los ubico-
-Tenemos uno frente a nosotros cubriéndose en la esquina, a unos 12 metros, es quien usa la metralleta- más a mi izquierda otro con voz profunda dice con seguridad intentando darle con un rifle.
-Quitenmelo de encima joder, me quedo sin nada que cubrirme- nervioso ante la situación comienzo a disparar a ciegas tratando de seguir el sonido de la metralleta.
-Entendido General- lo dice una voz femenina que está a la derecha ingresando al edificio más cercano.
Pronto que tarde se quiebra la pilastra por la mitad obligándome a saltar para evitar ser aplastado, con el polvo levantado empiezo arrastrarme buscando donde cubrirme mientras varias balas caen cerca, los otros tratan de llamar su atención disparándoles evitando que les den, para alegría logro acercarme a una esquina con una compañera donde estamos seguros.
- Se querrá apurar, estamos todos aquí arriesgando nuestro pellejo- espaldas contra el muro ayuda a levantarme.
-Gracias, confiemos que esté a tiempo- cambio el cartucho de balas.
-Enserio vino con esa arma, está loco como dicen los rumores- se ríe mientras apunta.
-¡Ey! Es de la suerte, me ha salvado más de una- un poco más arriba disparando al Señor Metralleta como decidí llamarle.
Con el reflejo del arma noto una sombra que se acerca a nosotros por atrás, finjo que no lo noto mientras se acerca, cuando está lo bastante suelto la pistola mientras le doy un primer puñetazo en toda la cara. Queda sorprendido y con el primer impacto inesperado deja caer una navaja, con el segundo a las costillas, él trata de recuperarse mientras bota el liquido carmesí por su nariz, agito la mano de un dolor tremendo, lo miro mejor el desgraciado modifico la piel dejando partes de metal y otras de escamas de color azul. Esto será bastante entretenido, lanza algunos intentos de darme algún golpe, con la poca experiencia que no da ninguno, tercer y cuarto golpe directo en su cara empujándolo más atrás.
-General deje de jugar y termine eso- ella recarga ignorándonos.
-Puede que demore un poco al método tradicional- sonriendo me quito ambos guantes y trueno el cuello.
-Ven aquí si eres un machito- con voz profunda mueve la mano retando.
Saco las uñas de un ónix negro, perfecto para finalizar esta pelea, me abalanzo con todo el peso dándole un rodillazo al estomago haciendo que escupa en toda mi cara cuando caemos al suelo. Con mi peso lo inmovilizo apretándole el pecho con una de las rodillas y la otra aún en su estomago. Sin piedad, ni darle las últimas palabras, de cuajo en el cuello uso las garras arrancando una preciada cantidad de carne, mientras él en shock aún trata de zafarse de mi omitiendo su gran perdida de sangre empezando a toser hasta que se deja de mover.
Jadeando sonrío secando el sudor, restos de saliva y sangre de la cara con la manga. Observo sus músculos, piel y tendones colgando de las garras que con su cadáver empiezo a limpiar. Con calma lo dejo hasta recoger el arma y voy donde la compañera que me felicita por la victoria, no la sentí como una, sino algo más del día a día al ser tan simple. Tenemos que alegrarnos ya que la compañera francotirador con un disparo certero le vuela la cabeza al Señor Metralleta. Nos empezamos a movilizar acercándonos al centro del sector. Voy demasiado adelante de los demás, un gran descuido de mi parte, al girar en la próxima esquina siento un gran ardor caliente por todo el brazo derecho.
-Malditos hijos de puta- retrocedo rápido impidiendo el paso de los demás.
-General, déjeme ver la herida- exigente agarra mí mano la soldado.
La carne a flor de piel desde el dedo índice hasta la mitad de la palma de la mano, cálculo unos dos impactos solo allí. Con un movimiento rápido me quita la gabardina donde varios hoyos se notan, aún más la manga de la camisa que está completamente roja, saturada que gotea, cuatro impactos más por todo el brazo.
-Esto es grave- mira preocupada.
-¿Cuantas semanas tienes de salir del entrenamiento?- le digo jadeando.
-¿Cómo? Tengo 2 semanas nada más-algo nerviosa se quiebra su voz.