Desconocido
Lanzo la pelota contra la pared por milésima vez. Aburrida de todo esto me siento en la orilla de la cama y pensando en quien será la próxima víctima.
Ésta gente de mierda me aburre, éste pueblito, ésta gente tan monótona y predecible.
Estar encerrada en ésta pocilga (porque así le he llamado) me hace sentir más odio y repulsión hacia los demás. Sentir que soy un esclavo liberal me enciende en rabia y hace que a la hora de asesinar sea mayor mi ira.
Mirar cómo todos son felices y normales es lo único que me queda ¿que si los envidio? No, realmente sólo me dan asco. Pero por un lado siento rabia, el hecho de que sean tan imbéciles cómo para no ver las cosas que pasan ante sus ojos ¿cómo es que nunca sospecharán de algo así?
Me encanta ver a mis hermanos desde lejos pensando que jamás he existido sin saber que los que se hacen llamar sus padres son los principales monstruos y causante de mi ira reprimida.
Deseo el momento en que sus vidas estén en mi poder, escuchar sus súplicas, que rueguen por sus vidas. Por su culpa jamás llevé vida normal, siempre tuve que arreglarmelas por mi cuenta a causa de que ellos me consideraban un monstruo... pero ¿los monstruos nacen o se hacen?
Aunque los culpo por hacer de mí lo que soy hoy y ocasionar que jamás pueda mostrarme como una persona normal ante todos, les agradezco por otra parte porque eso me ha fortalecido y me ha dado las razones necesarias cómo para verlos arrodillados ante mí temiendo por sus vidas como si yo fuera un dios.
Me pongo de pie y miro por la única, pequeña y blindada ventana que hay en ésta celda con complejo de habitación. Ellos no entienden que si quisiera irme lo hubiese hecho hace muchísimo tiempo. Pero todo es parte de mi plan. Nadie puede ocultarme mejor que ellos.
Miro el pequeño y desolado jardín desde aquí. Aunque y la vista no es buena, ni da con la calle y menos con el frente de la casa, a través de las ramas del árbol que está plantado con el propósito de ocultar la ventana, puedo ver los rastros del jardín.
Me doy la vuelta y entro al baño y me detengo en el espejo. Me miro y la veo a ella en el espejo. Sus ojos, su color de pelo que sólo los diferencia el hecho de que el mío es unos centimetros más largo y esa sonrisa que en ella se ve dulce pero conmigo da miedo, mi cuerpo más delgado que el de ella a causa de que me traen comida cuando recuerdan que tienen otra hija encerrada.
Sonrío aún más sabiendo la sensación de terror que ocasiono en mis víctimas.
No soy vulnerable, desde que me diagnosticaron Trastorno antisocial de la personalidad. Recuerdo ese momento como hoy, tan sólo tenía unos 14 años.
Flashback
—¿Todo bien Doctor?— pregunta preocupada Alice.
—Creo que su hija tiene trastorno antisocial de la personalidad, señora Rusbelle—. Habla el doctor quitándose las gafas y levantando la mirada del diagnóstico.
—En español viejo canoso— respondí molesta de tanto misterio, me crucé de brazos a que se dignara a responder. Mi madre me miró con mala cara y él sólo se limitó a mirarme a través de sus gafas.
—Trastorno de la salud mental que se caracteriza por el desinterés hacia otras personas—.Hizo una pausa y miró a mi madre— quienes padecen el trastorno de personalidad antisocial tienden a mentir, quebrantar las leyes y comportarse de forma impulsiva; asimismo, no se preocupan por su propia seguridad ni por la de los demás— se encogió de hombros—. Las personas con trastorno de personalidad antisocial en sus siglas TPA, pueden comenzar a mostrar síntomas en la niñez, pero no puede ser diagnosticado hasta la adolescencia o la edad adulta.
—¿Me está diciendo que me caí de chiquita y me di en la cabeza, y eso provoca que ni siquiera me cause lastima su patética vida?— el doctor me dirigió una mirada cansada y me ignoró como siempre, haciendo de cuenta que no estaba allí y simplemente se dirigía a mi madre.
—Doctor, no hay, no sé ¿una cura?— preguntó mi madre mordiéndose las uñas, yo rodeé los ojos y luego los posé sobre el viejo canoso.
—Mmm... lo dudo mucho Señora Rusbelle; no hay una cura definitiva, sin embargo hay terapias tanto familiares como de comportamiento.— Alice asintió resignada sabiendo que ni loca dejaría que me lleven a un psicoloco, digo, loca ya estoy. Se levantó de su asiento y yo imité su acción.
—Muchas gracias Doctor, tenga buen día.
Fin del flashback
Me reí para mis adentros, ¿cómo lograron hacer que Lilly me olvidara? A pesar de que lo único que me separa de ella es un trozo de madera, le causaré miedo, ¿y yo? Ni siquiera sé qué sentiría, no logro identificar ninguna emoción o sentimiento.
¿Qué piensan mis padres de mí? Nunca tuvieron más opción que esa, dejarme salir en las noches a liberar a mi verdadera yo, el único sentimiento que he logrado identificar es satisfacción y ni siquiera estoy segura de ello, simplemente cruzar esa puerta y sentirme cómo la puta ama, la diosa, es más que suficiente por ahora.
Aún recuerdo la primera vez que Alice descubrió mi naturaleza, siempre Alice, Lennon no soportaba ni aceptaba que su hija adorada fuera un monstruo, pero le he dejado una copia mía, ella si es sumisa, normal y no debe esconderse ¿no?
La primera vez que Alice me descubrió descuartizando a su pobre gatito, fue épico.
Flashback
Miraba fijamente los ojos del molestoso animal y sonrío victoriosa al saber que ya no me molestará más.
—Adiós maldita bola de pelos.
—¿Pero qué haces?— grita Alice entrando a mi habitación. Esa jodida voz tan chillona.
—No lo sé, ¿maté a tu gato?- pregunté con inocencia fingida.
—¿Co-cómo? ¿Porqué?- pregunta confundida y horrorizada.
—¿Sabes lo tedioso que es escuchar a un maldito animal arañar todas las noches la puerta de mi habitación?— MENTIRA. La miré indiferente.
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Editado: 11.06.2020