Verdades A Medias

CAPITULO 03

La primera vez que Andrés le levanto la mano, fue tras el funeral de su tata Carlos, Andrés recién había comenzado su tercer año en la facultad de medicina; tras recibir la llamada de Gabriela, se había disculpado con ella por no acudir inmediatamente asegurándole que apenas pudiese viajar lo haría.

“Palomita, lo siento tanto… no sabes cómo quisiera estar allí contigo” le dijo su novio una vez q Gabriela le conto lo ocurrido.

“me siento tan sola Andrés, ¿puedes venir por favor?” pidió entre lágrimas.

“Gaby, amor… ahora no puedo, tengo que asistir a una cena mañana con el decano de la facultad, pero te juro que el próximo fin de semana estaré allí para ti… por favor entiéndeme”

“por supuesto… no quería molestar… solo es que…”

“Palomita te tengo q colgar... nos vemos el domingo... besos…” interrumpió el chico antes q Gaby terminara de hablar.

 

El lamentable suceso de la muerte del tata Carlos, como era conocido, fue noticia local, se hizo una velatón en el quiosco del anciano que congregó a la mayoría de los habitantes de la localidad, de los delincuentes, nunca se supo nada, ya que aprovechando la oscuridad que les propinaba la noche y la avanzada edad del hombre lo habían atacado, sin mediar razón o provocación, para luego escabullirse con el botín sin ser reconocidos.

La policía les informo que la víctima se había resistido al asalto, por lo que, los asaltantes se habían ensañado con el… propinándole mas de 20 puñaladas en el abdomen y tórax, para luego huir dejando a su víctima moribunda, amparándose en la oscuridad de las calles… solo habían robado algunos paquetes de cigarrillos, unas cuantas revistas para adultos y 75 dólares.

Nana manuela había pasado los últimos días sumida en una nebulosa, su viejo se había ido y el dolor era demasiado para llevar por si sola, por lo que el día del entierro se mantuvo en pie gracias a los fármacos que el doctor había recetado y la presencia de su niña Gaby.

Andrés llego a su casa pasadas las 9 de la noche el día del sepelio, para Gabriela verlo llegar fue como si toda la tensión del día se desbordara, nada más verlo rompió a llorar y se lanzó a sus brazos. El chico la sostuvo mientras lloraba susurrándole palabras de aliento.

“tranquila mi palomita, ya estoy aquí”

“me lo quitaron Andrés, lo amaba tanto y me lo quitaron”

“tranquilízate Gabriela por favor, llevo una resaca q ni te imaginas y tu llanto no hace más que agravarla”

“como puedes decir eso… una de las personas que más amo en la vida ha muerto, perdona si estoy un poco sensible”

“no digo lo contrario Gaby, pero simplemente no estoy de ánimo para soportar tanto drama”

“si eso crees, será mejor que te vayas y vuelvas otro día… cuando estés un poco más tolerante”

“me dices que no soy tolerante…  eso crees palomita”

“si… creo que, si te incomoda estar conmigo, deberíamos darnos un tiempo hasta que toda esta situación se calme”

“me estas dejando María Gabriela?”

“si... o sea no… solo hasta que…”

La chica no supo cuando fue que Andrés la abofeteó… sintió la mejilla arder, mientras el joven la agarro por el cabello acercándola a su rostro…

“respira palomita… tu y yo sabemos que eso no es lo que quieres… solo estas confundida por lo que sucedió con tu tío”

“me golpeaste Andrés”

“lo necesitabas, creo que estas aun en shock por la muerte de Carlos. Desde ahora yo te cuidare, porque yo te amo Gaby, ¿y tú me amas cierto?”

“si…”

“entonces estamos bien… dejaré pasar este arrebato tuyo por el momento, porque solo yo te entiendo y nadie ni nada puede decir lo contrario… repítelo palomita”

“solo tú me entiendes y nadie dirá lo contrario”

“esa bofetada fue por amor, porque tú y yo lo necesitábamos”

“vamos te acompañaré a tu habitación y me quedare contigo hasta que te duermas”

Esa noche Andrés se quedó velando el sueño de Gabriela, le acaricio el cabello con ternura, dándole besos en la frente y las manos, ella le creyó cuando le aseguro que lo ocurrido anteriormente jamás se repetiría y que Andrés la amaría y protegería hasta la muerte, porque una cosa era verdad, Andrés la amaba.

Unos meses habían pasado, cuando Gabriela se despertó con el olor de los panecitos que tanto amaba su tata Carlos, seguramente su tía manuela ya estaría despierta y eso la llenó de alegría, pues era reflejo que la anciana ya estaba resignándose a la muerte de su esposo y que de a poco estaba volviendo a su rutina.

 

“buenos días, nana... que rico olor hay aquí”

“buenos días mi niña, llego otro de esos ramos por allí, parece que el chico quiere convertir esta casa en una funeraria con todas las flores que envía”




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