Cuando oigo decir a alguien "te lo digo desde lo más profundo de mi corazón", pienso que realmente no sabe qué es tener algo atorado entre las entrañas.
Empecemos por algo muy sencillo: cuando algo están tan adentro, como lo es el fondo del corazón, tiende a enredarse y se vuelve un lío. No se puede alcanzar, no lo ilumina el más mínimo rayo de luz. Entonces, ¿qué queda? Nada, solo sentirlo, pues es inexpresable.
Para hablar se requieren palabras sueltas, alcanzables y articulables. Lo que haya en el fondo del corazón no lo es, no puede serlo. Lo que haya en el fondo del corazón no puede ser dicho ni enunciable. Arde en la garganta, empuja el corazón, pero no sale, no hasta que ya no esté tan profundo, hasta que haya logrado, de alguna forma, desenredarse. Pero en ese punto, ya no proviene del fondo del corazón.
¿Puede el fondo del corazón articularse con la mente? ¿Algo enredado en las entrañas podrá convertirse en una idea? Corremos el peligro de estar tratando con un sentimentalismo inexplicable. Si lo que esté en el fondo del corazón no puede ser dicho, no puede ser pensado tampoco, solo sentirse. No se racionaliza, se siente y ya.
Lo que haya en el fondo del corazón no púede habitar loas neuronas, más bien estorba arterias. Así es, es un pequeño tumor sin capacidad de extracción, por lo muenos, bajo nuestras propias manos.