La heladería Andy, tiene temática de Toy Story, la película de Disney basada en juguetes. Es bastante peculiar estar sentada con mis amigos en un sitio como este, se supone que la mayoría de sus clientes deberían ser niños, incluso tiene un espacio de juegos equipado con piscina de pelotas, pero sus helados son codiciados por los habitantes de todas las edades de Prado Alto y eso complica un poco las cosas para los visitantes infantiles, las filas son interminables los días feriados.
Hoy está menos concurrido, es un día de semana y pocos tienen el tiempo de escaparse de sus clases o trabajo para venir. Agradezco poder sentarme a comer mi helado de torta suiza y chocolate con chispas en una de estas mesas rectangulares decoradas con los personajes de la película animada. Hay una bota de plástico como centro, si presionas la parte superior sale una serpiente a sorprenderte, hemos visto a más de un novato sobresaltarse y tirar su helado, es el turno de Odeth.
Heraldo y Batley intercambian miradas maliciosas.
—Maduren.—les sugiere Mere, comiendo su copa de tres bolas mientras revisa su teléfono.
—Definitivamente este es mi nueva heladería favorita.—declara Odeth, fascinada.
Parecía una niña de cinco años descubriendo diversiones.
Batley sonríe complacido—Te lo dije, a pesar de su apariencia, no todo es basura capitalista.
Deja caer su mano sobre la de Odeth, dándole un breve apretón.
Ella asiente nerviosa retirando el contacto lentamente.
Finjo no darme cuenta de su obvia reacción.
—Tienes razón, gracias por traerme, chicos.
—Cuando gustes, esta es tu bienvenida.—agrega Heraldo desde su asiento junto a Meredy.
—¿Sabías que el centro de mesa tiene gomitas ocultas?—menciona Bat, fingiendo seriedad.
Los ojos de Odeth se iluminan—¿En serio? Amo las gomitas, ¿cómo las obtienes?
Heraldo se inclina adelante, emocionado—Debes presionar el botón en la parte superior de la bota, ten cerca tu helado para que se las coloques.
Samantha se mantiene silenciosa a mi lado, ha estado más distraída de lo normal.
—¿Sucede algo?—le susurró al oído.
Ella se sobresalta, estaba sumida en sus pensamientos.
—Lo siento, es que estas muy distraída. —le digo riendo.
—¿Intentas matarme?—pregunta llevando una mano a su pecho—Estoy bien, sólo me pareció haber visto a alguien conocido pero me equivoqué.
Enarco una ceja—¿Al fin tienes nuevos intereses?
Ella trata de no sonrojarse, instintivamente cubre sus mejillas.
—Tomaré eso como un “No”, estas estancada, amiga.
—Lo sé, cállate.—golpea suavemente mi hombro—¿Y tú? ¿Algún día dejarás de lado la indiferencia?
Encojo de hombros.
—Lo supuse, eres irremediable.—bromea.
Escuchamos el chillido de Odeth, tiene la serpiente realista de juegue sobre su cabeza. Aprieta con fuerza el cono de helado haciéndolo trizas y dejándolo caer en su vestido floreado.
Heraldo y Batley ríen a carcajadas.
—Ustedes no tienen remedio.—Niega Mere—Esta es la décima persona en un mes.
Odeth mira a los hermanos molesta, se quita la serpiente de la cabeza y se la lanza a Batley.
—Sabía que estabas siendo demasiado amable.—exclama frunciendo el ceño, uso algunas servilletas para remediar la suciedad de su ropa—Van a pagarme la tintorería, amaba este vestido.
—Está bien, no te molestes con nosotros. Tómalo como la iniciación—dice Batley levantando las manos en señal de paz.
—No estoy molesta.—chasquea la lengua—Pero tranquilo, también tengo mis pruebas.
Meredy empieza a reírse fuertemente.
La miramos interrogantes, pensando si ya su cordura pasó a segundo plano.
—Es que acabo de pensar,—trata de explicar aguantando la risa—“¿Cómo conquistarla?” “Lánzale la serpiente a la cabeza”
—¿Hablas en serio?—cuestiono riéndome de su obsceno chiste, los demás también se unen.
Pasamos alrededor de dos horas conversando y ordenando helados de sabores exóticos. Cuando ya los rayos solares empezaban a ocultarse decidimos irnos a nuestros hogares sonriendo a causa de los elevados niveles de azúcar en nuestra sangre, íbamos abrazados hacia el estacionamiento cantando “soy tu amigo fiel” de Toy Story, algunos desconocidos nos miraban curiosos tal vez pensando que estábamos locos o borrachos, no me importó, mi corazón se sentía cálido y rebosante de felicidad, emoción que creía olvidada.
—Me he divertido mucho.—dice Odeth animada.
—Espera a que te llevemos al núcleo.—comenta Heraldo, desbloqueando las puertas de su challenger blanco.
—Se hacen fiestas geniales si nosotros controlamos la organización.—codea Mere entusiasmada.—Sólo debes mantener en secreto la ubicación y lo que veas acerca de ese lugar.