El día esta en la agonía, el viento fresco anunciando el fin de un día, ambos se miran con ojos desafiantes. Como dos generales apunto de ir una batalla, uno con toda la moral de la imbatibilidad. El otro con la sed de venganza, por la revancha de todas las penurias que paso por las derrotas.
Sebastián: te parece si caminamos, me gustaría estirar las piernas.
Alter Ego: esta haciendo tiempo, estas esperando la caballería.
Sebastián: tuviste encerrados años, esperar uno minutos no hará la diferencia. Aparte no tienes la sensación. Que.
Alter Ego: Esta puede ser nuestra última charla.
Sebastián: si, ya no recuerdo cuando tuvimos una charla mi amigo.
Alter Ego: me llamas amigo. Un verdadero amigo no traiciona.
Sebastián: interesante, seria bueno dejar en claro quien traiciono primero.
Alter Ego: no te traiciones, las decisiones que tome eran para tu bien.
Sebastián: sin consultarme o preguntar lo que pensaba. O lo que me hace feliz.
Alter Ego: la felicidad no es nada comparado con el porvenir y la estabilidad.
Sebastián: esa es tu anhelo no el mió.
Alter Ego: madura, de una vez entraste ya en los treinta años, no puedes alcanzar una meta sin sacrificar algo a cambio.
Sebastián: hay una diferencia entre sacrificio y desprenderse de su humanidad.
Alter Ego: abre tus ojos, vivimos en un mundo competitivo, donde el débil es pasto para los fuertes. No estamos en los mundos de fantasía de tu imaginación, no hay lugar para los altruistas.
Sebastián: eres tan podrido, prefiero vivir debajo de un árbol, que pisar a personas para escalar en la sociedad.
Alter Ego: lo siento, no es mi culpa que vivas en el tiempo equivocado. El orden social se divida en dos los sometidos y los dirigentes. Si no estas en ninguno de las dos, eres un marginal, un improductivo, un cáncer de la sociedad.
Sebastián: no importa como disfraces las palabras, se como obran tus vil mentiras, los sometidos son peones. Piezas que pueden ser sacrificadas.
Alter Ego: es que tengo que amortiguar mis ideas, ya que te cuesta asimilar la realidad.
Sebastián: todas las vidas valen igual.
Alter Ego: el sistema dice lo contrario, cada uno vale por el dinero que tiene o el poder acumulado que posea.
Sebastián: yo no estoy equivocado el sistema lo esta.
Alter Ego: nadar contra la corriente es un acto suicida.
Sebastián: yo muero con cada palabra que siento.
Alter Ego: porque no me dejas llevar las rienda de tu ser y ser de nuevo un miembro importante de la sociedad.
Sebastián: parece entretenida la charla, dale vamos a dar una caminata. Déjame disfrutar mi posible último ocaso.
Con gesto de aprobación del Alter Ego, ambos caminan en paralelo unos cuatro metros separan a ambos. Esta no es caminata normal, los dos los saben mientras, caminan ambos se estudian sus puntos. Posibles apertura o tratar de anticipar el movimiento del otro. Después de dar varias vueltas, vuelven al punto de donde salieron, el lugar parece desabitado.
Alter Ego: me debes una par de respuesta.
Sebastián: vamos de nuevo con tus lloriqueos.
Alter Ego: tú me dista la vida, eres mi creador.
Sebastián: claro, te di en cierto sentido una sub-existencia.
Alter Ego: no tenías amigos, en la primaria y en la secundaria. Por muchos años fuimos inseparables, siempre vele por ti. Mi única dicha era asegurar tu porvenir.
Sebastián: claro no olvido el tiempo que pasamos juntos, además me ayudaste a superar mis inseguridades. Como muestra de gratitud, te otorgué raso simio propio que vos construya tu propia identidad.
Alter Ego: si, no sabes como atesore ese regalo, a pesar de ser una creación, me diste libertad de pensar. Me sentí un igual contigo, gracias a ello pude desarrollar habilidades propias.
Sebastián: a veces pienso que ese acto de agradecimiento, fue lo que torció nuestro vínculo.
Alter Ego: todo lo contrario lo fortaleció, pero el que no tiene el valor de ser un Dirigente eras tú. Los dos juntos pudimos a ver conquistado el mundo. Hacer que el mundo se arrodille a nosotros.
Sebastián: de que me sirve si me siento vació por dentro.
Alter Ego: te di todo de mí, llegaste alto en la empresa gracias a mis habilidades, conociste el mundo porque yo fui tus alas para llegar a los más altos. A los veinticinco años llegaste ser un Lince. El primero en su historia, el más joven al punto que te llama cachorro entre los Linces.
Sebastián: lo se, por eso tiene mi agradecimiento.