Pateando una piedra en la calle, Gregorio se da cuenta de que le dolía el pie izquierdo. No era raro viniendo de el, pero hasta este momento no había notado su dolencia. No era raro en el, digo, ya que este había perdido una gran parte de sus recuerdos en una de sus batallas a lo largo de su vida. O por lo menos eso es lo que solía contar.
Nadie sabe de su vida en realidad. No saben de dónde llego. Ni cuando. Pero si saben que cuando piso por vez primera las baldosas de la ciudad de Rosario era el propietario de una enorme compañía y casas y coches de lujo. Vestía las más caras prendas y bebía vinos caros en los restorantes más caros de la ciudad. Y tenía las mujeres más bellas que sus ojos alguna vez han visto.
Pero esa no es su actual realidad.
Es muy distinta. Y cruel.
Es como una mosca que se posa sobre tu desayuno. O sobre un pedazo de mierda en la vereda. Aunque el no parece lamentarlo.
Nadie parece lamentarlo en realidad.
Y así vive sus días. Detrás de unas sobras del bar,
O detrás de un pedazo de mierda, pero siempre alegre.
-Si hay algo que nunca le falta a Gregorio es alegría - dice el portero de un edificio donde suele pasar un buen tiempo esperando a una señora que habitualmente le da un poco de comida.
-por más que llueve o truene o no tenga que llevarse a la boca Gregorio anda con una sonrisa de oreja a oreja, es increíble- afirma el portero mientras habla con los vecinos del barrio.
Y no estaba equivocado. Así era él.
Esperanzado en la desesperanza.
Valiente en la cobardía.
Dichoso en la desdicha.
Pero hoy no parece ser su día. Hoy no porta su semblante habitual.
A pesar de dormir en los bancos de la plaza o en el vagón de un tren, siempre conserva una sonrisa enorme que ilumina su mirar.
El portero dice que la razón de su sonrisa es que todavía conserva algunos recuerdos de su vida gloriosa. Que al cerrar los ojos todavía siente el olor a su casa perfumada con las caras fragancias que portaban su piel; Y recuerda las largas noches bajo los efectos de los mejores licores y vinos;
Y de las reuniones con las personas mas importantes de la alta sociedad Rosarina.
Pero eso nadie lo sabrá con certeza.
Alguien de vez en cuando obtiene un trozo de su pasado en alguna charla casual en alguna plaza. Pero solo si estás con mucha suerte. Ya que vagos y nublados recuerdos tiene de su glorioso pasado.
Y hoy se le nota.
Hoy no sonríe lo habitual.
Y todo por un problema que hoy se le presenta como un recordatorio de una agenda maldita que se hace notar.
El problema es que se dio cuenta de que le dolía el pie izquierdo. Podes creerlo? El no.
Le dolía el pie izquierdo y no tenía ni la más mínima idea de lo que había sucedido para que le doliera así.
Cuando me golpee? Que me pasó? Recuerdo haberme caído estos días? Son algunas de las preguntas que pasan por su loca cabeza ahora.
-Como pude lastimarme sin darme cuenta? Hace cuanto que estoy así? O será que siempre me dolió y nunca me di cuenta?-
Y entre un pensamiento y otro y otros pesares, enloquece en la confusión y lanza algunos gritos e insultos al cielo e insulta a unas personas que se quedan mirando su actuación en medio de la avenida, entre autos y gente, y más gente que se amontona a ver el porqué de los gritos.
No comprende tanta furia y enojo. Nunca en su vida había sentido tanto dolor.
Y no es que le doliera el pie tanto como para enloquecer de dolor.
Sino que la confusión de no saber el porqué de su dolencia lo estaba llevando a la paranoia.
Estaba entrando en pánico. No sabía más que pensar.
Sus pensamientos y recuerdos se desvanecían mientras más intentaba recordar.
Y entonces sale disparado cuál bala escapando de el tumulto de gente y de sus miradas acusadoras y prejuiciosas que más ayudaban a ensombrecer el aterrador momento que estaba viviendo.
Fugases son la imágenes que lo rodean. Miradas que se derriten ante sos ojos, y rayos de luces de colores que son los autos que pasan a toda velocidad y alteran más su estado de paranoia momentáneo.
Entonces en pleno acto desmedido de gritar y maldecir al viento, después de varias cuadras de carrera contra su locura, logra escuchar en la puerta de una casa un canto precioso que lo deja atónito y fuera de órbita otra vez. Una voz femenina delicada y hermosa de tono suave y sensual que acaricia sus oídos y le transmite una calma que hasta ahora no recordaba haber sentido. Entonando una bella melodía y pronunciando palabras divinas y delicadas que pueden llegar hasta el alma más despiadada que conozcas.
Y entonces por un momento se aleja de todo.
Se olvida de ese sentimiento triste que lo invade y lo enfurece y de a poco lo va sumergiendo en una especie de sueño tangible dónde ve, escucha, siente, huele, ama. Un estado de conciencia alterado que lo lleva a lo más profundo de sus memorias y más aún.
Y entonces siente el aroma del pastel de papa que le preparaba su abuela. Y siente el aroma de la manta con la que lo tapaba su madre y siente también todo el amor que le dejaba en un beso de buenas noches.
Y muy a lo lejos sigue sonando esa bella melodía que lo empapa en Buenos recuerdos y aromas y amores. Y más recuerdos de su infancia preciosa en el campo de sus abuelos.
Los partidos de fútbol entre los amigos de la infancia y las meriendas que preparaban sus madres.
Y los partidos de fútbol y la cervezas de la adolescencia en la esquina o en la vereda de la casa de algún amigo del barrio.
Y entre medio de todos los recuerdos y sentimientos que lo invaden y lo penetran, tuvo una visión tan real que luego lo deja pensando y lo tortura día y noche en lo más profundo de su inconsciente.
Una casa en llamas que se cae a pedazos.
Un fuego aterrador e inhumano que que lo invade por completo. Y lo ve.
Un hombre que entra en las llamas ,desesperado, buscando a su amada.
Siente el fuego quemandole la piel como si lo estuviese viviendo en carne propia. Y la desesperación por salvar a su mujer de entre las llamas es mucho peor.
Nunca un sueño o pesadilla había sido tan real.
Paso de un sueño hermoso y adorable de su infancia a uno aterrador y desesperante que le apretaba la garganta y lo atormentaba.
Pero el sueño se desvanece cuando la casa explota. Y vuelve en si de un momento a otro
Y Abre los ojos encontrándose con su realidad de vuelta.
Y comienza, nuevamente a correr desesperado sin rumbo alguno dejando de lado el dolor de su pie que tanto mal le hace.
Solo correr. Correr y correr sin sentido alguno como si así lograra escapar de los pensamientos que lo atormentan.
Y mal o bien es lo que hace todo los días de su vida. Correr.
Solo correr. Una carrera con vos mismo que nunca vas a ganar.
Es al pedo competir con uno mismo...
Piensa y se detiene de golpe.
Agitado y desesperado.
Su mirada parece tener un deseo. Pero un temor también, oculto atrás de su máscara de locura
El dolor de su pie permanece.
Pero esta cegado. Cegado por tanta luz. Cegado por el recuerdo de esa casa en llamas.
Su memoria se había convertido en una especie de rompecabezas que debía armar. Algo que venía evitando desde hace tiempo.
Ahora un recuerdo lo atormenta. Y debe hacer algo para apagar las llamas de su conciencia.
Mirando al cielo y hablandole al viento, su cuerpo se deja caer en el pasto como si fuese un colchón premiun cómo los que solía tener . Y nunca se había sentido tan, extrañamente, perdido pero relajado a la vez, como en esta oportunidad.