Vetus: El destino de las almas viejas

1. Tarde

》Amaris Becket《

 

Me encontraba corriendo de vuelta a mi casa a pesar de que estuviera 10 minutos tarde para llegar a la escuela, había tenido un pequeño incidente en el camino. 

Resulta que, mientras caminaba por la banqueta como cualquier persona civilizada hace, un auto pasó cerca de mi a toda velocidad y me salpicó el agua de un charco ocasionado por la fuerte lluvia de anoche, maldije por lo bajo.

Había calculado perfectamente mi tiempo para llegar bien a la escuela, pero todo se fue a la basura cuando noté que mi suéter beige se había quedado con una leve mancha café del agua sucia. Con pasos flojos pero apresurados, di la vuelta para volver a mi casa.

Abrí la puerta principal con las llaves que tenía aún en mano, pues no había avanzado una gran distancia desde que salí. Mi mamá venía saliendo de la cocina, en cuanto me vió, frunció su ceño y se recargó en el marco de la puerta. 

—No preguntes —Dije riendo mientras ella miraba con detenimiento la mancha en mi suéter. Alzó las manos en señal de "bien, no diré nada" y retomó su camino hasta la sala, donde se encontraba mi papá viendo la televisión.

Corrí hasta mi habitación y fui directo a mi closet para buscar un cambio de ropa, luego de unos segundos de búsqueda, saqué un suéter rojo de lana. 

Nunca he sido buena para combinar los colores de la ropa o si quiera me he preocupado porque hicieran juego, simplemente tomaba algo que me hiciera sentir cómoda y libre (eso implica sudaderas grandes, suéteres de lana, pantalones de mezclilla y blusas de manga larga, acompañados de tenis de suela baja).

Me cambié el suéter sucio por el que acababa de sacar y el otro lo dejé en el cesto de ropa sucia, al fin y al cabo, hoy me tocaba lavar todo eso. Bajé de nuevo a la sala y me despedí por segunda vez de mis padres.

De nuevo tomé camino hacia la escuela, esta vez corrí sin tomarme la molestia de voltear a los lados antes de cruzar las calles, sólo me importaba llegar a la escuela lo más rápido posible.

Luego de unos minutos corriendo y llevándome las quejas de las personas que empujé accidentalmente en el camino, logré ver la escuela a lo lejos. 

Miré la hora en mi celular ¡Rayos! Iba 15 minutos tarde. 

Me apresuré a llegar a mi salón para la clase de Historia, di dos golpes en la puerta y la maestra abrió después de unos segundos, me miró con cara seria. 

Era la segunda vez que llegaba tarde en el semestre, la primera vez fue la semana pasada cuando mi papá quedó de llevarme a la escuela pero se quedó dormido. 

En realidad siempre fui puntual y cumplía con los trabajos y tareas que dejaban en clase, así que no era como que pudiera regañarme por siempre llegar tarde.

—Lo siento, tuve un problema en el camino y se me hizo tarde. —Me excusé mientras agarraba la tira de mi mochila con nervios.

—Espero que no se repita, señorita Becket. —Se hizo a un lado para dejarme pasar. En cuanto crucé la puerta, escuché murmullos de algunos compañeros, yo me puse muy incómoda.

Caminé hasta mi asiento, que estaba casi al fondo junto a la ventana, dejé mi mochila a un lado y saqué unas cuantas cosas para la clase.

–Bien, como les comentaba antes de la interrupción —Me miró "disimuladamente" y prosiguió—, en la próxima semana dejaré un trabajo en parejas para la evaluación parcial. Así que vayan organizándose para que no dejen todo al último minuto.

Varios alumnos comenzaron a hablar entre sí, buscando su pareja de trabajo. Cómo lo imaginé, luego de unos minutos todos tenían pareja menos yo y no fue algo que me molestara o me sorprendiera. La maestra lo notó y me llamó para que me acercara a su escritorio.

—No te preocupes Amaris, mañana ingresará un alumno nuevo a la clase, te pondré con él, si no te molesta. —En otras circunstancias hubiera dicho que quería trabajar sola, pero sé que no tengo esa opción porque el trabajo es forzosamente en parejas.

—Está bien, gracias profesora. —Le dí una media sonrisa y ella asintió.

Regresé de nuevo a mi asiento y me quedé ahí esperando a que terminara la clase, el 
tiempo lo sentí una eternidad.

Prácticamente solo estábamos sentados, la maestra no dio clases ni dejó tarea además del trabajo en parejas. En clases pasadas adelantamos algunos temas por la cuestión de evaluaciones o proyectos parciales de todas las materias.

Pasaron otras tres clases en las cuales solo revisaban tareas, platicaban y esperábamos a que terminara la hora.

En cuanto tocaron el timbre, guardé mis cosas en la mochila y rápido salí al pasillo, intenté pasar entre todos los alumnos ganándome unos cuantos empujones de su parte.

Logré llegar al patio trasero y ahí busqué una banca libre. Por suerte toda la parte del fondo estaba libre, pues muchos alumnos estaban jugando fútbol. Me senté, puse música en mis audífonos y comencé a leer un libro que traía en mi mochila.

Estaba tan entretenida leyendo, que ni siquiera noté que un balón venía directo hacia mí, no me dio tiempo de reaccionar y este se estrelló en mi cara.

—Lo siento mucho ¿Estás bien? —Levanté la mirada mientras sobaba mi cabeza y vi a un chico alto de cabello rubio. Se acercó un poco más para ver si no tenía alguna herida y sonrió.

—S-si, estoy bien, no me pasó nada. —Seguía mirándolo si descaro alguno, en cuanto reaccioné, moví levemente mi cabeza y sentí el calor subir a mis mejillas.

—Bien. De nuevo, te pido una disculpa. —Sonrió y tomó el balón para luego irse. Yo me quedé viendo a la nada sintiendo un poco de dolor en mi cabeza.

Seguí leyendo hasta que terminó el receso. Tomé mis cosas y caminé con flojera a mi siguiente clase, Matemáticas.

La noche anterior no había podido dormir bien así que, en lo que restó de las clases, deseaba poder llegar a mi casa y dormir toda la tarde.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.