Viajando en el tiempo

Capítulo 1

VUELTA ATRÁS

 

Los rayos de sol se cuelan por mi ventana y viajan directamente hacia mis ojos, molestándome y provocándome abrirlos. Miro el despertador pero estoy tan adormilada que no consigo ver la hora con claridad. Froto mis ojos y vuelvo a mirar una segunda vez.

Cuarenta minutos. Ese es el tiempo que queda para que comiencen las clases.

Me remuevo en la cama y noto algo sobre mis piernas. Bajo la vista y alcanzo a ver mi portátil.

Quizá no debería haberme quedado hasta altas horas de la mañana viendo mi serie favorita, de ese modo no me habría quedado dormida, no habría olvidado poner la alarma del despertador y ahora no tendría que arreglarme con prisas. Pero en aquel momento era necesario para despejar mi mente de Andrew.

Me levanto de la cama y arrastrando los pies camino hacia mi armario. Me visto con el primer conjunto que encuentro, el cual consiste en una blusa y unos vaqueros, y me dirijo hasta el baño.

Abro el grifo y pongo mis manos debajo, las ahueco para llenarlas de agua y luego las llevo hacia mi rostro. Alzo la vista y me observo en el espejo. Mi pelo está hecho un desastre y mis ojeras son bastante notables. Las disimulo con un poco de maquillaje, cepillo mi cabello y bajo a desayunar.

En la mesa de la cocina me encuentro con un plato de gofres, cubiertos con sirope de caramelo, y decorado con fresas troceadas alrededor que mamá siempre me prepara en ocasiones especiales. Debe haberse olvidado de que hoy es un día cualquiera. Se ven deliciosos como siempre. Mi tripa ruge de hambre y en poco tiempo los engullo.

Subo a mi cuarto para terminar de arreglarme y coger la mochila. Cuando vuelvo a bajar me encuentro a papá en el salón.

—Buenos días, pequeña —saluda y deposita un suave beso en mi frente. —¿Te vas ya? Suerte en tu primer día.

Frunzo el ceño y parpadeo extrañada. ¿Primer día? Debe tener la cabeza en el trabajo porque estoy a nada de terminar mi último curso de instituto. Hago como si nada y me despido de él.

Una suave brisa acaricia mi rostro cuando salgo de casa. Me pongo mis cascos y mientras mis pies comienzan a caminar deprisa, me sumerjo en mis pensamientos y cómo no, en Andrew.

Aun no puedo creer que tuviera la decencia de mentirme.

Ayer por la tarde cuando le llamé por teléfono para que me acompañara a sacar de paseo a mi perro Cookie, me respondió que no podía porque ya había hecho planes con sus amigos. Mi sorpresa llegó cuando me encontraba paseando por el parque con Cookie y me crucé con su grupo de amigos pero no había ni rastro de él. Al preguntarles dónde estaba Andrew todos comenzaron a mirarse entre ellos nerviosos hasta que uno dijo que tenía que quedarse en casa cuidando a su hermano pequeño. Mi rostro cambió por completo, me estaban mintiendo a la cara y seguramente era porque le estaban cubriendo por algún motivo.

Lo primero que cruzó mi mente es si estaría con otra chica pero descarté ese pensamiento rápidamente. El Andrew que conozco es tan cariñoso y atento que nunca me haría daño y menos de esa manera. Entonces, ¿por qué razón iba a mentirme?

Sacudo la cabeza. Seguro que existe alguna explicación lógica de por qué sus amigos han mentido y estoy ansiosa por verle y que me la cuente.

Lo que queda de trayecto al instituto  lo paso observando a la gente de mi alrededor. A mi lado pasa un grupo de hombres con tablas de surf que se dirige hacia la playa. Ahora mismo daría lo que fuera por cambiar el rumbo e ir hacia allí también. Tumbarme y disfrutar de un buen libro o de buena música mientras admiro cómo las olas del mar se mecen. Pero tristemente el instituto me aguarda.

Cuando pongo un pie dentro de la secundaria Whittmore una sensación extraña invade mi cuerpo. Todo a mi alrededor resulta extraño. Los coloridos carteles del baile de graduación que colocaron hace poco ya no recubren las paredes, las taquillas que antes estaban decoradas por pegatinas están vacías. Todos los estudiantes se encuentran desorientados y parecen buscar respuestas en el folio blanco que cada uno de ellos sostiene en sus manos y del cual no apartan la vista.

De repente siento una sensación de déjà vu.

Me dirijo hacia mi taquilla, meto los dígitos de mi combinación pero no se abre. Lo cual me resulta extraño porque creo haberlos puesto correctamente. Después de varios intentos más sigo sin lograr abrirla. Ya desesperada de tanto intentarlo doy golpes con los puños con la intención de que se abra mágicamente pero como era de esperar, no funciona.

A lo lejos alcanzo a ver a mis amigas Cindy y Gina, y con paso decidido camino hacia ellas.

—¡Qué ganas tengo de la fiesta! —Exclama Cindy, dando saltitos entusiasmada y haciendo que sus ondas morenas boten al compás.

­—Vas a tener que esperar, aún quedan dos semanas para la fiesta de graduación —resoplo desanimada.

Mis dos amigas se miran entre ellas y estallan en carcajadas.

­—¿Qué es tan divertido? —Frunzo el ceño sin entender nada.

—¿Graduación? ¡Por Dios, Mallory! Acabamos de empezar el curso —Cindy se lleva las manos a la cabeza.— Me refería a la fiesta de inicio de clases que cebra Joe en su casa, igual que el año pasado.



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En el texto hay: instituto, amor, amor odio

Editado: 08.08.2021

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