Viajeros de Enblaxyl *volumen 1: El shihi azul cielo*

Mundo 1B - Extra 2: El viaje de una hija

Narvena

Me llamo Narvena Sonlire, tengo siete años. Soy una maga elementalista en crecimiento. Aunque solo puedo usar mis efectos. Aún no puedo invocar esferas de conjuros.

Mi mamá se llama Marie Naris y mi papa Keleck Sonlire. Tambien estan el tio Jeka y los otros integrantes de "Tercer Bando" que me cuidan. Mi papá es uno los generales más importantes de por aquí. ¡La mano derecha del Comandante Supremo! Dice él orgulloso.

¡Tan guay!

Pero estos últimos días ha habido un ambiente urgente, en contraste del lleno de felicidad y esperanzas usual. Nadie me hizo caso ya. Eso me puso muy triste.

De golpe mama estaba llenando las alforjas con lo mínimo necesario para sobrevivir. Le pregunté qué pasaba pero y ella me respondió con una sonrisa tristre.

Miré a mi papá detras de ella, apresurándola a recogerlo todo. Él respondió a mi mirada con la respuesta que quería. Pero no lo pude entender del todo.

-Mi niña preciosa. -dijo poniéndose a mi altura -Unos hombres malos han decidido que somos un estorbo y vienen hacia aquí con un ejército al que no podemos ganar. Por eso tu madre huirá contigo mientras papá se asegura que viváis.

Él se levanto y nos abrazo juntas. Muy fuerte.

-¿Protégela vale? -le dijo papá a mamá. Y le dió un largo beso -Y asegúrate de sobrevivir tu también.

-Nos vemos cariño. -una lágrima cayó por su mejilla.

-Si puedo os seguiré después. -le di un último abrazo a mi padre.

-¿En serio nos tenemos que ir? -le pregunté llorosa también.

-Sí pequeña, debes portarte bien y hacer caso a tu madre.

-Si... -mi padre apretó fuerte su mandíbula con preocupación.

-Os quiero. -dijo, y se quedó a mirar como nos íbamos por el pasillo del hermoso castillo dentro de la montaña. Todo lo que había conocido en mi vida se estaba a punto de perder en el horizonte.

Mientras nos alejábamos nos encontramos con una nerviosa chica alvina. Se llamaba Zusuka, creo... Una hechicera muy hermosa que trabajaba para mi papá. Pero lo que me llamaba la atención es que según había escuchado podía ver el futuro.

Paré a la fuerza a mi mamá y me la quedé mirando directamente a los ojos. Ella me miró a mi con indiferencia. Mi mamá se quedó mirando nuestro intercambio en silencio.

-¿Tu no huyes? -le pregunté.

-No, debo quedarme con mi Tsu-Nui. -respondió ella sin dudar.

-Tu puedes ver el futuro, ¿no?

-Sí, aunque cada vez funciona peor por culpa de que ese "ser" se acerca. No te puedo decir como acabará todo esto.

-Ah... ya veo. ¿Si... si acaba bien... le dirás a mi papá donde puede encontrarnos? -la hechicera se encogió de hombros.

-Si no tengo nada más que hacer... -le sonreí agradecida y mi mamá la miró con una cara muy extraña.

Después de salir de los terrenos del castillo atravesamos la capa de ilusiones que nos había protegido durante tanto tiempo para no volver jamás.

Tenía mucho miedo.

Mama y yo montamos un caballo a máxima velocidad. Sin mirar atrás. En todas direcciones había personas similares a nosotras huyendo del lugar de forma apresurada. Cabalgamos durante horas sin descanso. Incluso me dormí.

A la mañana siguiente, cuando desperté, estábamos llegando a la costa. Ya al lado del mar mamá dejó libre al caballo he hizo que éste se marchara corriendo. Entramos en un pequeño bosque de pinos, y en un sitio bien escondido, mi mamá descubrió una extraña construcción con magia de Tierra.

-¿Que es eso mamá? ¿Por qué tiene una forma tan extraña?

-Es un barco, mi niña, sirve para surcar largas distancias en el agua. Tu papá y yo lo preparamos en caso de que pasara una cosa como esta. Lo necesitaremos para ir donde vamos. Todo lo que necesitamos está en su interior.

-¿Y a donde vamos mama?

-Al gran continente. Muy lejos. Más allá de este océano. Aunque no sé como es aquello, seguro que será mejor que esto.

Mamá usó otra vez magia de Tierra para sacar el barco de entre los árboles y llevarlo a la playa. Pocas horas después sólo podía ver una línea negra donde antes se hallaba la isla a la que llamé mi hogar.

Según mamá tardamos casi un mes completo en divisar las costas del gran continente único que ocupaba casi todo el mapa del mundo. Mi mamá me dijo que sus habitantes lo llamaban "Ponzea".

Jamás había escuchado un nombre tan raro antes... No me gustó.

Desembarcamos una mañana soleada pero mi mama provocó una niebla tan espesa que pareció que nunca había sido así. Luego, después de salir del barco, mami usó el conjuro Fuego par incendiarlo.

Inmediatamente después utilizó los conjuros Agua y Viento para separarlo de la costa. La niebla lo siguió y poco a poco ya no se le pudo volver a ver más. Mamá me cogió de la mano y nos fuimos corriendo de allí.

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Pasó mucho tiempo. Había llegado el otoño y comenzaba a refrescar. Fueron tres años muy duros. Mi madre y yo nos movimos dando tumbos por todo el continente. Nunca nos quedábamos en un solo lugar.

Eso al principio era por el miedo de mi madre a que nos hubieran seguido pero no tardo mucho tiempo en ser otro el motivo. Y es que no encajábamos en ningún sitio. Mi madre decía que era porque éramos extrañas. Nuestra cara era diferente, teníamos "tatuajes" y a nuestro alrrededor pasaban cosas sin explicación.

La cuestion era que en el gran continente nunca habían visto a un mago antes. Lo que sí existían eran los hechiceros. Y habían sido marcados como los precursores del mal. No era extraño ver a alguna que otra turba de pueblerinos, antorcha en mano, persiguiéndonos mientras gritaban "brujas, brujas" en su extraña lengua. Palabra que tuve que aprender a la fuerza.

En esos momentos madre y yo nos encontrábamos en una de nuestras tantas casas temporales en medio del bosque. Donde nadie nos encontraría con facilidad. Y como tantas veces nos encontrábamos recogiendo nuestras pertenencias con prisa.



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En el texto hay: viajes dimensionales

Editado: 16.12.2019

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