VICTORIA
Es lunes, son las seis de la mañana, me despierto directo a darme una ducha, mientras enciendo la cafetera, miro el espejo y me digo a mí misma que puedo hacerlo, que soy fuerte, valiente y demasiada, optimista, esta es la vida que escogí, por la que luché tanto hasta quemar las pestañas.
—Tú puedes Victoria—Me digo a mí misma en voz alta, porque es así, no en vano, estudié como loca hasta conseguir ahora estas prácticas, solo llevo un año desde que empecé a estudiar, administración de empresas en la nocturna, idiomas en línea, cursos libres los fines de semana, lo que sea con tal de no ser menos preciada y ser tomada en cuenta, soy más que un cuerpo o el color de mi piel.
Media hora después, me he cambiado con lo que compré en el centro comercial. He tomado una taza de café cargado con unas tostadas, estoy impecable, no habrá queja que esta negra sabrosa no tiene mal gusto.
—¿Ya te vas?
—No, cómo crees, así me despierto en las mañanas, toda hermosa y perfecta —le respondo a Virginia, mientras esta estira los brazos. La princesita no le dio tregua por la noche— Boba, ya estoy lista. Deséame suerte mana, porque la necesito. De eso depende que la princesita vaya a una buena universidad.
Le digo y ella me abraza fuerte, sabe que lo hago no solo por mí, sino también por ellas porque son mi única familia, dejando de lado a mi abuela claro, de quien he sabido está con una hermana que tiene el abuelo, la vi cuando era pequeña, tampoco soy de su agrado por lo que no me pasa con ella por más que insisto, cuando tenga un buen trabajo, gane muy bien, le iré a decir, que esta mujer estaba hecha para grandes cosas.
—Pase, se están formando en este instante —Me dice el guardia de seguridad, me aliso un poco más la falda, no quiero parecer una prostituta en mi primer día, tienden a juzgarme mal, como cuando Salí a divertirme y se me ocurrió vestirme de esa manera, para ese instante, no había recibido ningún tipo de asesoramiento, solo me vestía como pensaba que lo hacían en la gran ciudad y un estúpido sujeto, me ofreció unos billetes lanzándolos a la acera, no dije nada porque una amiga de donde estudio, llego y seguimos caminando junto con su hermano.
—Buenos días con todos ustedes, soy la encarga del área de recursos humanos—Empieza con el discurso normal, que las normas de la empresa, el decálogo de comportamiento, que las relaciones dentro de la empresa están prohibidas, bueno no me importa, yo vine a hacer mi trabajo y ganar experiencia, fueron varias entrevistas hasta conseguir esta oportunidad.
—Sabes si ¿Nos dan almuerzo?
—En el email que mandaron decía que si—Hablan algunas, como si, solo vinieran por eso.
—Sabes, sí, ¿solo son seis meses antes de conseguir una recomendación? —Veo hacia todos lados, para ver si la pregunta es para mí o para otra persona. Es una rubia muy bonita, podía jurar que tiene un aire a Marilyn Monroe hasta el lunar ese. Le falta un vestido blanco y el aire bajo sus piernas.
—Perdona, sí, son seis meses— le respondo.
—Hola, ¿qué tal?, me llamo Marilyn Méndez. —No digo que Marilyn era, le respondo con mi nombre y luego presto a atención a lo que siguen diciendo, tomando nota mental de todo.
—Ahora, se darán nombres para ver a qué área sean asignadas. Luego de eso, por orden de la presidenta en su amplio conocimiento de la causa de ver crecer esta familia, irán llamando una a una para que suban a presentarse y les dé la bienvenida de manera formal.
Escucho murmullos, los demás diciendo que esto es algo sin precedentes, en mis otras entrevistas donde me rechazaron su actitud era muy seria, muy parca, demasiado acartonada, pero parece que aquí parece ser diferente, es como si algún poder divino me hubiera traído hasta aquí.
—Hernández, al piso de presidencia.
¡Mierda! ¿Cómo así? Todos me observan, puedo ver sus miradas, sus ojos llenos de envidia, de desprecio, yo estoy en modo, trágame tierra, solo alzo el brazo, diciendo aquí estoy. Y paso por delante de todos, para recoger los documentos que necesito. Agradezco y me marcho, sin embargo, antes que me dé la vuelta la encargada me dice.
—No olvides la oportunidad que están dando, a pesar de todo.
Me muerdo los labios, para no decir algo que me afecte a futuro. No soy tonta, reconozco ese dejo, ese tono despectivo, que me trae malditos recuerdos, no digo nostalgia, porque nadie extraña que te traten de menos, solo por ser diferente.
—En el ascensor, puede ver encontrar un botón que dice VIP ese es el de presidencia, tranquila, la de recursos humanos es una idiota cuando se lo propone, aquí entre nos, siempre quiso estar en ese piso, pero nunca pudo—Me dice eso último en un susurro y yo sonrió, a modo de respuesta, esta mujer me gusta, para ser buena persona, dejando de lado, que su rubio es espantoso.