Tras haber ya conocido la realidad de la cual estaba viendo no podía hacer nada para qué se remediará no algo que yo conociera, creia que la vida era más sencilla por lo que no subestimaba los ratos libres para cuestionarla y es en eso que desde el día que mi madre siguió con nosotros me la pasaba preguntando del porqué decha molestia. Los días siguientes eran más abrumadores tras escuchar los comentarios de los vecinos llenos de congojas de chismosos por el simple echo de que no les ha pasado, por ese motivo arrancado de valor me dirigía hacía ellos con ganas de exponer sus vidas y diciendo a uno de ellos:
—¿Por qué tienen la costumbre de hablar sobre los demás y no se fijan en ustedes.?—
Pero sus rostros no parecían estar convencidos de esas palabras así que recurri a mi segunda opción y no era más que pedirle a Dios que me protejiera, así que continúe astá el colegio donde siempre terminaba distraído por aquella dama que era inconfundible entre la belleza, eso pensaba yo. Fabricio me resivio con un saludo y al estar adentro era otro lugar donde se perdía un toqué del mundo exterior.
Las últimas clases eran de química pero ese día no llego el profesor Leandro y estuve un rato libre hasta que ella me invitó a ir a dar un paseo por el colegio y yo que jamás me le había podido negar a alguien me fui con ella, un silencio profundo corría a nuestro alrededor, pero se me ocurrió callar ese silencio así que le comenté de las clases y ella me respondió:
—Te gustaría ir a mi casa—
—Sí, pero quizás los sábados —
—Te espero en casa entonces.—y así nos despedimos y no sin yo decirle que fuéramos amigos.
Sabía que los sábados eran los más atareados, pero ese ego me mantuvo atado a sus palabras como ratón sin salída, las clases terminaron y al llegar a mi casa para comentar sobre la tarea de mate a Fabricio me enteré de que no estaba y mi madre estaba preparando para salir pero no sin antes de decirme que alistará para ir a despedir a Fabricio y lo que más me sonó extraño fue que lo dijo con vos pálida así que pregunte:
—¿Porqué, qué a pasado?—
—Hoy en la tarde me confirmaron que Fabricio a dejado este mundo y así que iremos a acompañar a su familia—
Esté ya no podía ser el día más triste de mi vida, había podido superar un problema familiar pero la perdida de la persona con la cual siempre me ayudaba era algo más que mi mente apunto del colapso, todo estaba mal y el que me daba consejos era mi hermano el mismo que aparte de vivir su vida dos días después se marcha para la la ciudad.
Los días ya empezaban a estar contados, pero está hasta que Dayana me invitara a su casa era el transcurso de nuevamente recuperar el ánimo. Con todo lo que se está apareciendo, mi tía nos invitó a su casa y para aya ivamos el fin de semana. Tras haberme perdido en el sueño de estar al lado de Dayana le pregunte a mi mamá que sí la podía invitar al viaje con mi amigo Óscar y sabiendo que la cosa no estaba bien ella acepto y sin más demora me prepare para llamarla, entonces le dije:
—Hola.¿Cómo estás?—
—Bien—
—Te llamaba para decirte que talvez o quizá, sabés por si quieres venir con mi madre y con migo a San Antonio.?—
—Espera un momento—
—Si, creó que sí—
—Te espero el sábado a las siete de la mañana, hasta luego.—
Luego del hablar con Dayana mi madre le mando un mensaje a mi hermano Josué para decirle que no estaríamos en la casa porque viajaremos a la casa de Patricia. Al estar el día sábado nos preparamos para partir, caminamos hasta la parada del bus y nos fuimos rumbo a San Antonio.