Virginia, ya está de vuelta en el rancho, le da vergüenza y nada más llegar se ha encerrado en su habitación.
Jack ha hecho llamar a todo el mundo, del rancho a su despacho.
—¡Bien, ya estáis todos! Voy a aclarar el tema de las pistolas, por la incidencia de Virginia y que sirva para todo el mundo. Esas dos pistolas son exclusivamente mías, de mi propiedad, y tengo mi licencia, las tengo por si las necesito, de personas impresentables o cualquier situación que se pueda dar, esta terminantemente prohibido cogerlas, ninguna persona, ¡solamente yo!
Las he cambiado de lugar y protegido bajo llave, no quiero más sorpresas de estas, podéis retiraros todos, menos Eva y Virginia.
Todo el personal sale del despacho, Mila cierra la puerta.
Las dos hermanas están sentadas y en silencio, Virginia tiene la cabeza mirando hacia el suelo, le da vergüenza, su comportamiento nunca ha sido bueno con Jack.
—Bueno Eva y Virginia, las cosas se están poniendo muy feas, para vosotras, ha llegado una carta certificada de New York de los abogados de la sociedad a la cual vuestro padre le debe millones de dólares o cumplir con el acuerdo de vuestras respectivas bodas.
—Pero necesitamos más tiempo, —dice Eva.
—No tenéis más tiempo, en una semana solicitan vuestra respuesta.
—No tenemos respuesta, es muy difícil, tomar esa decisión.
—Pues debéis pensarla, entre ambas, y decirlo, no os dejaran en paz y con vuestra negativa, os pueden intentar quitar el rancho.
—¿Quitar el rancho? ¿Dejarnos si nada? Tal vez eso, sea lo mejor, —dijo Virginia con la voz entrecortada.
—Yo no voy a entrar en eso Virginia, lo dije desde el principio y lo mantengo, tomad la decisión que consideréis correcta, en este caso es casaros con esos jóvenes o perder el rancho.
—¿No hay, otra opción? —pregunta Eva.
—No, no la hay, porque no tenemos los millones de dólares, de la deuda, y yo no dispongo de ese dinero tampoco, para poder ayudaros.
—No tenemos nada Eva, deberíamos irnos de aquí.
—¿Irnos y perderlo todo? ¿Comenzar, de cero? ¿No eres, feliz aquí? Siempre me dices que te encanta vivir aquí, pasear por el campo, disfrutar del silencio, siempre me lo has dicho Virginia.
—Si Eva, así es, me encanta vivir aquí pero no es nuestro rancho, es de ellos.
—Vamos a ver ¿Os queréis casar con esos jóvenes, o no? Es tan sencillo, como contestar esa pregunta, —dice Jack.
—Yo no quiero casarme con ese abogado, no me gusta, es un engreído y mal educado, —contesta decididamente Virginia.
—Yo tampoco quiero casarme, con el directivo ese, ¿qué podemos hacer?
—Está claro, que ninguna queréis casaros, o al menos así lo estoy entendiendo yo. Entonces debéis entregar el rancho y que os perdonen la deuda.
—Perder el rancho...Si creo que es lo mejor que podemos hacer, es nuestra mejor salida, —dice Eva
—Entonces, decidido, entregáis el rancho, ¿ambas estáis conformes? —Pregunta Jack.
—Por mi parte si, lo entrego, —contesta Virginia.
—Por la mía también, se lo pueden quedar—dice Eva.
—¡Esta bien! Se lo notificare en una carta certificada ahora mismo a los abogados, de la sociedad de vuestro padre. Ya podéis iros a descansar, — confirma Jack.
Eva y Virginia salen del despacho, y se van a la habitación de Virginia, allí las dos se tumban sobre la cama y permanecen mirando al techo.
—Eva, si nos vamos no volverás, a ver más a Jack—dice Virginia.
—Si, lo imagino.
—¡Pero, te gusta muchísimo! ¿Verdad Eva?
—Si Virginia, estoy locamente enamorada de él, de esos andares, de esa mirada, de esas grandes manos, todo me gusta de él.
—A mí me gusta, él veterinario, creo que se llama Alexander, —dice Virginia, confesándole el secreto, que tan bien guardaba en su corazón y en su mente.
—¿Alexander? ¿En serio, Virginia? —Que callado te lo tenías, no tenía ni idea, ¡es un chico muy atractivo!
Alexander Blau Silver, es un joven Veterinario de veintiséis años, que visita todos los ranchos de la zona.
Es alto, de tez morena, de pelo negro rizado, ojos color canela, buena espalda y unos fuerte brazos, es un chico atractivo, que siempre lleva una gran sonrisa, muy extrovertido y servicial.
Vive y maneja un rancho de su propiedad que tiene llamado "Rancho Paraíso" a tres kilómetros de distancia de el "Rancho el Dorado" con unas impresionantes tierras de Algodón, avena, maíz y también caballerizas con diez caballos para competición, además de tener un cercado con cien cabezas de terneros.
—Bueno, imagino que, dentro de dos o tres días, nos iremos de aquí, echare de menos estas tierras, esta tranquilidad, este rancho, estas personas, a Alexander, aunque ni tan siquiera me conoce personalmente, solo de vista, cuando visita los caballos.
—Así es Virginia, nos alejaremos de todo esto, y tendremos que comenzar de nuevo, en otro lugar y desde cero, será duro, pero creo que es lo mejor para nosotras.
—Si Eva, es lo mejor que podemos hacer, irnos y comenzar una nueva vida, aquí no hacemos nada, solo sufrir.
Eva y Virginia ya tienen su decisión tomada y están decididas a dejar el rancho y comenzar una nueva vida desde cero.
¿Pero..., dónde irán? ¿Que será, de ellas? Nuevamente se quedan solas.
Solo el destino lo sabe...
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Editado: 14.09.2023