Vidas Paranormales.

Capítulo 17-Las Dudas de un Chico Valiente

Aquel día, Samuel y su padre Adrian Dupont estaban arreglando la casa para el retorno de Melissa Dupont, la madre de Samuel. Adrian Dupont un hombre trabajador, que siempre a acompañado a su hijo cada vez que su madre se iba de servicio a Irak, era un padre cariñoso y amable, amante de los deportes al igual que su hijo, se notaba bastante su acento francés cada vez que hablaba. Ellos se pararon enfrente de la puerta, esperando a Melissa Dupont, su madre y esposa respectivamente, que volvía aquel día de una dura batalla en aquel cruel país en guerra. Desde pequeño, Samuel soñaba con ser un marine, sentía que era un legado que tenía que cumplir, ser un héroe que proteja a los indefensos. Sin embargo, aquel día ocurriría algo que destrozaría todos sus sueños, como un martillo lanzado a un espejo.

Su madre entró, le faltaba el ojo y el brazo derecho, una mina enemiga le había despojado de aquellas partes, Samuel fingió su felicidad, se forzaba en sonreír; nunca imaginó que algo así le pasaría a su madre, quien tenía por una heroína. Los tres se sentaron a la mesa para almorzar, su madre empezó a hablar de su servicio, pero Samuel no escuchaba, conoció la realidad de aquellos que escogían servir al país en aquella guerra.

Al día siguiente se encontraba en el deshuesadero entrenando junto a Shawn, pero se encontraba demasiado desconcentrado, cosa que fue notado al instante por su amigo.

—¡Oye Samuel! —exclamó Shawn, lanzándole un pequeño chorro de agua para que reaccione—. ¿Qué sucede? Has estado bastante ido desde que llegamos.

—Perdón... mi madre regresó de su servicio ayer —respondió sentándose un rato para hablar con Shawn—. Yo... ya no sé si quiero seguir en todo esto... lo de ser marine o seguir cazando monstruos.

Samuel le contó todo lo que paso ayer, Shawn como un buen amigo escuchó todo con mucha atención, sin embargo, Shawn no sabía muy bien como animarlo. A diferencia de Samuel, él cazaba monstruos no por un ideal de justicia y defender a los inocentes, sino que lo hacía para evitar que la gente termine como su padre. Aunque conocía alguien mucho más sabio que él que podía ayudarlo y ese alguien era Uriel, quien justo llegó volando al lugar.

—Hola chicos. Samuel, vendrás conmigo, tengo una misión especial para tí —dijo con una sonrisa carismática—. Shawn, tú tendrás una misión con Gabriel, él te estará esperando en mismo claro en donde encontramos a Belcebú, ha estado entrenando allí desde hace unos días, allí te explicara los detalles.

Shawn se despidió de Samuel, diciéndole que lo mejor sería pedirle un consejo a Uriel; cuando se fue, Uriel le explicó a Samuel la misión de aquel día.

—Iremos a los pantanos de Nueva Orleans, han habido reportes de criaturas extrañas avistadas por esas zonas; mi consejo: lleva botas altas.

Uriel y Samuel fueron a aquellos pantanos con un bote a motor rentado, los pantanos de Nueva Orleans estaban llenos de mosquitos, cocodrilos y quizá alguna que otra cosa que la gente tira por esos sitios, el olor del agua era extraño, al igual que su color, Samuel se equipó apropiadamente para esta misión con un chaleco salvavidas y botas altas como dijo Uriel.

—¿No crees que simplemente podrían ser cocodrilos? —preguntó algo escéptico.

—Puede que sí, puede que no. Mejor prevenir que curar ¿verdad? —respondió sin apartar la vista del frente para evitar chocar con algo— ¿Recuerdas cuando te enseñé el Kunda-taijutsu? Aprendiste que la cautela era una buena virtud para el guerrero.

La pregunta fue algo repentino para Samuel, pero de hecho, recuerdaba aquel día a la perfección; días y días de entrenamiento para usar la energía Kundalini y luego, más entrenamiento para poder concentrar esa misma energía en sus músculos para fortalecerlos. No solo eso, recordó la explicación de dicho poder, era una historia algo rara, pero que tenía un gran valor histórico.

Hace varios meses...

—El primer humano que pudo usar la Energía Kundalini fue Eva, la primera mujer —relató Uriel sentado enfrente de Samuel en el tronco de un árbol—. Esos conocimientos se trasladaron a su tercer hijo, Set; desde ese momento, el conocimiento de la Energía Kundalini se transmitiría a toda la humanidad, pero con el tiempo los humanos fueron olvidando aquel legado, actualmente en el mundo quedan pocos humanos que conocen la energía Kundalini y saben utilizarla.

—¡Eso suena genial! ¡¿De verdad me consideras digno de aprender sobre el Kunda-Taijutsu?! —exclamó emocionado.

—¡Claro! Recuerda esto muy bien Samuel grábatelo en la cabeza: con la disciplina, incluso el más débil puede alcanzar la cima —dijo Uriel mostrando su confianza a Samuel, considerándolo un aprendiz.

En la actualidad...

Cuando Samuel terminó de recordar aquel momento, decidió hacerle caso a lo que dijo Shawn y pedirle un consejo a Uriel.

—Oye Uriel, necesito pedirte un consejo —pidió cabizbajo.

—Puedes pedirlo sin pena, después de todo eres mi discipulo —respondió con media sonrisa.

—Tengo miedo, ¿sabes? —confesó sintiendo verguenza por sí mismo—. Mi madre volvió de su servicio en Irak, perdió su ojo y su brazo. Ahora... siento este deseo de renunciar, tanto a ser un marine y a esto de cazar monstruos, porque tengo miedo de terminar como ella. Sin embargo, me hace sentir como una maldita verguenza el sentir miedo. Confiaste en mí para enseñarme el Kunda-Taijutsu y... estoy dejando que el miedo me derrote.

—Samuel, es normal para cualquiera sentir miedo —explicó Uriel, en tono fraternal y tranquilizador—. Sin embargo, un verdadero héroe no es aquel que no tiene miedo, sino aquel que lo enfrenta y que al estar consciente de su propia mortalidad se lanza sin dudarlo para salvar a los indefensos. En vez de sentir verguenza de tu miedo, solamente hazle frente, acéptalo y úsalo de impulso para hacerte más fuerte.




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